Cuando los daños emocionales y materiales tras el segundo peor accidente nuclear de la historia se creían disipados, la decisión de las autoridades japonesas de vertir 1,25 toneladas de agua radiactiva tratada al mar, revive los traumas y temores causados por el terremoto de magnitud 9, el consiguiente tsunami y el estallido nuclear de la planta de Fukushima, en marzo de 2011.
Los ingenieros de Fukushima, donde tres de los seis reactores nucleares sufrieron fusiones, abrieron las válvulas la semana pasada para permitir que el lote inicial de agua tratada fluyera a través de tuberías y saliera al océano Pacífico.
¿Cuáles son ahora los temores de los pescadores?
“Ha sido realmente difícil”, afirma Tadaki Sawada, miembro de la Federación de Pescadores de Fukushima. “Llevamos mucho tiempo luchando contra esto, pero ahora no estamos seguros de lo que pasará”.
“Tenemos unos 1.200 miembros en la prefectura, y no creo que muchos de ellos tengan planes de abandonar sus negocios”, afirma. Inmediatamente después de que Tokyo Electric Power Co. (TEPCO) confirmara el vertido de agua, el Gobierno chino impuso una prohibición general de todas las importaciones de marisco procedentes de Japón. Hong Kong y Macao, mercados de exportación fundamentales para los pescadores japoneses, también se vieron afectadas por la prohibición.
El Gobierno surcoreano, sin embargo, ha declarado que está de acuerdo con las pruebas científicas aportadas por el Gobierno japonés y el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), que demuestran que las importaciones de marisco japonés son seguras.
Otros afectados, en el turismo
Tetsu Nozaki, presidente de la asociación de pescadores de Fukushima, reiteró a DW su rechazo a los vertidos en el océano, “que no cuentan con la comprensión de los pescadores y el público”. El Gobierno ha anunciado que ofrecerá ayuda adicional a los pescadores por las pérdidas, debido al daño causado a su reputación por el vertido de agua.
Pero otros sectores también sentirán inevitablemente el impacto de la decisión. “Por el momento, estamos recopilando información sobre el agua que se está vertiendo y comprobando la situación con el Gobierno”, afirma Yusuke Kimura, funcionario de la división de turismo del Gobierno de la prefectura de Fukushima.
El impacto inmediato es difícil de determinar, dijo, ya que los viajeros de China continental, Hong Kong y Corea del Sur se han negado a visitar la prefectura desde el accidente inicial. “La mayoría de nuestros turistas en los últimos años han sido de otras partes de Japón, y mucha gente quería mostrar su apoyo a la gente de Fukushima”, agregó Kimura.
“Todo lo que podemos hacer es esperar que la gente escuche la información oficial sobre la seguridad aquí y que las cosas mejoren poco a poco”, concluyó el funcionario. Mientras, un empleado de uno de los mayores hoteles de Ishinmaki, a poco más de 100 kilómetros al norte de la central nuclear y en la vecina prefectura de Miyagi, reportó que no ha habido cancelaciones en los últimos días.
El trauma del tsunami y la tragedia nuclear
Para muchos otros residentes de la zona, el repentino aumento de la cobertura mediática de los sucesos de 2011 ha reavivado recuerdos traumáticos que han intentado dejar atrás, por lo que se oponen también al vertido. “A las víctimas les está haciendo revivir los momentos más difíciles de sus vidas”, confirma Kenjiro Kitamura, abogado del bufete Sakura Kyodo.
Kitamura apoya las demandas legales presentadas por un grupo de personas que eran niños cuando la nube de radiación de la planta siniestrada pasó por encima de sus casas y a los que posteriormente se les diagnosticó cáncer de tiroides. Ellos me dicen que “vuelven a sentirse tristes y que les trae de vuelta todo el trauma”.