Eduardo Zegarra
El gobierno del presidente Pedro Castillo ofreció durante la segunda vuelta electoral implementar la segunda reforma agraria, orientada a colocar a la agricultura familiar en el centro de la política pública para lograr el desarrollo nacional. El entonces candidato Castillo firmó documentos con los gremios agrarios aglutinados en CONVEAGRO en los que se comprometía con esta reforma, y reiteró dicho ofrecimiento en diversas presentaciones públicas durante el periodo electoral. El tema fue parte explícita del Plan Bicentenario, que complementaba al plan de gobierno de Perú Libre de cara a derrotar a la candidata derechista Keiko Fujimori en las elecciones del 2021. Hoy, luego de casi nueve meses de gobierno y tres ministros de agricultura, la prometida segunda reforma agraria parece agonizar, y está a punto de quedarse en el rincón de las promesas incumplidas.
La propuesta de segunda reforma agraria se centra en cinco ejes de cambio fundamentales: (i) una nueva forma de gobierno para el desarrollo agrario y rural; (ii) más y mejores mercados para la agricultura familiar; (iii) industrialización rural y agraria; (iv) seguridad hídrica con tecnificación del riego; (v) apuesta por el cambio técnico, la asociatividad y el rol de la mujer rural en el campo. Estas cinco líneas maestras fueron anunciadas por el propio presidente Pedro Castillo y el primer ministro de agricultura del gobierno, Víctor Maita, en el lanzamiento de la segunda reforma agraria el 3 de octubre del 2021 en Cusco. Además, se desarrollaron estos lineamientos en el D.S. 022-2021-MIDAGRI y se planteó que esta reforma sería un proceso de cambio de largo aliento, con una orientación por cambiar de raíz el inadecuado y centralista funcionamiento del MIDAGRI y el Estado en relación a la agricultura familiar.
No obstante, desde la llegada del ministro Oscar Zea al MIDAGRI hace poco más de dos meses, no se ha hecho sino tergiversar estos lineamientos y destruir los equipos técnicos que se habían conformado para empezar a desarrollar los contenidos de una promesa central del gobierno de Pedro Castillo. Esta promesa, además, forma parte de la Política General de Gobierno 2021-2026 aprobada mediante DS 164-2021-PCM, donde se establece como lineamiento central del gobierno el “sentar las bases de la segunda reforma agraria”.
Pero el primer “gran anuncio” del ministro Oscar Zea fue ofrecer mayores exoneraciones tributarias a sus “hermanos agroexportadores”, tema que además ha sido reiterado en el fallido “plan de emergencia agraria” recientemente publicado por MIDAGRI. Lo más grave de toda esta historia es que que la gestión del ministro Zea viene desconociendo de manera sistemática e ilegal dos instrumentos básicos para darle contenido a la segunda reforma agraria: el Concejo Nacional de Desarrollo Agrario y Rural (creado mediante D.S. 001-2022- MIDAGRI y presidido por el primer ministro), y el Gabinete de Desarrollo Agrario y Rural (D.S. 002-2022-MIDAGRI, y presidido por el presidente de la República). Ninguna de esas dos instancias ha sido instalada, pese a que se debía hacer a los 10 días de creadas, y ya han pasado casi cuatro meses desde su creación. Sin estas instancias gubernamentales no es posible iniciar procesos de transformación en el aparato público y en la forma de tomar decisiones para generar intervenciones integrales y articuladas a las zonas agrarias y rurales de nuestro país.
El abandono de la segunda reforma agraria como eje orientador de la política pública para el desarrollo nacional es quizás uno de los mayores errores políticos del gobierno de Pedro Castillo. Dada el origen rural y agrario del propio presidente y del voto que lo llevó a Palacio, desconocer, tergiversar y destruir lo que se había avanzado con el ministro Víctor Maita y su equipo es una barbaridad que petardea al llamado “gobierno del pueblo” desde adentro, para beneplácito de la derecha económica y política. No por casualidad diversos gremios agrarios ya han empezado a movilizarse masivamente para exigirle al presidente Castillo que cumpla con una de sus promesas más importantes y esperanzadoras para el campo peruano. Ojalá que el presidente recapacite, recomponga su equipo de gobierno para cumplir con el programa central que lo llevó a donde está, y no termine dándole la espalda a más de 2.2 millones de pequeños agricultores que aún creen que el cambio es posible en democracia.