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Economía

La enorme deuda pública de Estados Unidos amenaza al mercado mundial de renta fija

El banco británico Barclays publica todos los años su informe ‘equity guilt study’, un documento en el que analizan en profundidad la situación de los mercados mundiales en su conjunto, y destacan tendencias de largo plazo que han identificado en este momento. En su último informe los analistas del banco lanzan un aviso a navegantes: el mercado de renta fija está viviendo un cambio estructural, y es posible que la rentabilidad del bono estadounidense se mantenga alta incluso aunque la Reserva Federal comience a bajar los tipos. Esto, a su vez, tendrá consecuencias en los mercados internacionales de renta fija, y la culpa de todo la tiene el enorme déficit fiscal que ha alcanzado el gigante estadounidense, en combinación con la retirada de la Fed como principal comprador de la deuda.

Estados Unidos tiene un problema por su endeudamiento, y esto puede tener consecuencias importantes en los mercados mundiales de renta fija. El enorme déficit que ha asumido el país en los últimos años ha desembocado en una economía altamente endeudada, y esto ha llegado a generar momentos de tensión en los mercados, y a deteriorar la calificación de crédito del país por parte de agencias de calificación como Fitch, como ocurrió el verano pasado.

Pesos pesados de la economía norteamericana, como el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, también reconocen el aspecto negativo de esta tendencia. “A largo plazo, Estados Unidos está en una senda fiscal insostenible. Probablemente ha llegado el momento, o incluso este ya ha pasado, de que tenga lugar una conversación adulta con los políticos para que devuelvan al gobierno federal a una senda fiscal sostenible”, una dura crítica por parte del presidente de la Fed, una figura que siempre es prudente con sus comentarios.

El propio Fondo Monetario Internacional también ha tenido palabras en contra de la situación de apalancamiento que mantiene el sector público estadounidense: “La situación fiscal ha sobrepasado la línea de sostenibilidad de largo plazo y es algo que nos preocupa especialmente. Aumenta los riesgos de corto plazo para generar desinflación y también genera riesgos de estabilidad para la economía global”, ha señalado el FMI.

Las cifras hablan por sí solas: en los 15 años que pasaron entre 1993 y 2008 la economía norteamericana se endeudó a un ritmo del 6% anualizado, un aumento del endeudamiento del 152,6% en total, haciendo que la deuda pública del país pasase de los 4,235 billones de dólares, hasta los 10,69 billones. Esta tendencia se disparó en los 15 años posteriores, entre 2009 y 2024, con un aumento del 227,6% en ese periodo, o el 8% anualizado. Se pasó de los 10,69 billones de dólares en deuda pública total, hasta los 34,57 billones actuales, 70 puntos porcentuales más de crecimiento de la deuda que en los 15 años previos.

Los últimos 4 años han sido especialmente destacables en este sentido. Desde 2020, cuando llegó la pandemia de Covid-19, hasta ahora, Estados Unidos ha aumentado su deuda pública en 11 billones de dólares, un incremento a un ritmo del 9,86% anualizado, por encima de los 30 años previos. Aunque Estados Unidos cuenta con cierta ventaja a la hora de endeudarse frente a otras economías, gracias a la demanda mundial de dólares, que permite al país incrementar su déficit sin temor a hundir su divisa, la realidad es que la tendencia de apalancamiento en la que ha entrado el país puede tener consecuencias negativas en su bono, y también en el mercado de deuda mundial.

No hay que olvidar que la tendencia de endeudamiento no se está frenando, ya que, a pesar del acelerón que se ha producido desde el Covid, Estados Unidos ha arrancado 2024 batiendo todos los récords históricos de emisiones de nueva deuda. El último máximo histórico, de hecho, fue en 2020, cuando el gobierno lanzó emisiones masivas para poder sostener a la economía y reducir el daño que hicieron las políticas de confinamiento

Barclays tiene claro que algo ha cambiado en el mercado de deuda debido al déficit que ha asumido Estados Unidos, y a la retirada de la Reserva Federal como el principal comprador de deuda del país. La combinación de ambos elementos, teniendo en cuenta que no parece que haya una alternativa política en el país que vaya a frenar las gigantescas emisiones de deuda que se preparan, va a forzar al bono estadounidense a mantenerse en rentabilidades elevadas, incluso si la Fed comienza a bajar tipos próximamente.

“El cambio más importante que está produciéndose en los mercados se está originando en Estados Unidos, donde los déficits presupuestarios son muy amplios y todo apunta a que van a seguir siéndolo, sea cual sea la configuración política que haya después de las elecciones de noviembre”, destacan desde Barclays, en su informe firmado por Jeffrey Meli y Ajay Rajadhyaksha.

Según los expertos del banco, “los inversores deben estar preparados para un diluvio de emisiones de deuda del Tesoro estadounidense, que tendrá consecuencias significativas para los mercados de renta fija mundial”, señalan. “Por lo pronto, esto va a significar que las rentabilidades de largo plazo en los bonos estadounidenses se van a mantener elevadas, incluso si la Reserva Federal empieza a bajar los tipos de interés”, explican. Esto va en contra de la opinión generalizada de los analistas e inversores, que esperan que se produzca una relajación de las rentabilidades a vencimiento de los bonos estadounidenses una vez el banco central del país empiece a bajar los tipos.

Los analistas incluso cifran el impacto directo que puede tener el aumento del endeudamiento en el bono del país. “Los estudios sugieren que, por cada punto porcentual de aumento en la ratio del déficit sobre el PIB, se aumenta la rentabilidad del bono estadounidense con vencimiento a 10 años en 20 puntos básicos, ya que los inversores demandan compensación por un perfil fiscal peor”, indican.

La parte de la oferta de deuda es importante, pero también lo es la de la demanda, y en este sentido Barclays tampoco tiene buenas noticias para los inversores alcistas en el bono americano, y en la renta fija en su conjunto. “Se han producido cambios importantes en la composición de los compradores de deuda del Tesoro. Los bancos centrales extranjeros solían ser una columna vertebral en el mercado, pero su apetito por la deuda estadounidense se ha desvanecido, a medida que sus reservas de divisas extranjeras se han quedado planas en la última década”, señalan.

Y no son sólo los bancos centrales extranjeros: “La propia Fed también se ha retirado, ya que busca reducir su balance de activos. El relevo de estos compradores, que necesitaban comprar, ha pasado a aquellos que sólo quieren comprar, como son los fondos de inversión y los de capital riesgo. Esto sugiere que las rentabilidades libres de riesgo en Estados Unidos y, por extensión, en el resto del mundo, van a ser más elevadas”, indica Barclays.

La relación entre los distintos activos en el mercado internacional es clave en este sentido: si el bono americano paga más, como referencia mundial, terminará afectando a otros títulos de deuda. Como también lo puede hacer a la bolsa: si un bono ofrece una rentabilidad alta, en relación a, por ejemplo, el dividendo medio de una bolsa, eso puede hacer que los inversores se inclinen por el primero, en perjuicio de la bolsa.

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