La inflación en EEUU sigue moderándose. El IPC se ha situado en el 4% en el mes de mayo -su nivel más bajo desde marzo de 2021-, una décima por debajo de lo previsto y nueve décimas menos que en abril, mientras que la subyacente -no pondera alimentos ni energía- cae del 5,5% al 5,3%, en línea con lo que habían vaticinado los expertos y marcando su lectura más baja desde noviembre de 2021. Este nuevo frenazo del IPC termina de afianzar la determinación de la Reserva Federal de pausar las subidas de tipos en su reunión de este miércoles tras 10 alzas consecutivas.
El consenso de analistas ya esperaba que tanto la inflación general (4,1% frente a 4,9% en abril) como su subyacente (5,3% frente a 5,5% en abril) siguieran moderándose en el mes analizado, no obstante, la sorpresa ha sido un tanto positiva, puesto que la inflación general se ha frenado levemente más de lo previsto.
El IPC mensual solo ha avanzado un 0,1%, frente al 0,2% que vaticinaba el mercado, completando la panorámica positiva en lo que a la inflación general se refiere. Por el lado de la subyacente no ha habido sorpresas, la mensual ha subido un 0,4%, que era lo mismo que habían previsto los expertos.
El dato ha generado un leve cambio en los swaps sobre tipos de interés. El mercado sigue previendo una subida de 25 puntos básicos de la Fed en julio, pero ya descarta por completo un movimiento al alza este miércoles. Como avisaban los analistas de ING antes de que la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) publicase los datos, una lectura del 0,4% intermensual en la subyacente sería suficiente para la Fed para mantener su previsión de pausa en junio.
Entre los componentes de IPC, la bajada más destacada ha vuelto a ser la de la energía, que en mayo cayó un 3,6% intermensual. Dentro de esta categoría, ha sido significativo el desplome de la gasolina (-5,6% intermensual) así como el del fuel oil (-7,7%). Otro componente que está siendo un quebradero de cabeza para los ciudadanos, los alimentos, registraron un avance intermensual del 0,2% tras dos meses en el 0%, si bien el cálculo interanual se modera ya hasta un 6,7% (7,7% en abril). Un descenso ayudado por una caída del 13,8% intermensual de los precios de los huevos, que se han desplomado, al desaparecer la anterior distorsión relacionada con la gripe aviar.
Los bienes duraderos han vuelto a reflejar una subida del 0,6% intermensual como en abril y otra vez ha vuelto a ser culpa de los coches usados, partida con importante ponderación en el IPC. Los vehículos de segunda mano vuelven a subir un 4,4% intermensual. Sin embargo, se espera que con la caída de los precios de las subastas, el IPC siga el mismo camino a partir de junio.
Por lo demás, las noticias sobre los precios de los bienes han sido ligeramente alentadoras, con indicios de que la reducción de la escasez de oferta está dando por fin sus frutos. Los precios de los muebles cayeron un 0,4% intermensual, los de los vehículos nuevos un 0,1% y los de los artículos de ocio se mantuvieron sin cambios.
Otra partida fundamental, la relativa a vivienda, muestra una moderación del 0,6% al 0,5% en los alquileres de primera residencia y se mantiene en el 0,5% en el caso del alquiler equivalente de los propietarios. “Estos incrementos están en línea con los de los últimos meses, pero con las medidas alternativas de crecimiento de los nuevos alquileres desplomándose, incluso teniendo en cuenta los largos retrasos habituales, habríamos esperado ver una mayor desaceleración en el IPC del alquiler de viviendas”, apunta Paul Ashworth, de Capital Economics.
Los servicios básicos (excluyendo los energéticos) mantienen por tercer mes una subida del 0,4%, alza apoyada por el repunte del (-0,2% al 0,8%) en los servicios de transporte. Las tarifas aéreas cayeron un 3% intermensual, pero, como reflejo de los pasados aumentos del valor de los vehículos, las tarifas de los seguros de automóviles aumentaron un 2%.
“Con unas medidas más amplias que muestran una relajación de las condiciones del mercado laboral y una ralentización del crecimiento salarial, prevemos que la inflación de los servicios básicos no relacionados con la vivienda se ralentizará, pero sigue siendo demasiado alta para la comodidad de la Reserva Federal. Dado que el crecimiento del empleo sigue siendo sólido, esperamos una última subida de tipos de 25 puntos básicos en julio por parte de la Reserva Federal”, plantea Asworth.
La inflación subyacente de los servicios, excluida la vivienda, en la que se centra la Fed por su rigidez, subió un 0,2% intermensual, pero el alza fue más débil que la media móvil de tres meses, lo que puede dar algo de tranquilidad al banco central, explica Ryan Sweet, de Oxford Economics.
“El índice de precios al consumo de mayo no altera el plan de la Fed de hacer una pausa este miércoles y la reciente caída de los precios del petróleo respalda nuestra previsión de que el banco central se mantenga a la espera durante lo que queda de año antes de empezar a recortar los tipos de interés a principios de 2024”, redondea Sweet. El experto confía en una incipiente moderación de los alquileres que actúe como motor de la bajada de la inflación.
“La reacción del mercado no ha sido sorprendente. La subida de los rendimientos de los bonos del Tesoro es un primer suspiro de alivio al ver que los riesgos de inflación han pasado. Sin embargo, esto puede ser prematuro. Los problemas de suministro de mano de obra en los puertos de la costa oeste y la interrupción de la I-95 en los alrededores de Filadelfia podrían hacer subir los precios de las mercancías, temporalmente, cierra Sweet.
Aunque la economía de EEUU se encuentra inmersa en un proceso de desinflación notable, aún existen ciertos factores que fuerzan a la Reserva Federal a mantenerse alerta. Desde Generali explican en una nota que los primeros indicadores para el segundo trimestre apuntan a una fortaleza de la demanda interna en cierto modo sorprendente, pero también a pruebas adicionales del endurecimiento de las condiciones crediticias.
En abril, el consumo personal real aumentó un 2,3% interanual, con sorpresas positivas de los bienes duraderos y a pesar del sombrío estado de ánimo visible en las encuestas. Al mismo tiempo, la actividad industrial y de la vivienda parece haberse estabilizado en un nivel relativamente bajo.
Sin embargo, los datos bancarios siguen mostrando una salida de depósitos, y la confianza de los prestamistas sigue deteriorándose, lo que hace prever unas normas de préstamo aún más estrictas y una menor demanda.
“Esperamos que el impacto del endurecimiento pasado (y en curso) de las condiciones crediticias se materialice en la segunda mitad del año, cuando el PIB se contraiga. El PIB crecerá solo un 0,6% este año, según nuestra opinión, por debajo del consenso. El acuerdo sobre el techo de la deuda elimina temporalmente el riesgo de una crisis desestabilizadora, pero los recortes del gasto público solicitados por los republicanos supondrán un nuevo lastre para el crecimiento en 2024”, aseguran desde Generali.
La fuerte demanda parece impedir por ahora un rápido descenso de la inflación. En abril, la inflación subyacente de los servicios, excluida la vivienda (la medida que la Reserva Federal está examinando actualmente), subió al 4,6% interanual. Los precios de producción e importación se están enfriando y los datos sobre ofertas de empleo y despidos apuntan a una relajación del mercado laboral, que debería moderar el crecimiento salarial.
En Nomura realizan una apuesta aún más osada y creen que los actuales datos de crecimiento son el típico rebote que se produce antes de la caída -el salto del gato muerto- y vaticinan que la recesión comenzará en el tercer trimestre de 2023 -a la vuelta de la esquina-, como consecuencia del impacto atrasado del endurecimiento de la política monetaria y esperan una pausa “dura” por parte de la Fed. Para concluir, los expertos sostienen que habrá un debilitamiento del mercado laboral estadounidense a principios del tercer trimestre de 2023.