La fortaleza del consumo permite a Estados Unidos saltarse el guion de la recesión pese a las agresivas subidas de tipos y los conflictos internacionales
Los consumidores se lanzaron tras la celebración de Acción de Gracias a las compras en tiendas físicas o por internet. El gasto, según las primeras estimaciones, ha batido récords en el Black Friday y el Cyber Monday. Con el paro en niveles históricamente bajos y algo de bolsa de ahorro aún acumulada de la pandemia, el gasto de las familias ha permitido a la economía estadounidense salirse del guion una y otra vez. Pese a las subidas de tipos de interés, los conflictos internacionales, las turbulencias bancarias, las huelgas y demás contratiempos, la economía estadounidense ha aguantado vigorosa. “La sorpresa clave de la economía estadounidense este año ha sido su resistencia y en particular, la de su crecimiento”, indica por videoconferencia Tiffany Wilding, economista de Pimco, que advierte, sin embargo, de que los riesgos se han trasladado a 2024.
Este miércoles, la Oficina de Análisis Económico del Departamento de Comercio revisó al alza su estimación de crecimiento del producto interior bruto (PIB) del tercer trimestre hasta un impresionante ritmo anualizado del 5,2% (un crecimiento trimestral de cerca del 1,3%), la tasa más alta desde finales de 2021. Mientras, la inflación ha bajado hasta el 3,2% y la tasa de paro lleva 21 meses por debajo del 4%, la mejor racha en 60 años.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, bromeaba hace unos meses con los malos augurios. “Llevo oyendo todos los meses que va a haber recesión el mes que viene. No creo que la haya”, dijo en junio. Muchos economistas, incluidos los técnicos de la Reserva Federal, tenían escrito un capítulo recesivo en su guion para este año, pero la trama ha seguido su propio curso. “Nadie imaginó que los tipos de interés pudieran subir tan rápido sin que la economía de Estados Unidos cayera en recesión o, lo que es más importante, sin que se produjera un enorme desplome de los mercados, como ocurrió con el colapso del fondo LTCM en 1998″, comenta Yves Bonzon, jefe de inversiones del banco privado suizo Julius Baer.
La explicación de Wilding es que la respuesta fiscal estadounidense a la pandemia fue mucho más agresiva que la de otros mercados desarrollados. El exceso de ahorro derivado de las cuantiosas transferencias públicas y del menor gasto por el confinamiento “ha sido un amortiguador mucho mayor de lo que nadie había anticipado”. A eso, indica, se han unido algunas mejoras por el lado de la oferta, como el aumento de la población activa por la llegada de inmigrantes y la mayor tasa de actividad.
Frenazo a la vista
De algún modo, los malos augurios solo se han diferido. Tras el tirón del verano, los expertos creen que la economía empieza a echar el freno y hay quienes creen que el riesgo de recesión sigue muy presente para 2024. En el tercer trimestre, “el crecimiento se vio impulsado principalmente por un fuerte aumento del gasto de los consumidores, junto con contribuciones extraordinarias de la acumulación de existencias y el gasto público. Estos tres factores parecen destinados a desaparecer en los próximos trimestres”, explica Michael Pearce, economista jefe para Estados Unidos de Oxford Economics. “Ese exceso de ahorro de la pandemia ha impulsado el crecimiento este año, pero se está desvaneciendo”, apunta Wilding.
Tras analizar múltiples episodios similares en diversos países a lo largo de los últimos 70 años, la economista de Pimco subraya que cuando se ha producido un endurecimiento de la política monetaria tan agresivo partiendo de una inflación tan alta como en esta ocasión, “el 90% de esos ciclos de subidas de tipos acabaron en recesión”. “Solo por la experiencia histórica, sin saber nada más, estamos en un periodo en el que hay una probabilidad de recesión más alta de lo normal. ¿Dónde pondríamos esa probabilidad? Como la de una moneda al aire”. Wilding cree que los mercados están ahora minusvalorando ese riesgo y siendo demasiado complacientes.
“Los modelos de previsión del PIB basados en los datos disponibles pronostican una moderación significativa de la actividad económica en el cuarto trimestre”, aseguraba este martes Christopher Waller, consejero de la Reserva Federal, en un acto en Washington, en el American Enterprise Institute. El banquero apuntaba una previsión de crecimiento a un ritmo anualizado del 2,1% en el cuarto trimestre, en línea con la de la primera mitad del año, pero menos de la mitad que en el tercero. “Algo que impulsó significativamente el PIB en el tercer trimestre fue la acumulación de inventarios, que son bastante volátiles de un trimestre a otro”, advertía Waller.
“Aún no conocemos el alcance total de los efectos del endurecimiento de la política monetaria y de las condiciones financieras sobre la actividad económica y la inflación”, admitía en otro discurso Michelle Bowman, también consejera de la Reserva Federal. Explicaba que las subidas de tipos se dejan notar en los préstamos a pequeñas empresas y en la deuda corporativa, y también en una morosidad ligeramente superior en las tarjetas de crédito y los préstamos para automóviles. Sin embargo, la presencia de compradores al contado en el mercado de la vivienda ha reducido en parte la sensibilidad a los tipos de interés en el sector inmobiliario. “Además, muchos hogares siguen teniendo un importante exceso de ahorro y están obteniendo ahorros continuos de las hipotecas originadas o refinanciadas cuando los tipos de interés eran bajos”, añadía.
Bonzon coincide en que las subidas de tipos han tenido escasa repercusión, incluso en sectores muy sensibles al precio del dinero, como el inmobiliario residencial. “En realidad, después de sufrir un enorme shock de riqueza negativo en 2008, los hogares de Estados Unidos pasaron una década reconstruyendo su patrimonio. Luego, cuando la pandemia se desató, las transferencias directas del Gobierno y la inflación de los activos reforzaron aún más la salud de sus balances”, añade.
El economista señala que según JP Morgan Asset Management, los estadounidenses poseen actualmente 174 billones de dólares en activos, frente a los 85 billones de antes de la crisis financiera mundial iniciada en 2007. Su deuda asciende a 20 billones de dólares, dos tercios de los cuales corresponden a hipotecas con tipo fijo medio del 3%. “El ajuste de los tipos de interés ha tenido, por tanto, poco impacto sobre los hogares estadounidenses”, concluye.
El mercado da casi por descartada una nueva subida de tipos en la reunión de diciembre. Muchos empiezan a pensar más en cuándo empezarán las rebajas de tipos, como muestra el fuerte ascenso del precio de los bonos del Tesoro en noviembre (con caída de las rentabilidades) y el debilitamiento del dólar hasta sus mínimos de los últimos tres meses. La reunión de la Reserva Federal del 13 de diciembre debería arrojar algo de luz sobre cómo ve el banco central el panorama para 2024, año electoral. Eso sí, nada garantiza que acierte.