La gran incógnita que sobrevuela los mercados de todo el mundo es cuándo empezarán los grandes bancos centrales a bajar los tipos de interés (a excepción del de Japón, donde la política monetaria va contra corriente: la semana pasada anunció la primera subida en 17 años). Actualmente las apuestas de los expertos apuntan a que el abaratamiento del dinero en Occidente comenzará en verano. Pero ¿en qué parte empezará antes? ¿Será la Reserva Federal de EEUU (Fed) la primera en dar el paso, como es habitual? ¿O esta vez se adelantará el Banco Central Europeo (BCE)? Los datos macroeconómicos cada vez decantan más la balanza por esta última opción, pero los miembros del BCE han mostrado sus discrepancias a lo largo de las últimas semanas y la sombra de la Fed escurece el escenario en el que se mueve.
“Es demasiado pronto para saber si los últimos datos representan algo más que un simple bache” en la inflación de Estados Unidos, aseguró el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, en un discurso que pronunció ayer en la Universidad de Stanford en California. Además, aseguró que las recientes referencias sobre la evolución de los precios, aunque superiores a lo esperado, no “cambian materialmente” el panorama general en la mayor potencia del mundo. Y, por tanto, reiteró su expectativa de que probablemente sea apropiado comenzar a bajar los tipos “en algún momento de este año”.
“Los redactores del discurso de Powell no dijeron gran cosa controvertida, manteniendo vivas las expectativas de recorte de tipos. Los comentarios de los medios han tendido al sensacionalismo: la inflación se tilda de “pegajosa” (no lo es) y de estar por encima del objetivo (punto discutible)”, valoró esta mañana Paul Donovan, economista jefe de UBS.
La meta del banco central de Estados Unidos es llevar la tasa de inflación al 2%. El objetivo del BCE es similar: situarla en la eurozona alrededor del 2% (o en el 2% simétrico, hablando de forma técnica) en el medio plazo, para así cumplir con el mandato que le da la Unión Europea (UE) de garantizar la estabilidad de precios.
Actualmente el Banco Central Europeo está más cerca de lograr su fin que su semejante al otro lado del Atlántico, pues mientras el índice de precios al consumo (IPC) repuntó al 3,2% interanual en febrero (último dato disponible), el IPC de la zona euro se suavizó el mes pasado al 2,4% interanual.
Además, hoy se ha conocido que la inflación mayorista volvió a ser negativa (deflación) en febrero en la región de la divisa única. Lo muestra el índice de precios al productor (IPP) publicado por Eurostat: la tasa mensual fue de -1%. Se trata de la bajada más fuerte desde mayo del año pasado y el cuarto descenso mes a mes consecutivo.
En tasa interanual (es decir, en comparación con el mismo mes de 2023), el IPP conjunto de los 20 países del euro bajó un 8,3%. Es el retroceso más marcado en solo dos meses, pues en diciembre fue del -10,7%. Aun así, es el décimo mes consecutivo de deflación mayorista en el área monetaria.