La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, ha sido la última de los banqueros centrales en intervenir durante la reunión de la Fed en Jackson Hole. La líder de la autoridad monetaria del viejo continente se ha sumado al discurso que han ido lanzando tanto los diferentes miembros de la Reserva Federal, como su presidente, Jerome Powell, incidiendo en la necesidad de luchar contra la inflación aunque sea insistiendo en las subidas de tipos.
La presidenta ha insistido en la necesidad de mantener el objetivo de inflación del 2% en su discurso. Lagarde ha rechazado fuertemente la posibilidad de cambiar el objetivo de los bancos centrales, como estaban sugiriendo muchas voces, y ha prometido “fijar tipos de interés a niveles suficientemente restrictivos” para asegurarse de que la inflación vuelva a ese nivel. Ha evitado posicionarse directamente sobre si habrá o no una subida de tipos en la próxima reunión, o cuántas pueden quedar, aunque ha dejado claro que no tiene ninguna intención de frenar el endurecimiento monetario antes de que haya un avance muy claro hacia el fin de la inflación.
Respecto a los problemas a los que se enfrenta Europa, Lagarde ha advertido de que las grandes inversiones que serán necesarias para lograr la transición climática y la división comercial entre Occidente y China pueden provocar “problemas por el lado de la oferta”, al interrumpir las cadenas de suministro y mandar a todos los países a luchar por elementos, como baterías, que serán necesarios para la nueva economía. Y ha señalado que los mercados laborales actuales, mucho más ajustados que antes, empujan los salarios al alza, lo que hará más difícil dispersar las presiones inflacionarias congelando sueldos.
Por su parte, el presidente del Bundesbank alemán, Joachim Nagel, también miembro del Consejo de Gobierno del BCE y clásico halcón dentro de la junta, dijo ayer en una entrevista que es “demasiado pronto para pensar en una pausa” de las subidas de tipos en septiembre y que esperaría a tener más datos antes de tomar una decisión. Nagel señaló que la inflación sigue siendo alta y que los datos del mercado laboral son sólidos. Su colega del BCE, el portugués Mario Centeno, más dovish, instó a los responsables de la política monetaria a ser prudentes con la próxima medida, ya que los riesgos se están materializando. Nagel sale al paso así en una semana en la que tanto los PMI en la eurozona como la revisión de la contabilidad nacional de Alemania en el segundo trimestre arrojan un claro panorama de debilidad.
Mientras tanto, las declaraciones de sus homólogos estadounidenses también indican que la Reserva Federal no quiere levantar el pie del acelerador antes de tiempo, y que, si hace unas semanas se preocupaban por la posibilidad de pasarse con las subidas de tipos, esta semana están bastante más preocupados por quedarse cortos.
La presidenta de la Fed de Cleveland, Loretta Mester, dijo que ajustar insuficientemente los tipos de interés sería “un error peor” que aumentarlas demasiado. Poco antes, el presidente de la Fed, Jerome Powell, dijo que el banco central estadounidense está preparado para aumentar aún más los tipos si es necesario y tiene la intención de mantener una política monetaria dura hasta que la inflación se dirija de forma “convincente” hacia el objetivo del 2%.
Mester dijo que EEUU ya está “en territorio restrictivo” y que su trabajo ahora es “calibrar eso para asegurar que estemos en un camino descendente sostenible y oportuno hacia una inflación anual del 2%”. “Vamos a mantener el rumbo en términos de nuestra política monetaria, asegurándonos de que somos lo suficientemente restrictivos para que la inflación vuelva a bajar”, dijo.
El exsecretario del Tesoro Lawrence Summers también se ha sumado en el día de hoy a las tesis que han abonado durante el día los banqueros centrales. Durante una entrevista, insistió en que “vamos a necesitar más alzas en los tipos de interés”. Además, el exsecretario matizó que es posible que no solo tenga que realizarse este alza una vez, sino que en los meses posteriores podría ser necesario reincidir y extender un ciclo que muchos ya daban por terminado.