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Economía

Las relaciones entre China y Australia han sido tensas durante algún tiempo. Pero ahora hay indicios de un acercamiento. Y esto no sólo beneficiaría a ambos países.

El primer ministro de Australia, Anthony Albanese, a la izquierda, se reúne con el presidente de China, Xi Jinping, en el Gran Salón del Pueblo en Pekín, China, el lunes 6 de noviembre de 2023.© Lukas Coch/AAP/AP Photo/picture alliance

La reunión del primer ministro australiano, Anthony Albanese, con el líder chino, Xi Jinping, en Pekín, tenía como objetivo mejorar las relaciones entre ambos países, según declaró el propio mandatario australiano. Unas relaciones que se deterioraron después de que Canberra solicitara información a China sobre el brote de la pandemia de coronavirus. Pekín, hasta la fecha, se ha negado a cooperar con la comunidad internacional en este asunto y facilitar unos datos que son esenciales para comprender el brote de Covid-19 y prevenir futuras pandemias que podrían afectar a millones de personas.

Las democracias se alejan

El enfrentamiento con la opinión pública mundial por el brote de coronavirus es sólo uno de los muchos ejemplos que muestran cómo la posición de China en el mundo libre, incluso hacia Australia, ha dado un giro negativo. Las encuestas realizadas en todas las democracias muestran que Xi Jinping se ha extralimitado con una diplomacia agresiva y ha desencadenado políticas exteriores y comerciales destinadas a reducir riesgos o incluso a “desacoplarse” de la economía china.

Desde Australia hasta la India, se están formando nuevas alianzas militares o se están reforzando las ya existentes, y Estados Unidos juega un papel indispensable para los países de la periferia inmediata de la República Popular amenazados por China. Todo lo contrario de lo que Xi quería conseguir en realidad.

Por lo tanto, la técnica de seducción dirigida hacia Australia puede interpretarse como un intento de reducir la agresión china en esta región del mundo.En los últimos tiempos, la armada china se había desplegado cerca de la costa australiana para intimidar a Canberra y enfatizar la pretensión del mandatario chino de ser la superpotencia imperial en el Pacífico. En la actualidad, también el aliado más importante de Canberra, EEU. UU, recibe en forma cautelosamente positiva los leves signos de distensión.

Incluso se está sondeando la posibilidad de que el presidente estadounidense, Joe Biden, y el líder chino, Xi Jinping, se reúnan personalmente en San Francisco en noviembre, al margen de una cumbre económica.

El interés de China en una situación confusa

Estados Unidos, estrecho aliado de los países que bordean el Pacífico occidental, sobre todo de la pequeña nación insular de Taiwán, está enfrentado a Pekín por una serie de cuestiones. Por tanto, cualquier relajación de las tensiones es bienvenida, especialmente desde una perspectiva geopolítica para Washington, mientras que la supervivencia económica desempeña el papel decisivo para Pekín. Como estrecho aliado de Ucrania, Israel y Taiwán, a EE. UU le convendría que China utilizara su influencia sobre Rusia, Corea del Norte, el grupo terrorista Hamás e Irán para obligarles a desescalar la situación. Pero a pesar de los anuncios en sentido contrario, Pekín no ha hecho ningún intento de actuar como mediador en ninguno de los conflictos existentes, sino que sigue interesado en que la situación sea lo más compleja posible porque, a ojos de Xi Jinping, esto acapara la atención de Estados Unidos.

Sin embargo, el Partido Comunista necesita una economía floreciente para sobrevivir, y el país sólo puede gozar de sus beneficios si participa en el comercio mundial y éste sigue siendo funcional. Cuantas más guerras inicien los aliados de China con la aprobación de Pekín, más difícil le resultará a Xi Jinping mantener al pueblo chino en línea con su promesa de “socialismo con características chinas”.

Mientras, Estados Unidos sigue siendo la potencia económica mundial, con unas cifras de empleo que se han disparado en los últimos meses, al tiempo que Pekín tiene que convivir con las cifras de desempleo más altas desde que hay registros.

Sólo un primer paso

En este sentido, el deshielo que acaba de iniciarse entre la República Popular China y Australia es una buena noticia para las economías de ambos países, después que en los últimos años Pekín dejara más de una vez que mercancías procedentes de Australia se pudrieran en los puertos chinos y no aceptara ni pagara los productos encargados.

Cuanto más se recupere el comercio, mejor para la economía china. Además, por su nueva línea conciliadora en lo económico, Xi Jinping pedirá a Camberra que pague con la moneda de la lealtad política si, por ejemplo, Pekín se ve envuelto en otra disputa con Estados Unidos o el Reino Unido, ambos estrechos socios de Australia. Por ahora, la reunión entre el mandatario chino y Albanese es un éxito. Lo que resulte de ella a largo plazo es todavía incierto.

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