Ha vuelto cierta calma a los mercados financieros. Pero la preocupación se mantiene, ya que no hay certeza de que la crisis haya terminado realmente tras la absorción del tambaleante Credit Suisse por parte de UBS.
Para Martin Lück, jefe estratega de la mayor gestora de activos del mundo, Blackrock, la compra del banco suizo Credit Suisse por parte del UBS se puede graficar “como si se hubiera ido un zombi, pero estuviera surgiendo un monstruo”, en referencia al “nuevo UBS”. “El riesgo se amortigua, de momento, porque el banco débil queda fuera del mercado y recibe el apoyo masivo de un banco más fuerte, que es aproximadamente el doble de grande”, afirmó Lück al Neue Zürcher Zeitung, a principios de esta semana.
Este nuevo UBS está fuertemente asegurado por garantías adicionales, pero “esto también crea un banco enorme, que resulta demasiado grande para quebrar”, pues el nuevo banco, con unos activos totales de casi 1,58 billones de euros, será dos veces mayor que el producto interno bruto de Suiza. El UBS ya opera en todo el mundo, tanto en gestión de patrimonios como en banca de inversión. Esta es una de las razones por las que los principales bancos centrales acordaron el pasado fin de semana ampliar las posibilidades de que los bancos comerciales tomen prestamos de dólares a corto plazo. Se trata de evitar una escasez de liquidez en el sistema financiero mundial.
Severos recortes
Con la fusión, la dirección actual de UBS se enfrenta a una tarea hercúlea. El consejo de administración está dirigido por el experimentado banquero Colm Kelleher, que trabajó durante 30 años para el banco de inversión estadounidense Morgan Stanley. Por otra parte, desde 2020 la dirección operativa está en manos del holandés Ralph Hamers, anteriormente al frente del gran banco ING. Él es quien ahora tiene que arreglar el desaguisado, porque hasta una quinta parte de los 50.000 empleados de Credit Suisse podrían perder su empleo debido a la desaparición de ese banco. “Hay enormes solapamientos en los modelos de negocio”, dice Martin Lück, de Blackrock, refiriéndose a las divisiones de gestión de activos y banca de inversión. “Harán falta recortes significativos para que este banco sea rentable”.
Hamers trabajó para el grupo financiero holandés ING durante casi 30 años, hasta su nombramiento al frente de UBS, en septiembre de 2020. Tras la crisis financiera, reestructuró el banco, que dirigía desde 2013, y también lo transformó en un banco moderno y digitalmente innovador. No obstante, su reputación se ha visto dañada por un escándalo de blanqueo de dinero, que el banco zanjó hace cinco años con un pago de 775 millones de euros, peroque todavía sigue bajo investigación.
Otro afectado con la desaparición de Credit Suisse es la autoridad suiza de supervisión bancaria Finma, que tiene una tarea aún mayor por delante. Ya se ha criticado su falta de supervisión de Credit Suisse, cuyas dificultades se conocían desde hace meses. ¿Debería la autoridad supervisora haber observado y, sobre todo, actuado antes? Esta es sólo una de las preguntas que se escuchan en los mercados durante estos días.
¿Qué hará la Reserva Federal estadounidense?
En las jornadas y las semanas venideras también será interesante ver qué bancos se benefician de la reciente fusión. Porque Credit Suisse y UBS son, en realidad, rivales acérrimos. Muchos clientes escogieron uno de estos bancos por rechazo al otro. Otros, en cambio, mantenían relaciones comerciales con ambas instituciones porque querían diversificar. Estos clientes podrían ahora trasladar sus cuentas a otros bancos más pequeños, o a sociedades de gestión de activos en Suiza, o en el resto de Europa.
También queda por ver qué reacción tendrá la Reserva Federal de EE.UU. a corto plazo. Esto es algo que los operadores bursátiles esperan con impaciencia ante las turbulencias vividas desde el miércoles (15.03.2023) en los mercados financieros. ¿Mantendrá este organismo su política restrictiva para luchar contra la inflación? La experta en divisas de Commerzbank, Antje Praefcke, dice: “que yo recuerde, las expectativas antes de una reunión de tipos de interés de la Reserva Federal nunca han divergido tanto, de 0 a 25 ó 50 puntos básicos”. Esto es comprensible, después de todo, los problemas del sector bancario se originaron en EE.UU.