El índice de precios de alimentos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) apunta a que el coste de los cereales y de los aceites vegetales registran un ajuste anual de un 18,6% y de un 47,7%, respectivamente. Este indicador, que mide el precio de alimentos básicos a nivel mundial, fue de los primeros en avisar del encarecimiento que se iba a producir en productos alimenticios de los países desarrollados.
El índice de referencia de los precios internacionales de las materias primas alimentarias disminuyó por duodécimo mes consecutivo en marzo, con un 2,1% menos que en febrero y un 20,5% inferior al mismo mes de 2022, debido sobre todo a la caída de las cotizaciones mundiales de cereales y aceites vegetales. Estas caídas a medio y largo plazo debería comenzar a notarse en la cesta de la compra de los hogares de todo el mundo.
El índice FAO fue de los primeros en reaccionar ante las consecuencias de la ocupación rusa a Ucrania y ya estaba avisando antes del conflicto de que el elevado precio de los aceites vegetales, como el aceite de palma o de coco, estaban sufriendo, se debía a la presión de la demanda en Asia para destinarlos a la producción de biocombustible.
En el actual episodio inflacionista ha dejado de preocupar el precio de la energía para estar en el foco el precio de los alimentos. El último dato disponible en España, de febrero, señala que el precio de los alimentos crece a una tasa anual del 16,7%. El Banco de España, hace pocas semanas, anticipaba que los precios de productos destinados para la alimentación iban a seguir subiendo por encima del 12%.
El último informe de la FAO debería traer buenas noticias para los consumidores a largo plazo. Al final, los precios internacionales se terminan reflejando en los mercados nacionales. El organismo ha informado de que el índice de precios de los alimentos alcanzó en marzo un promedio de 126,9 puntos, un 2,1% menos que el mes anterior, y “los suministros, la demanda de importación moderada y la extensión de la Iniciativa del acuerdo del grano en el Mar Negro contribuyeron a la caída”.
El índice de precios de cereales de la FAO disminuyó un 5,6% respecto a febrero y el del trigo cayó un 7,1%, empujados a la baja por una fuerte producción en Australia, mejores condiciones de cultivo en la Unión Europea, altos suministros de la Federación Rusa y exportaciones en curso de Ucrania desde sus puertos marítimos.
Mientras que los precios mundiales del maíz bajaron un 4,6%, debido en parte a las expectativas de una cosecha récord en Brasil, los del arroz disminuyeron un 3,2% en medio de las cosechas en curso o inminentes en los principales países exportadores, incluidos India, Vietnam y Tailandia.
“Si bien los precios cayeron a nivel mundial, siguen siendo muy altos y continúan aumentando en los mercados nacionales, lo que plantea desafíos adicionales para la seguridad alimentaria”, explicó el organismo.
“Esto sucede sobre todo en los países en desarrollo importadores netos de alimentos, cuya situación se ve agravada por la depreciación de sus monedas frente al dólar estadounidense o el euro y la creciente carga de la deuda”, destacó Máximo Torero, economista Jefe de la FAO.
El índice de precios de los productos lácteos de la FAO bajó un 0,8% en marzo y, por el contrario, el del azúcar aumentó un 1,5% a partir de febrero hasta su nivel más alto desde octubre de 2016, lo que refleja la preocupación por la disminución de las perspectivas de producción en India, Tailandia y China, mientras que el de la carne subió ligeramente, un 0,5% el mes pasado.