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Economía

Los matices políticos de la candidatura de Dilma a la presidencia del Banco BRICS

Valdir da Silva Bezerr
Recientemente, el Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) —conocido popularmente como el Banco de los BRICS— inició un proceso de transición en su liderazgo.
Su actual presidente desde julio de 2020, el brasileño Marcos Troyjo, dejará el cargo hasta el 24 de marzo, dejando espacio para la nominación de un nuevo nombre por parte de Brasil, que deberá asumir el cargo hasta el año 2025.
Durante el mandato de Troyjo, el NDB alcanzó algunos hitos políticos importantes. En este sentido, se puede citar, por ejemplo, la primera ampliación oficial de sus miembros para incluir a Bangladés, Uruguay, Egipto y los Emiratos Árabes Unidos, ampliando el alcance global de la institución en América Latina, Oriente Medio, África y Asia. También en 2021 se produjo la apertura de la oficina regional del NDB en la India.
La expresidenta de Brasil Dilma Rousseff y el expresidente Luiz Inacio Lula da Silva  - Sputnik Mundo, 1920, 17.02.2023

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Sin embargo, la era de Marcos Troyjo está llegando a su fin y ya hubo movimientos para sustituirlo en la institución, que podría ser dirigida por la expresidenta brasileña Dilma Rousseff. A principios de mes, Rousseff —un nombre avalado por el Gobierno de Lula— llegó a reunirse virtualmente con los ministros de Finanzas de los países BRICS, precisamente para promover su candidatura a la presidencia de la institución.
Aunque Rousseff deba esperar la aprobación de la Junta de Gobernadores (compuesta por los ministros de finanzas de los BRICS) para asumir el cargo, su nombre ya se da prácticamente por hecho como presidenta del NDB debido a una serie de factores.
1.

Primero, porque la representación brasileña en la Junta de Gobernadores del Banco de los BRICS está en manos del actual ministro de Hacienda, Fernando Haddad, también nombrado por el actual Gobierno de Lula.

2.

Segundo, porque es probable que Rousseff forme parte de la comitiva que acompañará a Lula en su visita a China (principal potencia de los BRICS), prevista para este mes, lo que aumentará el apoyo del país asiático al nombre de la expresidenta que, al asumir el cargo, debería trasladarse a la ciudad china de Shanghái, donde se encuentra la sede del Banco.

En este contexto, ¿qué podemos esperar de una eventual presidencia de Dilma Rousseff en el Nuevo Banco de Desarrollo? En principio, la respuesta a esta pregunta puede dividirse en términos prácticos y términos político-simbólicos.
Desde un punto de vista práctico, no podemos esperar grandes cambios en el funcionamiento del Banco bajo la presidencia de Rousseff. En primer lugar, porque ella asumirá el cargo casi a la mitad del mandato brasileño, cuyo fin está previsto para 2025, sin posibilidad de renovación.
Lula da Silva - Sputnik Mundo, 1920, 16.02.2023

América Latina

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Aquí cabe recordar que la presidencia del NDB se alterna cada cinco años entre los representantes de los países BRICS. El primer presidente del NDB fue Vaman Kamath, de la India, que estuvo al frente de la institución de 2015 a 2020.
En segundo lugar, porque dentro de la estructura organizativa del NDB, el papel del presidente se limita relativamente a dirigir las actividades más rutinarias de la institución, además de organizar sus negocios mediante una acción conjunta con el Consejo de Administración.
Además, la mayor parte de los poderes del Banco residen en la Junta de Gobernadores, órgano responsable de elaborar las principales estrategias de asignación de recursos e inversión de la institución. En la actualidad, el NDB tiene casi 100 proyectos en los cinco países miembros de los BRICS en sectores como la energía limpia, las infraestructuras de transporte, el regadío, la gestión de los recursos hídricos y el saneamiento, el desarrollo urbano, las infraestructuras sociales y la eficiencia medioambiental, entre otros.
Otro factor que puede limitar los cambios prácticos en la gestión del Banco bajo la presidencia de Rousseff se refiere a la ya aprobada Estrategia General del NDB para los años 2022-2026, un documento que determina las principales directrices de las actividades del Banco para los próximos años y que no se espera que cambie hasta el final del período.
Sin embargo, aunque en términos prácticos la elección de Rousseff como presidenta del NDB —en teoría— no debería traer grandes cambios, es en el ámbito político y de los “símbolos” donde la presencia de la expresidenta brasileña al frente de la institución podría jugar un papel importante.
Cabe señalar que fue precisamente en la Cumbre de los BRICS de 2014 en Fortaleza, bajo la presidencia de Dilma Rousseff, que se anunció la creación del NDB, lo que de por sí lo inviste de un capital simbólico importante para la historia de la institución.
De hecho, la iniciativa de crear el Banco representó un movimiento político único en la mejora de la cooperación entre los países BRICS, proporcionando una estructura alternativa —liderada por las economías de mercado emergentes— dentro de la gobernanza financiera mundial.
No sin razón, la primera estrategia general del NDB ya mencionaba que el Banco era una expresión del creciente papel de los BRICS y de los países en desarrollo en la economía mundial, representando su mayor voluntad de actuar con independencia de los grandes centros de poder tradicionales del sistema (léase aquí el G7).
A su vez, aunque no pretende sustituir propiamente a los organismos de Bretton Woods, ya que cumple funciones distintas a las del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, el NDB es un símbolo de la insatisfacción de los BRICS con la lentitud de las reformas de estas instituciones y con el hecho de que la toma de decisiones económicas internacionales siga en manos de un selecto grupo de potencias occidentales.
En un discurso en la ONU en 2014, por ejemplo, la entonces presidenta Dilma Rousseff ya llamó la atención sobre el imperativo de eliminar “la disparidad entre la creciente importancia de los países en desarrollo en la economía mundial y su insuficiente representación y participación en los procesos de toma de decisiones de las instituciones financieras internacionales”.
Esta posición reflejaba una época de la política exterior brasileña en la que el país, junto con los demás BRICS, emprendió esfuerzos para mejorar su posición en el FMI y el Banco Mundial, indicando la intención de Brasil de desempeñar un papel más activo en el mundo.
Sí, por mucho que bajo una visión inmediata el cambio de Marcos Troyjo por Dilma manifieste el simple deseo del Gobierno de Lula de deshacerse de los marcos políticos anteriores a la Administración de Jair Bolsonaro, y por mucho que no vaya a traer mayores consecuencias para el funcionamiento del BND, hay que admitir que tiene un significado político y simbólico nada desdeñable.
Este significado está relacionado con el carácter de una época en la que Brasil y los BRICS se movieron al unísono para ganar cada vez más voz dentro del sistema.
Si miramos al pasado reciente, por lo tanto, sería posible decir que el principal matiz político detrás de la nominación de Dilma a la presidencia del NDB representa precisamente eso: el símbolo de la posición antihegemónica de Brasil en las relaciones internacionales y, por qué no decirlo, de los propios BRICS.

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