Jimena Ortiz*
El año 2024 será una prueba importante para los sistemas democráticos en el mundo con importantes efectos en la economía global que no debemos desestimar. Cuatro mil millones de personas en más de 50 países (casi la mitad de la población mundial) votarán en elecciones de carácter nacional, cuyos resultados probablemente darán nuevas formas a las relaciones internacionales en los años o décadas por venir.
Las tensiones entre Estados Unidos y China afectaron la economía mundial en 2023, extendiendo las repercusiones de la guerra en Ucrania. Golpes de Estado en Níger y Gabón contribuyeron al retroceso democrático global, mientras el conflicto entre Hamás e Israel dejó miles de muertos. Para países sancionados como Irán, unirse a los BRICS ofrece opciones diplomáticas, atrayendo a otras naciones sancionadas. Bangladesh tuvo elecciones con quejas de falta de libertad y justicia. Taiwán enfrenta elecciones con la amenaza china de retomar la isla por la fuerza. Indonesia y Pakistán tendrán elecciones cruciales, con Imran Khan encarcelado. En las elecciones presidenciales rusas de marzo, se espera la victoria de Vladimir Putin. La India celebrará elecciones parlamentarias en abril y mayo, lideradas por el BJP de Narendra Modi. México tendrá una presidenta, posiblemente, Claudia Sheinbaum, tras las elecciones en junio. La Unión Europea celebrará elecciones parlamentarias en junio, con un posible resurgimiento de la extrema derecha. Se anticipan elecciones en Gran Bretaña antes de 2024, donde Keir Starmer del Partido Laborista podría derrotar al gobierno conservador.
Por su parte, la permanencia del primer ministro Netanyahu es incierta, y enfrenta desafíos por la posible pérdida de apoyo interno o de Estados Unidos. La situación global revela la decadencia de la ONU frente a la invasión de Ucrania y el sesgo hacia Palestina. Occidente pierde relevancia ante el aumento del uso de la fuerza y de posturas militaristas. A nivel interno, la preocupación de Occidente radica en la economía estancada debido a las elecciones europeas y presidenciales estadounidenses. Aunque la economía global tuvo un 2023 mejor de lo esperado, China y Alemania enfrentan crisis. Además, los ataques hutíes en el mar Rojo amenazan el comercio global, con lo que, el 2024 se avizora complicado en cuanto a crecimiento económico mundial, una vez más por disrupciones en las cadenas de suministro a causa de conflictos bélicos. En Estados Unidos, la elección presidencial presenta tensiones entre demócratas y republicanos. Biden busca la reelección frente a Trump, prometiendo restaurar el “gran” pasado de Estados Unidos. La polarización social debilita las instituciones políticas, afectando la posición global de Estados Unidos. La crisis climática persiste, sin respuestas efectivas para la descarbonización de sociedades y formas de consumo, producción y transporte.
Como señala la periodista, Patricia Cohen, en democracias robustas, las elecciones de 2024 se llevarán a cabo en contextos de creciente desconfianza en los gobiernos que se retroalimentan de profundas divisiones entre los electores y una constante ansiedad por las perspectivas económicas. Incluso en países donde los comicios carecen de transparencia, los líderes expresan preocupación por la salud económica. Por ejemplo, el presidente Vladimir Putin instó a los exportadores a convertir divisas a rublos para fortalecer la moneda rusa y controlar la inflación previa a las elecciones presidenciales de marzo. Destaca que los ganadores tomarán decisiones políticas cruciales, desde subsidios, control o descontrol de la deuda, mayores mejoras u obstáculos regulatorios y, por supuesto, el diseño y la instrumentación de la transición energética.
Un aumento de populistas en el poder podría resultar en medidas más restrictivas en comercio, inversión extranjera e inmigración, alterando el escenario económico global, según Diane Coyle, profesora de Políticas Públicas en la Universidad de Cambridge. Las elecciones presidenciales en Estados Unidos, consideradas las más relevantes a nivel mundial, ya influyen en decisiones, como la suspensión de aranceles entre Washington y Bruselas. A nivel global, el crecimiento sigue siendo lento, y varios países en desarrollo enfrentan riesgos de insolvencia. Por otro lado, la rápida caída de la inflación lleva a los bancos centrales a pensar en que es momento de reducir tasas de interés, estimulando la inversión y la compra de viviendas. China, India y Turquía aumentaron sus compras de recursos energéticos rusos tras la reducción europea debido a la invasión a Ucrania. Las tensiones entre China y Estados Unidos impulsan a Washington a incentivar la industria, mientras amplía una coalición para proteger rutas comerciales. A pesar de estos movimientos, la incertidumbre modera la economía, ya que las empresas adoptan actitudes conservadoras en inversión, y en cuanto a contratación de deuda. Este contexto refleja un redireccionamiento significativo del comercio mundial desde la invasión rusa a Ucrania en 2022.
En cuanto a México, en el marco del Proceso Electoral 2023-2024, el país enfrentará el desafío de realizar las elecciones más extensas de su historia, abarcando desde la elección presidencial hasta la selección de gobernadores en nueve estados, así como diversos cargos a nivel local. Las expectativas económicas para 2024, evaluadas por expertos encuestados por el Banco de México (Banxico), apuntan a un modesto crecimiento del 2.29%. La inflación, clave en las decisiones de política económica, se mantiene por encima de la meta de Banxico, con previsiones de cerrar el año en un 4.02%, apenas una ligera disminución respecto al 4.46% registrado en diciembre.
Un aspecto alentador es el papel de México como principal exportador a Estados Unidos, superando a China en importancia. Este cambio podría fortalecer la economía mexicana. Además, se destaca el notorio aumento en la inversión fija, especialmente en construcción no residencial, indicando un impulso en la capacidad productiva con un crecimiento anual del 23.5% en septiembre de 2023, como bien señala Eugenio Gómez.
Sin embargo, la historia ha demostrado que México ha desaprovechado oportunidades cruciales en el pasado. Las elecciones presidenciales, marcadas por la posibilidad de volatilidad e incertidumbre, plantean el reto de elegir un o una líder capaz de superar obstáculos como la infraestructura deficiente, la inseguridad y la falta de un pleno Estado de derecho. Aunque se vislumbra un potencial crecimiento económico superior al 3% en 2024, es fundamental que el ganador de las elecciones promueva un entorno favorable.
En medio de un año convulso, con crisis políticas, menor crecimiento económico y la amenaza de nuevos populistas, México se encuentra ante una encrucijada crítica. Las tensiones internacionales, el ascenso de los BRICS y la “nueva guerra fría” entre China y Estados Unidos añaden complejidad al escenario. Aprovechar las oportunidades de inversión internacional implica adoptar modificaciones estructurales para ser un país atractivo a la inversión. En este contexto, preservar la confianza en el sistema electoral resulta esencial. La coyuntura actual ofrece desafíos y oportunidades, y es imperativo que México tome decisiones acertadas para avanzar hacia un futuro próspero.