En este episodio de ‘Keiser Report’, Max y Stacy analizan la escasez de chips que afecta a la fabricación de toda clase de productos, provocada por la reducción de las previsiones de demanda de los fabricantes que imaginaban que la pandemia afectaría negativamente al consumo, algo que no ha sucedido debido a la emisión de moneda desbocada. En la segunda parte, Max conversa con John Titus, que habla sobre su solicitud de información a la Reserva Federal de EE.UU.
Las compañías tecnológicas estadounidenses como Intel deslocalizaron la fabricación de chips semiconductores a Asia y se han dedicado a “dilapidar” miles de millones de dólares en recomprar sus propias acciones. Pero ahora, ante la escasez de esos dispositivos, Intel reclama ayudas por 50.000 millones de dólares a la Reserva Federal de EE.UU., supuestamente para aumentar la fabricación de chips semiconductores en el país norteamericano, critican los presentadores del programa.
Según Max, la emisión de moneda y los intereses del 0 % “han permitido que Intel se dedique a recomprar todas sus acciones en lugar de invertir en gastos de capital, de ofrecer nuevas oportunidades de negocio o de contratar a más personal”. “Y ahora que están sin chips, ¿de dónde sacan el dinero para cubrir la demanda? Pues del que emite el banco central, lo cual no hace sino agravar el problema“, afirma.
“La situación está fuera de control”
“Toda la producción de chips” se ha trasladado a la taiwanesa TSMC, porque los de “Intel fueron tan vagos que ni siquiera se dignaron a levantarse de la cama. Prefirieron financiarizar la empresa y vaciarla por dentro, porque era más fácil y daba más dinero, en lugar de ponerse a trabajar”, condena Stacy. Además, señala que algo similar está ocurriendo con muchos ciudadanos estadounidenses de a pie, que prefieren no trabajar gracias a las ayudas económicas que reciben del Gobierno.
Por su parte, el invitado de este capítulo, John Titus, recuerda que la deuda pública de EE.UU. asciende ya a 28 billones de dólares y asegura que no se puede sostener una economía en la que la deuda aumenta a mayor ritmo que el PBI. “La propia Reserva Federal reconoce que la situación está fuera de control, y no da la sensación de que haya nadie capaz de echar el freno“, concluye.