Nigeria lo tenía todo para ser uno de los países más avanzados de África. Su territorio tiene por ‘decreto divino’ las segundas mayores reservas probadas de petróleo dentro del continente, además de contar con salida al mar, algo de lo que no pueden presumir todos los países africanos. Sin embargo, Nigeria no ha sido capaz de explotar sus recursos naturales con éxito y mucho menos lograr que los pocos beneficios obtenidos sirvan para mejorar la vida del conjunto de la población. Además, la situación de la industria petrolera, en plena caída, parece no haber tocado fondo todavía. Nigeria se enfrenta a una fuga de empresas extranjeras ante el ‘descubrimiento de las Américas’
Nigeria tiene unas reservas probadas de petróleo (rentable y técnicamente extraíble) que superan los 36.000 millones de barriles, una cantidad similar a la de EEUU. Sin embargo, mientras que EEUU produce entre 12 y 13 millones de barriles de petróleo por día (mbd), Nigeria está siendo incapaz de mantener el bombeo por encima del millón de barriles diarios. Este país llegó a producir hasta 2,5 millones de barriles de petróleo por día, pero los sabotajes, la corrupción y la falta de estrategia e inversión han provocado que su bombeo caiga hasta los 1,2 – 1,3 millones de barriles diarios de crudo.
La historia del rey africano del petróleo es cuando menos curiosa y está llena de contradicciones o paradojas. Nigeria es uno de los principales productores de petróleo de África, pero importa productos refinados del petróleo para su propio uso, lo que deja entrever la incapacidad de su tejido industrial y sus instituciones para aprovechar el máximo el ‘oro negro’ que se esconde bajo su suelo. El sector nacional de petróleo y gas natural ha tenido problemas durante muchos años, y la mayoría de sus refinerías estatales operan muy por debajo de su capacidad debido al mantenimiento deficiente.
Nigeria en la OPEP
Aunque lejos de los grandes productores como Arabia, Rusia, Irán o Estados Unidos, Abuya era no solo el epicentro del sector petrolero de toda África, sino un actor determinante a nivel global. Sin embargo, ahora que los pozos comienzan a abrirse en todo tipo de países, la OPEP tuvo que reducir el objetivo de producción de Nigeria a 1,38 millones de barriles ante sus datos de producción.
Finalmente, no ha logrado alcanzar esta cifra, y a lo largo del año en muchos meses ni siquiera logró alcanzar el millón de barriles diarios. La que fuera una de sus grandes armas ahora solo supone un 5% del PIB y su gobierno, conocedor de que esta es una de las grandes bazas para impulsar su crecimiento, está inmerso en un programa para volver a sus ‘años dorados’ impulsando la producción hasta los 2,6 millones de barriles diarios para 2026, pero la realidad parece muy diferente.
Fuga de petroleras
Esta misma semana, Shell, que ha sido históricamente una de las empresas que más ha apostado por la región, ha anunciado que abandona el sector petrolero terrestre del país del Sahel debido a los grandes peligros que rodean actualmente extraer allí. Esta ha sido la última, pero no la única, pues Exxon, Enni, Equinor y Addax ya han vendido sus filiales allí o desinvertido en sus pozos. Todas ellas han aludido a motivos de seguridad y, además, los problemas en infraestructura se han saldado con grandes casos de corrupción y problemas climáticos de primer orden que han requerido inversiones de miles de millones de dólares.
La desinversión de las multinacionales de petróleo y gas en el Delta del Níger comenzó hace más de una década, pero ahora ha alcanzado un punto álgido. Hordas de grandes empresas de petróleo y gas han abandonado el mercado nigeriano este año. El momento elegido es cuando menos curioso teniendo en cuenta que se van cuando el petróleo se encuentra por encima de los 80 dólares el barril y pocos años después de que el país abriera sus puertas a una exploración más amplia, cortesía de la Ley de la Industria del Petróleo (PIA) de 2021.
“A pesar de los esfuerzos de limpieza, estos se ven afectados permanentemente por sabotaje, robos, refinerías ilegales para el blanqueo de capital y corrosión de oleoductos”
Un ejemplo de esto han sido los grandes derrames que se han ido sucediendo. En particular, ha destacado en los últimos meses el caso de Bayelsa, uno de los principales estados dentro de Nigeria en producción. Según los últimos informes elaborados por el propio Gobierno, se necesitan una inversión de 12.000 millones de dólares para asegurar la zona tras décadas de contaminación por parte de Shell y Eni, responsables según el Ejecutivo de la mayor parte.
El informe deja claro que hay “fallos de estrategia, prevención, respuesta y protección por parte de las compañías petroleras”. Sin embargo, aunque algunos de estos derrames pueden venir de la mano de malas prácticas, la realidad es que en buena medida los expertos apuntan a que el sabotaje por parte de bandas armadas y el vandalismo sobre los oleoductos son una de las principales causas.
Desde el ISS explican que el Delta del Níger se ha convertido en “uno de los lugares más contaminados de la tierra tras medio siglo de derrames”. El motivo detrás de los mismos es que “a pesar de los esfuerzos de limpieza, estos se ven afectados permanentemente por sabotaje, robos, refinerías ilegales para el blanqueo de capital y corrosión de oleoductos”.
Nigeria pierde 4.500 millones de dólares al año en petróleo por los sabotajes
Según un reciente estudio del instituto internacional, cerca del 75% de los vertidos se deben a robos y sabotajes de grupos armados y del crimen organizado. Unos actos que implican 4.500 millones de dólares perdidos cada año sólo en petróleo que Nigeria deja de producir, pero cuyo impacto es mucho más sensible, teniendo en cuenta que frena las inversiones para expandir aún más los pozos y la inversión. Los datos de ISS muestran cómo se han producido ya más de 6.000 derrames desde 2006.
Desde la Agencia Internacional de la Energía explicaban que la falta de inversión crónica está dejando obsoleta a la industria petrolera del país, que cada vez tiene más problemas técnicos para aprovechar su tesoro natural. “Además, un marco regulatorio deficiente, junto con el sabotaje, están desincentivando unos gastos muy necesarios”, aseguran desde la AIE.
El petróleo de América es más atractivo
Los expertos creen que, ante todos estos problemas, las compañías han encontrado una balsa de aceite en nuevos mercados como Guyana o Brasil, que les dan menos dolores de cabeza. De este modo, muchas han decidido abandonar Nigeria y volver al otro lado del Atlántico. “Las empresas están abandonando ahora las operaciones terrestres, que requieren menos capital, para centrarse en las operaciones extraterritoriales, da una imagen perfecta del riesgo que implica hacer negocios en Nigeria” explican los expertos SBM Intelligence, en declaraciones a Reuters.
Desde el propio Gobierno de Estados Unidos explicaban en un informe de 2022 cual era el problema para que Nigeria pudiera producir a pleno pulmón y por qué su industria cada vez era más raquítica. “El sector energético está intentando reformarse en el país, pero la confianza de los inversores está debilitada no solo por una incertidumbre regulatoria, sino por la seguridad”. Según el documento “los delitos violentos, secuestros y terrorismo, con Boko Haram y el ISIS presentes, han escalado hasta ataques directos a infraestructura de petróleo y gas desde 2016 hasta ahora”.
Según EEUU, estos grupos ilegales atacan la industria del crudo para abastecerse, haciendo que los inversores se planteen cada euro que invierten en una plataforma en el Delta del Niger. “Nigeria ha tenido problemas bien establecidos en materia de política en el sector petrolero, y las preocupaciones sobre la política cambiaria han impuesto restricciones a las inversiones. Probablemente, esa sea en parte la razón por la que se ha visto a las grandes empresas retirarse y desinvertir hasta cierto punto”, asegura Andrew Matheny, economista senior de Goldman Sachs, en su último informe.
¿El renacer del petróleo nigeriano?
Ahora Nigeria entra en una “nueva era” proclamada por el mismo presidente del país, Bola Tinibu. Que explicaba tras su nombramiento en mayo de este mismo año que el país conseguiría producir 2,6 millones de barriles diarios. Para ello no solo quiere reforzar la seguridad, garantizando los oleoductos, sino que pretende reducir el coste de producción de los hasta 40 dólares por barril actuales, unos costes elevados por los riesgos y la tecnología que se emplea, a cerca de 20 dólares por barril. “Estableceremos un marco para los costes basado en una tarifa estandarizada e implementaremos un régimen de acceso abierto para los oleoductos y gasoductos e instalaciones auxiliares” defendía el presidente en una reciente rueda de prensa.
De momento las empresas no están creyendo en las palabras de Tinibu y se marchan en un momento de absoluto efervescencia de la industria petrolera. Ahora todo depende de que las empresas locales, que han comprado los activos y proyectos de las grandes firmas internacionales, puedan lograr lo que no pudieron estas durante los últimos 20 años, sobreponerse a la falta de seguridad y lograr que el pulmón petrolero de África vuelva a latir a pleno pulmón.