Portugal fue uno de los países europeos que sintió con mayor intensidad la crisis financiera de 2007. La maltrecha economía lusa, al igual que España, Italia y Grecia, sufrieron el golpe inicial (2007-2009) y un segundo zarpazo, más duro si cabe, durante la crisis de deuda soberana (2010-2013) que estuvo a punto de romper el euro. Durante ese periodo, los medios anglosajones alumbraron un término peyorativo para denominar a estos países con serios problemas para financiarse en los mercados: los PIGS (del inglés Portugal, Italy, Greece y Spain). Aunque en la actualidad este término apenas se escucha, puesto que estos países han logrado estabilizar su deuda y se financian en los mercados, sin duda la historia de Portugal merece un capítulo aparte por su espectacular recuperación. La economía lusa se ha distanciado de los PIGS (que significa cerdos en inglés) en varios indicadores clave que auguran un futuro prometedor para el ‘vecino pobre’ de España.
¿Por qué la economía lusa no se puede encuadrar ya dentro de los PIGS? Son varios los factores diferenciales: Portugal es hoy el único de los PIGS que presenta superávit presupuestario; es la única economía que tiene una deuda pública por debajo del 100% del PIB; y, por último, su deuda está calificada por todas las agencias de rating como grado de inversión ‘A’ (una de las calificaciones más elevadas).
Además, la economía lusa presenta un crecimiento intenso y una tasa de paro más baja que el resto de los países del sur de Europa. En 2023, el PIB creció un 2,3%, tras presentar un avance del 6,8% en 2022, el mayor crecimiento desde 1987. Por otro lado, la tasa de paro se encuentra en el 6,6%, unos niveles muy inferiores a los de Grecia, España e incluso Italia.
Con estos indicadores parece poco razonable seguir metiendo a los lusos en el mismo ‘saco’ que al resto de los países del sur de Europa, al menos en términos de sostenibilidad de la deuda. Este hito se completó a principios del mes pasado, cuando Standard & Poor’s (S&P) elevó la calificación de Portugal a ‘A-‘, manteniendo la perspectiva en positivo, con lo que el país tiene ya la nota A de todas las agencias internacionales, algo que no ocurría desde hacía 13 años.
Hace poco más de tres años, la deuda pública lusa rozaba el 140% del PIB. Hoy, esta ratio se encuentra por debajo del 100% y bajando. Para entender mejor lo que está sucediendo merece la pena comprar la evolución de la deuda lusa con la española, otro de los ‘PIGS’. Los datos hablan por sí solos. En 2011, la diferencia de deuda pública era de 50 puntos sobre PIB a favor de España, hoy la diferencia es a favor de Portugal, que tiene unos 10 puntos menos de deuda sobre PIB. En Portugal la deuda está por debajo del 100% del PIB, mientras que en España supera el 109%. Un descenso que prosigue su marcha.
“La deuda bruta del gobierno general disminuyó hasta caer por debajo de 100% del PIB a finales de 2023, frente al más del 135% de finales de 2020, esta es una de las mayores caídas entre sus pares“, aseguraban desde la agencia Fitch en un informe publicado hace solo unas semanas.
Se tiende a argumentar que buena parte del éxito luso es producto de los sacrificios y esfuerzos del periodo 2011-2015 (reformas estructurales, recortes, devaluación interna). Hay parte de verdad en ello, pero también es cierto que una buena porción de esta ‘consolidación fiscal’ (si se puede llamar así) se ha producido desde en los últimos años, impulsada por un crecimiento económico sólido, la ayuda de la inflación (que reduce el peso de la deuda sobre PIB) y la contención en el gasto. Buena prueba de ello es que la deuda nominal, es decir, la deuda pública en euros apenas se ha movido durante todo 2023, mientras que en España, por ejemplo, habría crecido en más de 50.000 millones de euros. Por si esto fuera poco, todo hace indicar que el ‘milagro’ de la deuda portuguesa va a continuar.
La semana pasada, el Ministerio de Finanzas de Portugal revisó a la baja sus previsiones para la ratio de deuda pública del país hasta el 95,1% del PIB este año, tras caer al 99,1% en 2023, según revelan datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) publicados hace pocas semanas. La reducción del año pasado por debajo del 103% previsto en octubre por el Ministerio de Hacienda y la mejora del saldo presupuestario (superávit del 1,2% del PIB) llevaron al ministerio del centro de Lisboa.
Así, en la información enviada a Bruselas en el marco del procedimiento de déficit excesivo, las previsiones para este año, que son competencia del Ministerio de Hacienda, apuntan a una ratio de deuda sobre PIB del 95,1%.
Con todo, parece lógico que la agencia Fitch confirmara el 22 de marzo la nota ‘A’ de la deuda lusa y su perspectiva positiva. En el informe que acompañaba a la decisión, los economistas de la agencia destacaban que “la calificación de Portugal está respaldada por indicadores de gobernanza superiores a la media de países con calificación ‘A’, con fortalezas institucionales respaldadas por su membresía en la UE y la eurozona, y un historial de disciplina fiscal, que ha conducido a un proceso de desapalancamiento tras la crisis de deuda soberana de la eurozona”.