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Economía

Suecia y Suiza muestran el camino al BCE: se puede bajar tipos antes que la Fed

Primero Suiza… y ahora Suecia. Los bancos centrales de ambos países europeos han mandado una poderosa señal a su homólogo de la zona euro, el Banco Central Europeo (BCE): se pueden bajar los tipos de interés antes de que lo haga el gigante al que miran todos, la Reserva Federal de EEUU. Aunque desde el BCE ya se ha dado por segura la primera bajada de tipos del ciclo en la cercana reunión de junio (sería la primera desde septiembre de 2019), se han escrito ríos de tinta sobre los miedos del organismo a lanzarse al agua antes que el amigo americano, principal referencia de los mercados mundiales. El paso dado este miércoles por el Riksbank sueco alumbra el camino a los funcionarios de Fráncfort.

En un intento por ofrecer un respiro a la economía sueca golpeada por la recesión (cuatro trimestres seguidos de contracción), el Riksbank se ha adelantado a su colega de la eurozona y ha recortado su tipo de interés oficial en 25 puntos básicos, hasta el 3,75%, en su primer recorte desde 2016. En su declaración con la decisión, el Riksbank también ha telegrafiado dos recortes más de la misma magnitud antes de finales de año. “La inflación se está acercando al objetivo mientras que la actividad económica es débil”, han afirmado los responsables suecos en el comunicado. “Por lo tanto, el Riksbank puede relajar la política monetaria”.

La sensación entre los analistas es que el banco central sueco tendrá que recortar los tipos a un mayor ritmo del telegrafiado en la declaración y del que descuentan los mercados, algo que también puede servir de señal al mercado. “Esperamos que el Riksbank se mantenga a la espera en junio, cuando se publiquen las nuevas previsiones macroeconómicas, y que recorte los tipos una vez en el tercer trimestre y dos veces en el cuarto, con un tipo de interés oficial al final del año en el 3%”, vaticina Daniel Kral, analista de Oxford Economics.

La medida convierte al banco central sueco en el segundo entre sus pares del mundo avanzado, después del citado Banco Nacional Suizo, en embarcarse en una flexibilización post-pandemia. En marzo, el banco central helvético sorprendió a todo el mundo al recortar los tipos 25 puntos básicos hasta el 1,5%. Aunque las particularidades de la economía suiza han propiciado una inflación que ha sido la envidia de sus pares occidentales, el mensaje cobraba trascendencia mundial en la medida en la que se esperaba que en Berna fueran más prudentes y aguardaran un poco más para dar el paso. Sobre todo viendo las noticias que llegaban desde el otro lado del Atlántico: la inflación de EEUU ha empezado el año sorprendiendo al alza y el calendario de recortes de tipos de la Fed para 2024 se ha complicado enormemente.

Aunque admite que “los argumentos a favor de la relajación de la política monetaria son más sólidos para el Riksbank que para el BCE, ya que la economía sueca se mantuvo en recesión en el primer trimestre, el desempleo ha ido en aumento y la inflación ha sido significativamente inferior a la prevista en lo que va de año”, Andrew Kenningham, analista de Capital Economics, subraya que la decisión de Suecia y Suiza “confirma que los banqueros centrales europeos no tienen ningún problema en empezar a recortar los tipos antes que la Fed”.

De hecho, no dejar de ser significativo el movimiento del banco central sueco dados los ecos que llegan de EEUU, donde solo un más relajado informe de empleo de marzo ha devuelto las esperanzas de que la Fed recorte tipos en septiembre: los operadores ya ponían en duda que hubiera bajadas este año. “Los riesgos que pueden provocar un nuevo aumento de la inflación en Suecia están relacionados principalmente con la fuerte economía estadounidense”, recoge la declaración del Riksbank.

Unos temores que retumban en la sala de reuniones del BCE y que complican la travesía a partir de la puerta de entrada al verano. Aunque el BCE insiste en que no depende de la Reserva Federal y Lagarde fue contundente en ello en la última reunión, una brecha cada vez mayor en los tipos de interés entre los bancos centrales más grandes del mundo debilitaría al euro e impulsaría la inflación europea. Este es uno de los temores del BCE: moverse antes que la Reserva Federal puede debilitar al euro (de hecho esto ya ha sucedido), reanimar a la inflación, provocando que esa rebaja de tipos pase a la historia como un ‘error’ de política monetaria.

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