Los centros sanitarios apenas tienen agua potable, comida, medicinas ni camas para atender a los heridos, que ya suman cerca de 10.000, según denuncian médicos y organizaciones humanitarias
Los hospitales de la franja de Gaza se encuentran al borde del colapso. Mientras cientos de heridos ingresan cada día en los centros sanitarios de la Franja, el bloqueo completo por tierra, mar y aire que ha impuesto Israel tras el ataque de Hamás del 7 de octubre ha dejado a este enclave sin suministros de electricidad, agua, alimentos o medicinas.
“Se espera que las reservas de combustible en todos los hospitales de Gaza duren unas 24 horas más”, señaló el lunes la Oficina de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA). Y sin combustible, “la vida de miles de pacientes” está en riesgo, en especial la de aquellos internados en unidades de cuidados intensivos, los recién nacidos en incubadoras y los pacientes que requieren diálisis. El director general del Hospital de la Amistad Turco-Palestina, Sobhi Skik, calcula que tienen electricidad para 48 horas. Es el único con servicio oncológico.
“Todo lo que se hace ahora es para salvar vidas”, sin posibilidad de efectuar otro tipo de actuaciones, puntualiza Mohamed Abu Mughaisib, coordinador médico adjunto de un equipo de Médicos sin Fronteras en la Franja, en un audio difundido por la ONG. Las 3.500 camas que la ONU calcula que suman todos los centros sanitarios de la Franja no son, además, suficientes para atender a todos los pacientes. En tan solo 10 días, cerca de 10.000 personas han resultado heridas a consecuencia de los ataques con misiles de las Fuerzas Armadas israelíes, que han matado a más de 2.800. Solo se está operando en los casos más urgentes por la falta de recursos, según doctores que trabajan en Gaza citados por la agencia Reuters.
El portavoz del Ministerio de Salud de Gaza, Ashraf Al Qidra, ha pedido a los gazatíes que se dirijan al hospital Al Shifa, el mayor de la Franja, para donar sangre. “Si el hospital deja de trabajar, el mundo entero será responsable de los cientos o miles de pacientes que dependen de nuestro servicio”, ha dicho este lunes. El centro médico, situado en la capital y donde se refugian decenas de miles de civiles, acaba de enterrar 100 cadáveres porque no cabían en la morgue. También se han acabado los analgésicos y apenas quedan medicamentos incluso en las farmacias, según personal en la zona de Médicos sin Fronteras.
Al Shifa se encuentra en la mitad norte, que el ejército israelí ha pedido evacuar a sus 1,1 millones de habitantes de cara a una incursión terrestre y que abarca 22 centros médicos. Otro de ellos es el hospital Kamal Adwan. El personal no ha abandonado sus puestos porque marcharse “supondría la muerte” para los siete recién nacidos que dependen de respiradores y para “otros pacientes bajo cuidado”, ha indicado a la agencia Associated Press el responsable de pediatría, Hussam Abu Safiya.
Más de la mitad de los habitantes del norte, unos 600.000, habían huido hasta el lunes en dirección sur por temor a la invasión israelí, según datos de la ONU. Entre ellos hay pocos trabajadores sanitarios, que “han optado de manera abrumadora por quedarse atrás [en los hospitales] y honrar sus juramentos como profesionales de la salud de ‘no hacer daño’, en lugar de arriesgarse a trasladar a sus pacientes críticamente enfermos durante las evacuaciones”, ha señalado la OCHA, que considera imposible este traslado en condiciones de seguridad.
“La situación es muy difícil; hoy, durante dos horas, estuvimos buscando agua potable”, lamenta el doctor Abu Mughaisib. Aunque todavía hay alimentos, los hospitales “apenas pueden funcionar” y los medicamentos “se están agotando”.
Sentencia de muerte
La Organización Mundial de la Salud ha subrayado la presión que pone la situación sobre los menos numerosos hospitales del sur. No solo “están ya a máxima capacidad” tratando heridos por los bombardeos y padecen las mismas carencias de material médico, agua, electricidad y combustible, sino que además tendrán que absorber ahora a los pacientes procedentes de los centros médicos del norte, que “siguen recibiendo heridos y luchan por operar por encima de su capacidad máxima”. Ir de un lado a otro “puede equivaler” para los enfermos “a una sentencia de muerte”, ha señalado.
Es el caso del Hospital Nasser, en la ciudad de Jan Yunis, en el sur de Gaza y con la sala de cuidados intensivos repleta de heridos, sobre todo niños menores de tres años. Ha recibido cientos de personas graves por el impacto de los misiles, tiene a 35 en la UCI y a 60 que necesitan diálisis, pero solo cuenta con combustible para funcionar hasta el final del día, según el director de su departamento de Emergencias, Mohamed Qandil. “Y si se acaba, se cae todo el sistema sanitario […] Todos estos pacientes están en riesgo de morir si se corta la electricidad”, ha declarado a AP.
Mientras tanto, el flujo de llegadas a los centros médicos, ya sea de heridos o de quienes buscan refugio ante los bombardeos israelíes, no cesa, según confirma la Media Luna Roja Palestina (PRCS, por sus siglas en inglés). “Los hospitales tienen un número muy limitado de días de capacidad para operar y atender a los heridos”, han señalado en un comunicado, en el que denuncian que los centros Al Quds, en Ciudad de Gaza, y Al Amal, en Jan Yunis (sur de la Franja), “también se están quedando sin combustible, medicinas y suministros médicos; así como sin alimentos ni agua para el personal, los voluntarios y pacientes”. “En la última hora, hemos recibido a 60 civiles heridos; esto es un paciente por minuto”, ha descrito Qandil al canal de televisión Al Jazeera.
La PRCS condenó el domingo la intensificación de bombardeos en las inmediaciones del hospital Al Quds, “con alrededor de cinco ataques en menos de un minuto”, y que las fuerzas israelíes hayan bombardeado ambulancias que tratan de recoger heridos en Gaza. Al menos cuatro personas de esta organización, dos sanitarios y dos voluntarios, han perdido la vida desde que comenzó el conflicto.
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