Un nuevo aniversario del último golpe militar en Argentina remueve las fibras más íntimas de todo el continente por las consecuencias del terrorismo de Estado en la región.
El 24 de marzo de 1976, el golpe de estado comandado por el Teniente General y Comandante General de Ejército, Jorge Rafael Videla, derrocó al Gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón.
La dictadura se extendió hasta 1983 en medio de torturas, desapariciones forzadas y secuestros de bebés, entre otros delitos.
Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, dijo a Sputnik que a pesar de los años de horror vividos, “la lucha por la democracia no fue en vano”. En ese sentido, destacó que el combate y resistencia a la dictadura, logró recuperar la democracia “más larga que ha tenido el país” y que el deber es “conservarla”.
“El amor fue lo que nos movió —a buscar a sus hijos y nietos— y esa resistencia y coraje que tenemos las mujeres junto con una voluntad férrea de correr riesgos, porque podíamos desaparecer”, afirmó.
Laura, la hija de Estela, fue secuestrada embarazada a fines de 1977 y fue asesinada después de dar a luz a un varón, que fue apropiado por los militares y entregado a una familia. Estela recuperó a su nieto en 2014, después de una búsqueda de 36 años, y se convirtió en el número 114 de la lista de nietos recuperados.
Fueron 30.000 las personas desaparecidas por el terrorismo de Estado en el país sudamericano. Y más de 500 niños nacieron en cautiverio y fueron apropiados por sus captores.
“Es una situación sin precedentes, que nos duele a todas las generaciones posteriores”, dijo a Sputnik el investigador de la Universidad de Buenos Aires, Javier Calderón.
Previo al golpe de Estado en Argentina, los militares ya gobernaban en varios países latinoamericanos. Hugo Banzer en Bolivia, Ernesto Geisel en Brasil, Augusto Pinochet en Chile, Alfredo Stroessner en Paraguay, y en Uruguay habían impuesto a Juan María Bordaberry.