Una grave acusación amenaza al juez que llevó a la cárcel a Lula da Silva y fue ministro de Jair Bolsonaro
El mundo político de Brasil ha sido sorprendido por una noticia que los medios de comunicación están dando aún con cautela: el posible proceso penal contra el mítico juez, Sérgio Moro, que llevó a la cárcel a Lula y hoy es senador de la República.
La bomba la ha levantado el empresario Tony García al revelar en varios medios que fue un infiltrado para colaborar con el juez Moro en los procesos de la operación Lava Jato que llevaron a importantes políticos y empresarios a la cárcel. Según Luis Nassif, columnista de Carta Capital, las revelaciones del supuesto infiltrado “son la exposición más cruda y desnuda que se conoce de los pecados de la Lava Jato”.
El diputado federal, Rogério Correa, del Partido de los Trabajadores (PT), ya ha anunciado que va a pedir que Tony García sea escuchado en sesión pública del Parlamento. Debería allí confirmar sus revelaciones de que fue obligado por Moro para crear pruebas falsas contra políticos a cambio de haber sido beneficiado en los procesos en su contra.
Entre las personas que acabaron en la cárcel gracias al denunciante constaban entonces el gobernador de Paraná, Beto Richa y otros 14 políticos. Según las declaraciones del supuesto infiltrado de Moro, los jueces colocaban en su boca acusaciones contra políticos del PT “para evitar que Lula pudiera presentarse a las elecciones”.
El juez Moro había condenado en 2006 a Tony García a seis años de cárcel por crímenes contra el sistema financiero y habría aprovechado dicha condena para coaccionarlo a espiar y delatar a políticos del partido de Lula.
Las revelaciones sobre las presuntas estrategias del juez Moro son graves porque podrían acabar con una petición por parte de la Justicia de enviarle a prisión preventiva. El tema está siendo tratado con guantes porque es sabido que a Lula le gustaría ver en la cárcel a Moro, que le había condenado sin pruebas –como confirmó más tarde el Supremo–, lo que no le permitió poder disputar la elección de 2018 contra Jair Bolsonaro.
El Partido de los Trabajadores ve sin duda en las revelaciones del supuesto infiltrado de Moro una posibilidad de confirmar lo que siempre defendió: que el juez montó la operación Lava Jato para contribuir a echar del poder a la izquierda y favorecer la llegada de la extrema derecha. Después, ante la sorpresa de todos, Moro acabó siendo ministro de Justicia de Bolsonaro.
Lula y el PT deberán examinar con pies de plomo las nuevas y explosivas declaraciones contra Moro para que no pueda levantarse la sospecha de una estratagema para llevarlo a la cárcel.
De ahí que es urgente que las revelaciones contra todo el equipo de jueces y fiscales de la Lava Jato sean examinadas por el Congreso con la mayor seriedad y severidad. No puede quedar ni la mínima sospecha de que pueda tratarse de un montaje, algo que podría dañar la reputación de Lula, su partido y su Gobierno.
El actual gabinete ya tiene problemas suficientes con un Congreso en el que es minoría y en el que se las ve y se las desea para poder aprobar sus medidas. Ello porque las viejas huestes de Bolsonaro siguen siendo en él mayoría y siguen dispuestas a desalojar a la izquierda del poder. Mejor no echar leña al fuego.
