El incidente ha ocurrido este viernes tras la explosión de una bomba en la mezquita Mawlavi Sikandar, en el distrito Imam Sahib de Kunduz, mientras decenas de personas se personaban en el lugar sagrado para celebrar oraciones.

Según ha informado el portavoz de los talibanes, Zabiolá Muyahid, en su cuenta de Twitter, el trágico atentado ha dejado al menos 33 muertos y 43 heridos, entre ellos estudiantes de una escuela religiosa. Otras fuentes locales anuncian que el atentado ha provocado la muerte de 60 personas y la herida de otras 30.

Todavía ningún grupo o individuo ha atribuido la responsabilidad del ataque, que es un nuevo episodio de una trágica serie de atentados terroristas en los últimos días en Afganistán, cuya autoría en mayoría de casos reivindica el grupo terrorista Daesh.

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De hecho, la rama afgana del grupo terrorista Daesh recientemente viene realizando atentados mortales contra los musulmanes chiíes, provocando la muerte de civiles y sembrando el terror en Afganistán.

El atentado de este viernes se produce un día después de que Daesh realizara un ataque con bomba en una mezquita chií en la ciudad norteña de Mazar Sharif, matando e hiriendo a decenas de fieles.

Además, varias explosiones sacudieron el martes Kabul, la capital afgana. Según expertos, los intereses hegemónicos de algunos gobiernos imperialistas para volver a desestabilizar Afganistán están detrás de espiral de violencia que asola el país asiático.

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Es la primera vez que el terrorismo está azotando a gran escala la nación afgana, desde que en agosto pasado los talibanes tomaron las riendas del país, paralelamente con la criticada salida de Estados Unidos y sus aliados.

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El gobierno de Talibán, por su parte, ve detrás de todo el caos los brazos ejecutores de proyectos coloniales y los mercenarios de países que forman y ofrecen apoyo a las bandas terroristas, quienes buscan perturbar la estabilidad y seguridad de Afganistán.