El presidente de México, López Obrador, en nombre del Estado pidió perdón por tres décadas de acoso, entre 1910 y 1930, que sufrió la comunidad china, así como por saqueos, asesinatos y expulsión sistematizada.
Se trata, ante todo, del asesinato de 303 chinos en Torreón, la actual capital del estado Coahuila, que acogió este 17 de mayo el acta oficial. La matanza provocó el éxodo de una comunidad que hasta entonces era de las más prósperas en la región.
El crimen se cometió en plena efervescencia revolucionaria, en una disputa entre quienes apoyaban el Gobierno de Porfirio Díaz, quienes se ostentaban como los grupos revolucionarios y quienes actuaron por motivos alternos como el racismo.
“El racismo que han padecido por siglos los habitantes de China es igual o peor que el que han sufrido indígenas mexicanos o africanos. La discriminación se sustentaba en lo más vil, se repetía que los chinos eran sucios, incultos, arrogantes, individualistas, y estas estupideces se trasladaron a México, donde a la exclusión y al maltrato se le añadió el exterminio, la tristeza, incluso en el mejor plan que se ha escrito en México, el Plan Liberal de 1906”, dijo.
López Obrador aseguró que nunca más el gobierno mexicano permitirá el racismo y la xenofobia.
A su vez, el embajador de China en México, Zhu Qingqiao, que también asistió al evento, consideró que con este acta “se consuela a las vidas perdidas y se cura la cicatriz que ha dejado la historia”.
“La sombra de lo que pasó en Torreón ya se ha disipado y la amistad entre China y México se ha vuelto cada vez más fuerte a lo largo del tiempo”, destacó.
El 15 de mayo de 1911, la ciudad de Torreón, en el estado de Coahuila, fue escenario de la matanza de 303 chinos que quedaron esparcidos por sus calles. A pesar de que la colonia china —también presente en otros estados del país– se caracterizó por participar lo menos posible en la política mexicana, fue víctima de discriminación xenofóbica. Incluso, entre 1905 y 1931 se llevaron a cabo campañas antichinas.
El 3 de mayo, el Estado mexicano ofreció disculpas al pueblo originario maya de la península de Yucatán, por los abusos cometidos durante cinco siglos, desde los casi 300 años de colonia española y 200 años del México independiente.
Sin embrargo, los colectivos indígenas rechazaron el perdón.
“No, señor presidente: ¡no aceptamos su perdón! No un perdón cínico y tramposo”, reza la carta abierta publicada por la Campaña U Jeets’el le Ki’ki kuxtal (Por la vida digna), que forma parte del Congreso Nacional Indígena (CNI) como varias otras comunidades, grupos, organizaciones y personas.