La cadena yemení Al-Masirah, citando al portavoz de la Compañía de Petróleo de Yemen (YPC), Esam al-Mutawakel, anunció el miércoles que la coalición liderada por Arabia Saudí se apoderó del barco Princess Khadija (Princesa Jadiya), que transportaba 29 923 toneladas de diésel.

El petrolero quedó prohibido de atracar en el puerto yemení de Al-Hudayda (oeste) en el mar Rojo de Yemen, a pesar de su naturaleza humanitaria y que había sido inspeccionado y recibido la autorización de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Según el medio, la coalición saudí incautó el pasado jueves otros dos barcos pertenecientes al sector privado que transportaban más de 51 000 toneladas de combustible a Yemen, país que necesita urgentemente el combustible para el funcionamiento de sistemas básicos como hospitales.

A principios de este año, el ministro de Petróleo y Minerales de Yemen, Ahmad Abdulá Dares, advirtió que la incautación de barcos que transportan productos derivados del petróleo podría llevar a la suspensión de los sectores de servicios y causar una “catástrofe humanitaria”.

Arabia Saudí y sus aliados regionales, incluidos los Emiratos Árabes Unidos (EAU), lanzaron una guerra brutal contra Yemen en marzo de 2015, para eliminar el movimiento popular Ansarolá de Yemen y restaurar en el poder al fugitivo expresidente yemení Abdu Rabu Mansur Hadi —un estrecho aliado de Riad. Sin embargo, la coalición agresora no ha logrado sus objetivos mientras siguen muriendo cientos de miles de yemeníes.

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Con el fin de aumentar las presiones, la coalición agresora ha impuesto desde noviembre de 2016 un asedio económico a Yemen, impidiendo que los envíos de combustible lleguen a este país, mientras saquea los recursos de la empobrecida nación yemení.

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La ONU dice que más de 24 millones de yemeníes necesitan urgentemente ayuda humanitaria, incluidos 10 millones que padecen niveles extremos de hambre. El organismo mundial también cataloga la situación en Yemen como la peor crisis humanitaria del mundo.

La guerra también ha implicado altos costos para desplegar las infraestructuras del país, pues numerosos hospitales, escuelas y fábricas yemeníes se encuentran destruidos por los bombardeos saudíes.