Portugal celebra elecciones el próximo 10 de marzo, pero no estaban previstas. El país ya tuvo que adelantar los últimos comicios porque se rompió el Gobierno Costa, y ahora el primer ministro (en funciones) está de salida porque un escándalo de corrupción acabó rodeándole. Han pasado varios meses y todo sigue abierto mientras las sospechas sobre el que era uno de los buques insignia de la socialdemocracia europea se van reduciendo. La investigación contra él y algunos miembros de su Gabinete es por presunta corrupción, prevaricación y tráfico de influencias en un escándalo sobre inversiones en energías renovables.
“Fui sorprendido con que ya se ha instaurado contra mí una causa criminal, obviamente estoy totalmente disponible para colaborar con la Justicia en todo lo que entienda necesario para apurar toda la verdad, sea de la materia que sea”, dijo Costa el pasado mes de noviembre, antes de anunciar que había presentado su dimisión al presidente de la República portuguesa, Marcelo Rebelo de Sousa. Este disolvió la Cámara y convocó elecciones a las que el primer ministro decidió no presentarse. Su único objetivo era demostrar su inocencia, y ahora insiste en ello.
El primer ministro dimitió después de que los investigadores de la Procuraduría General de la República (PGR) registraran su residencia oficial en el marco de la investigación. También buscaron en otras 17 viviendas y 25 locales, entre ellos el despacho del jefe de gabinete de Costa y dos ministerios. Fueron detenidas cinco personas: el jefe de gabinete del primer ministro, Vítor Escária; un asesor cercano a Costa y uno de sus mejores amigos, Diogo Lacerda Machado; el alcalde de Sines, el socialista Nuno Mascarenhas y dos de los administradores en la sociedad Start Campus.
Además, quedaron imputados también el ministro de Ambiente, Duarto Cordeiro, y el de Infraestructuras, João Galamba, así como el exministro de Ambiente João Pedro Matos Fernandes. Pero hay un matiz en el todo: las escuchas que vinculaban directamente a Costa con el caso no eran tal. Hubo un error de los investigadores, que al escuchar uno de los nombres lo asociaron directamente con el primer ministro, cuando en realidad se refería a otra persona con el mismo apellido. Poco después de que todo estallara la Fiscalía lusa reconoció el error, pero no había vuelta atrás; la dimisión era irrevocable y la cita con las urnas, inevitable.
En general, se investigan delitos de corrupción y prevaricación por varias concesiones de la exploración de litio y la construcción de una planta de producción de energía de hidrógeno, además de la construcción de un gigantesco centro de almacenamiento de datos digitales en Sines, el Start Campus. La Fiscalía indaga todavía en hechos relacionados con las concesiones de exploración de litio en las minas de Romano (Montalegre) y Barroso (Boticas), un proyecto de planta de producción de energía de hidrógeno en Sines y el proyecto de construcción de un centro de datos desarrollado en la Zona Industrial y Logística de Sines por la empresa Start Campus.
Después de tres meses, la situación en Portugal parece haberse calmado pese a que la investigación sigue abierta y los focos se han alejado de Costa. Precisamente el error judicial ha dejado de dar relevancia al papel del todavía primer ministro en funciones, que se ha mantenido en un segundo plano desde su dimisión y se ha limitado a aparecer por ejemplo en las cumbres del Consejo Europeo, mientras al mismo tiempo ha mantenido su disposición de colaborar con la Justicia. Además, las primeras críticas -duras algunas, sobre todo por parte de los partidos de la oposición y especialmente de Chega, la formación de derecha radical- se han combinado con elogios (especialmente externos) por su rápida reacción a la hora de dimitir.
Con todo, las encuestas no son demasiado claras para el próximo domingo. La competición está entre dos y en los días posteriores al estallido del caso la ventaja en los sondeos era para el centroderecha, con un PSD muy fuerte. Su cabeza de lista, Luis Montenegro, no ha sido diputado en la última legislatura, por lo que ha necesitado de “mucho trabajo de calle”, como él mismo ha reconocido. Pero el PS se ha ido recuperando poco a poco, sobre todo a partir de la elección de su candidato, Pedro Nuno Santos. Quien fuera ministro de Vivienda precisamente con Costa es del ala izquierdista del partido y está muy bien valorado por los ciudadanos.