Puede que todo esto suene surreal y difícil de entender, pero en Australia ya dieron los primeros pasos. El pasado 25 de abril, en el Día de Anzac, fecha que conmemora los australianos muertos en la guerra, el recién nombrado ministro de Defensa, Peter Dutton, dijo que un conflicto con China por Taiwán no debe “descartarse”, y agregó que los australianos deben ser “realistas” sobre las tensiones en la región.

Apenas días después, el Primer Ministro también señaló que Australia no abandona la posibilidad de un conflicto. Aunque no fue una mención directa, su posición quedó clara: Scott Morrisson anunció una inversión adicional de 580 millones en el sector militar.

Y las provocaciones no terminan ahí: según el Sydney Morning Herald, el general Adam Findlay dijo a las Fuerzas Especiales de Australia, durante una sesión informativa privada en abril del año pasado, que se prepararan para la guerra con China. Este general, que hasta el año pasado fue comandante de operaciones especiales en el ejército australiano,  ya había descrito a Beijing como la mayor amenaza para la región.

¿Por qué pelean exactamente China y Australia? El conflicto tiene dos aristas principales.

La “democrática” Taiwán y las intenciones “autoritarias” de China

Una es la militarización de Taiwán, una pequeña isla al este de China y un límite simbólico de la influencia China en la región del Indo-Pacífico. Recientemente, el gobierno de Xi Jinping invadió las aguas en disputa en el Mar de China Oriental, realizó movimientos para militarizar el Mar de China Meridional e hizo incursiones en el espacio aéreo y marítimo de Taiwán. Además, hizo uso de la desinformación y la guerra híbrida para tratar de aislar a Taiwán internacionalmente.

Hace ya un tiempo que Australia patrulla el Mar de China por el conflicto con Taiwán

 

Todo esto repercutió en Australia, una de las potencias de la región. El gobierno de Morrisson no quiere perder la estabilidad en la zona, y reconoce que Taiwán, con ideas más “democráticas” y afines a la política occidental, es clave para mantener la paz. Por eso, el ministro de Defensa australiano, Peter Dutton, dijo el mes pasado que el país debería ser “realista” sobre las intenciones chinas y que una confrontación militar sobre Taiwán no debería “descuidarse”.

En este sentido, el responsable de Asuntos Internos de Australia, Mike Pezzullo, dijo en un mensaje interno que países democráticos como Australia pueden “escuchar los tambores” de la guerra, sin mencionar a China.

El origen del coronavirus manchó las ya dañadas relaciones entre China y Australia

Por otra parte, las relaciones entre ambos países empezaron a deteriorarse en 2018 cuando Canberra excluyó al gigante chino de las telecomunicaciones Huawei del despliegue de su red 5G, alegando cuestiones de seguridad nacional.

Sin embargo, desde el año pasado que las relaciones entre Canberra y Beijing están congeladas por un pedido del primer ministro Morrisson. Es que el mandatario provocó a sus homólogos chinos al pedir públicamente una investigación sobre los orígenes de la pandemia del coronavirus (Covid-19).

La petición, obviamente, enfureció a la cúpula china, que inmediatamente reaccionó con sanciones económicas para la isla. La respuesta, entonces, fue aún peor: el gobierno australiano tomó medidas para confrontar a Beijing por las denuncias de abusos de los derechos humanos en Xinjiang y Hong Kong.

El juego del ida y vuelta siguió, con el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Zhao Lijian, que se unió a los medios estatales chinos para destacar el pobre historial de derechos humanos de Australia sobre refugiados e indígenas australianos.

Sumado a todo esto, el Gobierno australiano pidió a su ministerio de Defensa que revise si la licitación del Puerto de Darwin a una empresa de capitales chinos pone en peligro la seguridad nacional. Más adelante, revocó el acuerdo alcanzado entre China y el estado australiano de Victoria sobre el proyecto chino de la Ruta de la Seda.

A todo esto China lo calificó como otra “provocación”: “La decisión muestra que el gobierno australiano carece de sinceridad sobre la mejora de las relaciones“, indicó en un comunicado la embajada de China en Australia.

¿Es posible una guerra Australia- China?

La sola idea de una guerra entre ambos países es ridícula para Australia, que cuenta con un gasto militar anual de unos 27.000 millones de dólares, según el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo. China la pasa por arriba: su gasto en esa industria es de 252.000 millones de dólares, el segundo presupuesto más alto del mundo y casi 10 veces más alto que el australiano.

Sin embargo, en Australia saben esto, y aun así toman las riendas de la tensión. ¿Por qué? Saben que detrás de todo esto hay un jugador que compite mano a mano con China: Estados Unidos. El país que preside Joe Biden también quiere mantener la estabilidad en la región, que linda con la zona oeste de su país, por lo que los australianos cuentan con todo el apoyo de Washington. 

Salvando las distancias, todo esto rememora a una Paz Armada. Cualquier intervención militar de China en Taiwán disparará un conflicto militar. Esta aterradora posibilidad es quizás la razón por la que otras naciones cercanas, como Corea del Sur y Japón, han estado en relativo silencio.

Detrás de todo esto, también existe otro factor. Yun Jiang, editor en jefe del Centro sobre China en el Mundo de la Universidad Nacional Australiana, explicó a la BBC que el gobierno australiano está bajo presión por las acusaciones de que ha manejado mal la vacunación contra el Covid-19, por lo que podría estar buscando cambiar el enfoque.

“Centrarse en un enemigo externo generalmente ha sido bastante efectivo para unir el sentimiento público y movilizarse en torno al gobierno”, comentó. “Creo que es irresponsable que el gobierno hable así. La guerra es un asunto muy serio”, lamentó.

Los conflictos nunca son buenos, pero…

¿Cómo entran los productores argentinos en un conflicto que sucede en la otra punta del mundo? Todo se centra en la cebada. Luego de que Australia pidiera investigaciones en China, el gobierno de Xi Jinping impuso restricciones a las exportaciones australianas de carbón, vino y… trigo.

Más rápidos que los demás, los productores argentinos ya se alistan para expandir las plantaciones de cebada en un 28% este año. Esto, sin embargo, no es casualidad. Los agricultores del cinturón de cultivos de la Pampa Argentina compiten hace tiempo con Australia por una parte de las ventas mundiales de trigo, al tiempo que envían su cebada a los rebaños de camellos en Arabia Saudita y otras partes del Medio Oriente.

De todas formas, con esta agitación diplomática que se vive en Oriente, se abrió la posibilidad de formar una alianza con China por la exportación de cebada. Como es casi intercambiable con el trigo cuando se usan como ingredientes de alimentos para animales, la cebada suele ser un reemplazo muy solicitado cuando los precios del trigo se disparan.  Esto ya sucedió: desde finales de junio, los futuros de trigo de referencia en Estados Unidos han subido 53%, tocando la semana pasada un máximo de ocho años.

De hecho, según licencias de exportación y declaraciones privadas de empresas vistas por Reuters, Argentina está en camino a exportar un récord de 380.000 toneladas de cebada a China en el 2021.

La cebada une a Argentina con China y los separa de Australia

“Cargamos un barco el domingo con 65.000 toneladas para China y tenemos tres o cuatro embarques programados para enero”, había dicho el año pasado un operador de una compañía agroexportadora internacional basado en Buenos Aires que pidió no ser identificado. “ China nos eligió este año debido a su conflicto con Australia”, explicó.

Según citó Yahoo Finanzas de Bloomberg, en la última década, Australia fue el mayor proveedor de cebada para China, de acuerdo con datos de MIT Media Lab. China abasteció más de la mitad de sus importaciones con cebada de granjas australianas.

Dicen que no hay mal que por bien no venga. En términos de la relación Australia y China, Argentina sostendrá este dicho a flor de piel.