Acorralado e inmerso en una de las mayores crisis políticas de su historia. Así se encuentra Joe Biden desde que hace tan solo 20 días el debate cara a cara con Donald Trump le convirtiera, de pleno, en objetivo de todas las críticas por sus despistes y titubeos. La muy posible victoria del republicano en las próximas elecciones de noviembre en Estados Unidos, según afirman todas las encuestas, ha puesto el estado de salud del mandatario estadounidense en el punto de mira y, por ende, su continuidad como candidato a la presidencia por el Partido Demócrata.
“Soy viejo, pero solo tres años mayor que Trump“, señalaba Biden hace un par de días en una entrevista. “Mi agudeza mental ha sido bastante buena. En tres años y medio he conseguido hacer más cosas que ningún presidente en mucho tiempo”, agregaba. Algo, que tan solo unas horas después matizaba en otra intervención en Black Entertainment Television. “Si tuviera algún problema médico que surgiera, si los médicos vinieran a mí y me dijeran: ‘tienes este problema y este otro’, me replantearía la permanencia en la carrera electoral”, espetaba. Era la primera vez que dejaba la puerta abierta a una posible renuncia.
Son muchos días de presión y la preocupación por los achaques del mandatario ha llevado a que varios miembros de su propio partido den un paso adelante para pedir su dimisión. Este mismo jueves se daba a conocer que el expresidente Barack Obama habría puesto en duda las capacidades de Biden. Según adelantaba The Washington Post, el que fuera líder del país entre 2008 y 2016 ha dicho a su círculo más cercano que debe “reconsiderar seriamente” el futuro de su candidatura porque las posibilidades de victoria “se han reducido considerablemente”. Eso sí, Obama, que solo ha hablado con el presidente una vez desde el fatídico debate, cree que debe ser el propio Biden el que tome la decisión. No ha sido el único en alzar la palabra.
La tensión en el Partido Demócrata es evidente después de que más de una veintena de congresistas demócratas de menor rango también hayan reclamado medidas drásticas. La expresidenta de la Cámara de Representantes y legisladora de California, Nancy Pelosi, una de las voces más influyentes dentro de la formación, ha decidido aumentar, más si cabe, la presión. Pelosi llamaba este jueves al mandatario y era tajante. En la misma línea que Obama, la legisladora le advertía de que las encuestas muestran que no puede derrotar a Trump y de que su empeño en concurrir a las elecciones podría “destruir” las posibilidades de los demócratas de ganar. En una llamada anterior, Pelosi era algo más tibia y simplemente sugería a Biden la posibilidad de un replanteamiento.