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Internacional

Biden en Israel y Putin en China

La guerra entre Israel y Hamás reafirma hoy la ya más que demostrada realidad de que el mundo se ha dividido nuevamente en dos, al igual que ocurría en aquellas décadas de tensión permanente recordada como la Guerra Fría. Dos fotografías publicadas al mismo tiempo en la prensa internacional, la de Joe Biden, presidente de los Estados Unidos, en la frontera de Gaza, sembrada de víctimas, y la de Vladimir Putin desembarcando en Pekín, rodeado de portadores de maletas con las claves nucleares con las que atemoriza, es una demostración elocuente de la amenaza que se está gestando.

Estamos asistiendo a dos guerras muy distintas, pero igualmente sangrientas y peligrosas para las relaciones de convivencia entre los pueblos, las etnias, la libertad de las ideas y, lo más sorprendente, las religiones, que todas propugnan la paz, pero que algunas con frecuencia desencadenan las guerras. Al margen de los motivos y circunstancias de cada una, todas coinciden en su irracionalidad y en el desprecio de la vida de las personas. A lo largo de la historia las guerras han sido constantes: la humanidad no ha vivido ni un momento de paz. Algunas tesis, que la realidad confirman, es que la guerra es consustancial al hombre.

Lo más duro es que las cifras millonarias de muertes que acumulan no sirven para disuadir a algunos dirigentes a desencadenarlas. Las dos que estos días centran la atención universal coinciden de partida en sus orígenes que no son otros que la agresión: la de Rusia a Ucrania, que ya se prolonga dos años sin atisbos de concluir, y la de Gaza, desencadenada por un atentado salvaje de la organización terrorista Hamás, contra la población civil de Israel.

El número de muertos de este último enfrentamiento ya supera los cinco mil y las perspectivas de que no sigan aumentando cada hora que transcurre son remotas. Entre Israel y Palestina hay un conflicto territorial que se remonta a decenas de años: la solución teórica está clara, la creación de dos Estados, pero el recurso a la violencia de las organizaciones terroristas palestinas es un obstáculo a la hora de llegar a un entendimiento.

Lo que está ocurriendo estos días es un ejemplo que explica el miedo de los judíos, un pueblo que ha sufrido durante siglos amenazas, persecución e intentos de exterminio. Biden ha viajado a Israel en un intento de moderación en la represalia, que amenaza crear más víctimas inocentes y ampliar el enfrentamiento a otros países. La preocupación es lógica, como lo es imaginarse –puesto que de eso no hay información veraz ni la habrá– lo que estarán buscando en China Putin y Xi Jinping, máximos representantes de la otra mitad del mundo y, lamentablemente, no lo harán para que la guerra deje de ser una amenaza para la humanidad.

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