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Internacional

Bolivia y el corredor bioceánico en Sudamérica

A pesar de que Bolivia y Paraguay comparten una frontera de 750 kilómetros, su cercanía no se traduce en relaciones sociales ni comerciales más estrechas entre ambos países. La reciente reunión del presidente Luis Arce con su par paraguayo Mario Abdo Benítez abrió la oportunidad de avanzar en la integración, fundamentalmente caminera, como no se había visto en casi cien años entre estas dos naciones.
En la década del ’30, Bolivia y Paraguay estuvieron enfrentados en la Guerra del Chaco, que luego de tres años se saldó con una victoria pírrica paraguaya, así como el deceso de 100.000 soldados de ambos bandos. Hoy, los dos países reconocen que fueron arrastrados a una guerra fratricida por intereses petroleros que tenían grandes corporaciones y gobiernos extranjeros.
“En esta relación bilateral, se puede advertir que Bolivia tiene la cuestión del ‘vecino olvidado’ con Paraguay. Debería ser un aliado importante y parte prioritaria en la agenda de nuestra política exterior, porque compartimos muchísimas similitudes”, dijo a Sputnik el especialista en Relaciones Internacionales Toshiro Miki.
El analista destacó que Paraguay y Bolivia comparten su condición mediterránea, porque ninguno tiene acceso directo al océano Atlántico ni Pacífico, como ocurre con otras naciones de la región.
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Evaluó que también los hermana el hecho de que comparten el extenso territorio del Chaco, que es la zona donde reposa una cantidad aún indeterminada de hidrocarburos. La posesión de este recurso originó la guerra que entre 1932 y 1935 enfrentó y también empobreció a ambas naciones, que se endeudaron con la adquisición de aviones, tanques, cañones y otros pertrechos bélicos a naciones extranjeras, también interesadas en el petróleo.
“Desde la política exterior boliviana usualmente hemos visto a Paraguay como el vecino olvidado”, explicó Miki. Pero la diplomacia boliviana tuvo que reaccionar semanas atrás, cuando Abdo presentó el corredor bioceánico, que uniría por vía terrestre al Atlántico y al Pacífico, pero sin pasar por el Estado Plurinacional.
“Entonces pues ha habido una suerte de alerta en la política exterior boliviana para enmendar esa situación y generar una acercamiento más estrecho con el Gobierno de Abdo Benítez”, explicó Miki.
Los frutos del acercamiento se vieron el pasado 14 de junio en la ciudad de Villamontes, en el departamento de Tarija (sur), que aún alberga los recuerdos de haber estado en la primera línea de los enfrentamientos del siglo pasado. Según el analista, la posibilidad de que la ruta bioceánica pase por allí “aportaría a la funcionalidad de Sudamérica”.

Una oportunidad de integrar

Por el momento, el presidente paraguayo invitó a Bolivia a participar de las reuniones en las cuales se define el trazado que también atravesaría a Brasil, Argentina y Chile. La inclusión de Bolivia también podría implicar que Perú se sume a la nueva ruta.
“Bolivia tiene algo que le juega a favor: es la situación geoestratégica y geopolítica de la cual goza. La inclinación de la cordillera de los Andes hacia los puertos chilenos es natural”, advirtió en el sentido de que el terreno boliviano permite conectar al océano Pacífico con mayor facilidad y menos gastos.
“La inversión en infraestructura de un corredor bioceánico es favorable para la situación de Bolivia, que históricamente ha tratado de funcionar como un país de contacto, un país articulador entre los dos océanos”, explicó.
Pero no todas son ventajas. El analista recordó que “ya en la década del ’40 lo manifestaba Mario Travassos (militar brasileño, especialista en geopolítica): Bolivia tiene mucho a su favor, pero también tiene un punctum dolens, un punto conflictivo en su política interior”.
Según el licenciado en Relaciones Internacionales, “la política interdoméstica boliviana siempre entorpece que se concreten estos grandes proyectos geopolíticos y de cooperación en Sudamérica”.
Y agregó: “Muchas veces se han logrado serias manifestaciones de los gobiernos de Bolivia y de los gobiernos vecinos, pero finalmente la inestabilidad política y social boliviana juega muchas veces en contra”.
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El corredor bioceánico, así como está concebido hasta ahora, pasaría por Brasil, Paraguay, el norte de Argentina y desembocaría en Chile. Pero este modelo requeriría de mayor inversión para atravesar las montañas de la cordillera.
La nueva opción pasaría por Paraguay, bordearía el territorio boliviano para concluir —posiblemente— en el puerto peruano de Matarani.
Para lograr la inclusión del Estado Plurinacional en este corredor haría falta “una política exterior mucho más pragmática, que vaya más allá de lo declarativo. Es necesario que Bolivia muestre mayor voluntad”, evaluó el analista, formado en la Universidad NUR, de Santa Cruz de la Sierra (este), departamento lindero con Paraguay.
Si Bolivia no logra comprometerse con este proyecto, “los gobiernos vecinos tendrán que hacer mayores esfuerzos en inversión y en infraestructura para realizar estos corredores bioceánicos”, aclaró Miki.
Y enfatizó: “La inversión para atravesar la cordillera entre Argentina y Chile requiere proyectos de infraestructura mucho más caros”, mientras pasar por Bolivia exigiría solamente “mejorar las carreteras, que tienen precipitaciones naturales hacia el Pacífico. Es el caso de la carretera La Paz-Arica (Chile), Oruro-Iquitos (Chile), Potosí-Antofagasta (Chile), o La Paz-Ilo”, en Perú.

El camino al Ñandereko

Los presidentes Arce y Abdo Benítez también dialogaron sobre fortalecer las comunicaciones por vías ferroviarias y fluviales, como se propone con el establecimiento hidrovía que atravesaría los ríos Paraguay y Paraná, hasta llegar al océano Atlántico por el río de La Plata, que comparten Argentina y Uruguay.
En Villamontes, el presidente Arce remarcó la importancia de encarar proyectos conjuntos entre ambos países, “conscientes de que un continente unido puede sustentar con mejores augurios sus intereses comunes frente a potencias que, desde el nacimiento mismo de nuestras repúblicas independientes, han intentado dividirnos y distanciarnos hasta el extremo de la guerra fratricida, como fue la Guerra del Chaco”.
En este sentido, el mandatario boliviano se comprometió a “continuar avanzando en
este largo camino del Ñandereko (“nuestra forma de ser”, en Guaraní), de la vida en armonía, de la paz y la concordia”.

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