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Boric sacrifica a su círculo íntimo en el Gabinete y se abre a la centroizquierda tradicional

El presidente de Chile reemplaza en la primera línea a sus compañeros de ruta por figuras reconocidas de la transición democrática”

La nueva ministra del Interior, Carolina Toha, junto a Gabriel Boric, este martes.Foto: MARTIN BERNETTI (AFP) | Vídeo: EPV
FEDERICO RIVAS MOLINAROCÍO MONTES

Gabriel Boric se ha visto empujado a relanzar su Gobierno. Menos de 48 horas después del varapalo electoral en el plebiscito constitucional celebrado el domingo (donde se rechazó la propuesta de la convención por un 62%), el presidente de Chile ha anunciado este martes una profunda reforma de su Gabinete de ministros. Necesitado de aire fresco para la completa etapa que viene, Boric sacrificó a dos figuras de máxima confianza: la ministra de Interior, Izkia Siches; y Giorgio Jackson, secretario de la Presidencia, amigos de su época de militancia estudiantil e integrantes de la mesa chica del poder. Y le ha abierto así la puerta a políticos de la centroizquierda tradicional, forjados al calor de la transición democrática y con una amplia experiencia, como Carolina Tohá y Ana Lya Uriarte, hasta ahora segunda de Siches. Ha sido un giro hacia el centro ideológico y también una claudicación a los reclamos de mayor gestión que recibía desde los sectores más moderados de las dos coaliciones de Gobierno que arropan al presidente, que todavía no cumple seis meses en La Moneda. Boric sentará a partir de ahora en su comité político, la mesa chica del poder, a cinco mujeres y un solo hombre.

“Los cambios de Gabinete siempre son dramáticos y a este no le ha faltado su dosis. Tenía que doler y duele, pero es necesario. Este es uno de los momentos más difíciles que me ha tocado enfrentar”, ha dicho Boric luego de los nombramientos. “Quiero que en conjunto fortalezcamos la coalición que nos respalda y enfrentar, con quienes se quedan, las urgencias ciudadanas”, ha agregado. Ratificó así que el proceso constituyente en marcha no afectará su programa de Gobierno: “Ni un paso atrás”.

Los cambios han sido fruto de la necesidad política y las tensiones internas tras el triunfo del rechazo a la Constitución con el 62% de los votos. Boric había amarrado el destino de su Gobierno a la suerte en el plebiscito, y ahora debe pagar los costos. La llegada de figuras de la centroizquierda reduce la influencia de la generación que llegó a La Moneda tras liderar las protestas estudiantiles, como el propio Boric, los salidos Jackson y Siches o la vocera Camila Vallejo, que se mantiene en su cargo. El Gobierno, en cualquier caso, gira hacia la moderación.

La elección de Carolina Tohá, de 57 años, en Interior es la mejor muestra de ello. Estuvo siempre muy cerca de los presidentes socialistas de la democracia, Ricardo Lagos y Michelle Bachelet, de quien fue portavoz durante su primer mandato (2006-2010). Militante del PPD, partido que integra la alianza Socialismo Democrático que forma parte del oficialismo de Boric, es una figura de gran peso político, con mucha experiencia en el Parlamento y en el Gobierno y profundas redes en la izquierda: su padre, José Tohá, socialista, era ministro del Interior y Defensa de Salvador Allende y fue asesinado por la dictadura. Hoy, ella ocupa el mismo cargo que ocupó su padre hace más de medio siglo.

Otra salida de peso ha sido la de Giorgio Jackson, de 35 años, que perdió su estrella con la derrota del apruebo en el plebiscito constitucional, aunque desde mucho antes parecía evidente su salida. Compañero de Boric desde la época universitaria, se lo consideraba una dupla política con el presidente. Estaba hasta ahora a cargo de las relaciones con el Parlamento, un puesto clave en la articulación de los proyectos de ley, las reformas y del periodo constituyente que ahora se inicia. Boric lo ha corrido de ese lugar y lo ha puesto como ministro de Desarrollo Social, un sitio que lo aleja del comité político y del primer anillo del poder.

El lugar de Jackson lo ha asumido otro peso pesado de la política chilena: Ana Lya Uriarte. Se trata del desembarco del bacheletismo en La Moneda. Del bacheletismo o lo que queda de él, una mezcla de cofradía política y sentimental en torno a la figura de la exmandataria socialista, más que un proyecto vigente. Uriarte conoce desde hace años al presidente Boric, desde los tiempos de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. Tendrá ahora una tarea compleja: coordinar con el Congreso la hoja de ruta del nuevo proceso constituyente. “Vamos a enfrentar muchos desafíos, con un proceso constitucional cuyo itinerario está por ser definido. Tendremos el máximo respeto para encontrarnos con el Parlamento”, ha dicho luego de jurar en el cargo.

La salida de Siches ha sido sin duda muy dura para Boric, porque fue un símbolo de la sangre joven y el espíritu feminista que el presidente quiso dar a su primer equipo. Siches ha dejado el cargo entre lágrimas, tras un largo abrazo con el presidente. Había llegado a Interior arropada por una enorme imagen positiva. Médica de profesión, se hizo popular en sus críticas al manejo de la pandemia por parte del Gobierno de Sebastián Piñera. Luego hizo campaña por Boric. Recorrió el país en un bus acompañada de su hija de meses y su estrella la convirtió en ministra. Pero su popularidad se derrumbó rápidamente por una serie de errores propios que terminaron, seis meses después de asumir, por eyectarla del cargo. Se esperaba para ella el Ministerio de Salud, pero se ha quedado sin nada.

Boric ha perdido alfiles de gran peso simbólico, miembros del primer anillo de poder. Fue una apuesta personal instalar a sus compañeros de ruta, como él mismo los llama, en los principales ministerios de La Moneda. En este círculo, sin embargo, se mantienen la portavoz Vallejo, la ministra de la Mujer, Antonia Orellana, y el ministro de Hacienda, Mario Marcel, que pertenece a la centroizquierda. Se suman Tohá, como timonel, Uriarte y la comunista Jeannette Jara desde el ministerio de Trabajo.

La presentación de los nuevos ministros inició con hora y media de retraso, en parte por el recambio de apuro del comunista Cataldo como número dos en interior. La espera en el patio de La Moneda fue larga, ambientada por los gases lacrimógenos que se colaban desde la Alameda, donde unos mil estudiantes se enfrentaban con la policía al grito de “y va a caer, y va a caer la Constitución de Pinochet”. Los jóvenes que más activamente hicieron campaña por el apruebo a la nueva Carta Magna decidieron salir a la calle para repudiar la derrota sufrida en el plebiscito del domingo.

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