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Bukele, “el dictador más cool del mundo”, se encamina a una asegurada reelección

Antigua, Guatemala – Esquivando la prohibición constitucional, Nayib Bukele se presenta a su reelección en El Salvador este domingo 4 de febrero. Con una oposición menguada y surfeando altos índices de favorabilidad, su permanencia en el poder por los próximos cinco años se da por descontada en el país. Enfocada en los logros de su presidente en materia de seguridad, la población ha hecho caso omiso a los gritos de alarma internacionales sobre la erosión de la democracia y la limitación de derechos. France 24 consultó a expertos sobre las implicaciones de un segundo mandato de Nayib Bukele.

En esta foto de archivo del 29 de mayo de 2021, el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, saluda durante la ceremonia de inauguración de los ISA World Surfing Games de El Salvador 2021, en El Sunzal, El Salvador. Marvin Recinos AFP/Archivos

Nayib Bukele completa cinco años concentrando poder, popularidad, temores y caminos al filo de las normas. Por ello ni siquiera una restricción constitucional lo iba a frenar en su aspiración de repetir mandato en El Salvador. Después de obtener el permiso del Congreso para dedicarse a la campaña, se prevé una victoria electoral sin mayores desafíos para el actual presidente, el próximo 4 de febrero.

Nayib Bukele llegó en 2019 a la silla presidencial para romper esquemas y su mandato estuvo marcado por decisiones que resonaron en el continente y más allá.

Otrora publicista, accedió al poder con apenas 37 años de edad, convirtiéndose en uno de los mandatarios más jóvenes del mundo. Con su ropa casual y la gorra puesta hacia atrás, Bukele destacó por su manejo de la tecnología con la que llegó a revolucionar la política salvadoreña.

El que se autodenominó el “dictador más cool del mundo” en su biografía de Twitter, mantiene su estrategia de comunicación tan impecable como su barba.

El alcance de sus redes sociales lo puso al servicio de su guerra contra las pandillas. El silbido que marcó el inicio de esta cruzada ocurrió el 27 de marzo de 2022, cuando se registraron 62 homicidios en un día, atribuidos a estas organizaciones delictivas que conforman el mayor flagelo de la nación centroamericana.

Según el Gobierno salvadoreño, desde entonces se han reducido considerablemente los homicidios: de 2.390 en 2019, a 496 en 2022. Estas cifras no se han podido verificar de manera independiente, sin embargo, para la población el cambio es evidente.

Los salvadoreños han vuelto a ocupar el espacio público, -incluso de noche-, los viajes en autobús volvieron a ser posibles, y en toda la capital han reabierto pequeños negocios, cuyos dueños habían cerrado por las extorsiones.

“Cuando hablas con familiares, viejos conocidos, o gente en la calle te cuentan cómo se respira un aire distinto, ya no se sienten amenazados”, cuenta a France 24 Gabriel Labrador, periodista de ‘El Faro’.

Y aunque este cambio se nota más en el área metropolitana, el resto del territorio también se benefició de las políticas de mano dura de Nayib Bukele: “Como periodistas, hemos recorrido zonas estigmatizadas y hemos documentado la formación de una nueva vida: es innegable”, agrega Gabriel Labrador. “En ciertas comunidades había un pandillero en cada esquina. Esa realidad cambió y no llegó ningún sustituto”.

De temido territorio a destino turístico

En 2015, El Salvador era considerado uno de los países más violentos del mundo. Este año, el periódico ‘The New York Times’ lo incluyó en su lista de 52 destinos turísticos para este 2024.

Como otro indicador de la transformación en el país, la Organización Mundial del Turismo informó que la llegada de turistas a El Salvador ha crecido un 35% desde 2019, cuando Nayib Bukele asumió la presidencia.

El reconocimiento de la población hacia esos logros se refleja en una encuesta del Centro de Estudios Ciudadanos de la Universidad Francisco Gavidia de inicios de enero: cerca del 71 % de los salvadoreños votaría por él. El joven mandatario se destacó por gozar del índice de aprobación de la población más alto jamás alcanzado por un presidente en el país.

“Para muchos salvadoreños, la amenaza de las pandillas afectaba directamente sus vidas. Claro que todo lo que se hizo para aliviar eso les parece perfecto. El método se cuestiona muy poco. Al contrario, estas reglas que hacen una democracia no les importan, si son las que les iban a mantener en zozobra. La gente está dispuesta a sacrificarlas para resultados más concretos en su cotidianidad”, describe el periodista de ‘El Faro’.

Efectivamente, la población –sacudida por juntas militares, una guerra civil y la violencia callejera–, en su mayoría no cuestiona los costos que condujeron a este semblante de paz.

Los que sí reaccionan son los observadores internacionales: “Lo que nosotros hemos hecho es denunciar el camino que Bukele ha seguido para llegar hasta acá y poner de relieve que gobernar sin controles expone a todos los salvadoreños a sufrir abusos“, explica Juan Pappier, subdirector de la división para las Américas de Human Rights Watch (HRW) en una entrevista con France 24.

“El país más seguro de América Latina”, ¿a qué costo?

La aplaudida política de mano dura de Nayib Bukele condujo en marzo de 2022 a la aprobación de un estado de excepción, que ha sido renovado constantemente desde entonces. “El Gobierno insiste en que todavía hay pandilleros sueltos, que se sigue necesitando el régimen de excepción; pero al mismo tiempo jura que estamos en el país más seguro de América latina”, cuestiona el periodista de ‘El Faro’.

Esta medida limita la libertad de asociación, los derechos a la privacidad y permite a las autoridades omitir el motivo de detención de una persona. Liberadas de la obligación de tener que explicar cada arresto, las autoridades han encarcelado a más de 75.000 presuntos miembros de bandas criminales desde el inicio del estado de excepción. De estas detenciones masivas, 7.000 inocentes fueron liberados.

“Estamos hablando de que varios de ellos pasaron un año en la cárcel, sin ser culpables de nada”, recalca Gabriel Labrador. “Han sufrido abusos de todo tipo y ahora no tienen canales para exigir justicia o reparación”, completa Juan Pappier, de HRW.

Según un informe de Amnistía Internacional, desde la vigencia del estado de excepción y hasta octubre de 2023 se han registrado 327 desapariciones forzadas y más de 190 muertes bajo custodia estatal.
Según un informe de Amnistía Internacional, desde la vigencia del estado de excepción y hasta octubre de 2023 se han registrado 327 desapariciones forzadas y más de 190 muertes bajo custodia estatal. AFP – MARVIN RECINOS

“Ahora somos el país con la densidad de población encarcelada más elevada del mundo. Hay todo tipo de edades entre las rejas pero la mayoría tiene entre 18 y 40 años. Eso va a marcar a una generación entera”, advierte el periodista salvadoreño.

Por su parte, Pappier se preocupa por los otros miles de jóvenes que “han quedado al cuidado de familiares, vecinos o el propio Estado, ya que sus padres han sido detenidos arbitrariamente. Esto puede acercar aún más a los jóvenes a la criminalidad y la violencia”.

Y es que los problemas sociales que pueden llevar a la juventud a buscar el camino de la delincuencia parecen no interesar tanto al Gobierno de Bukele: “Las condiciones estructurales que dieron pie a las pandillas no han cambiado. La migración hacia fuera sigue igual, el hambre es palpable, la pobreza va en aumento“, enumera Labrador.

“Para la educación había una promesa de un aumento del presupuesto estatal de 6% del PIB y no se cumplió. Por lo contrario: disminuyó”, lamenta el periodista.

“El gobierno solo se concentra en efectos comunicacionales: está repartiendo computadoras a escuelas que ni siquiera tienen Internet o agua”, agrega.

El Salvador tiene una deuda histórica con los jóvenes, especialmente los más humildes, que han sufrido de primera mano la falta de oportunidades laborales y educativas, la estigmatización, y políticas de seguridad que los han criminalizado. Estas medidas los han acercado, en muchos casos, a ser reclutados por las pandillas para cometer crímenes atroces. Se trata de un ciclo de marginalidad que el régimen de excepción solamente ha agravado”.
Juan Pappier, subdirector de la división para las Américas de Human Rights Watch

Otra preocupación ante un posible segundo mandato de Nayib Bukele reside en que su título de “dictador más cool del mundo” pierda su gracia con el tiempo. El líder de Nuevas Ideas ha ido concentrando más y más poder desde su llegada a la Presidencia, con “múltiples atropellos a las instituciones que ejercían como contrapesos a su poder, socavando la independencia judicial, debilitando los mecanismos de rendición de cuentas y atacando a los medios independientes”, comenta Juan Pappier.

¿La antesala de un régimen autoritario?

“Estamos (siendo) testigos de una gran regresión en el tiempo, a épocas donde no había lugar para la oposición ni para los Derechos Humanos, donde el Ejército tenía mucho poder”, declara Gabriel Labrador, recordando que en 2020 Bukele aumentó el presupuesto para el Ministerio de Defensa de 50% respecto a 2019.

“Y si efectivamente se consolida un sistema de partido único en la Asamblea Legislativa, como sugieren las encuestas, es probable que se cierren aún más los pocos espacios que existen hoy para denunciar abusos de poder”, plantea Pappier.

En otras reformas que preocupan a los expertos, Bukele ya casi hace realidad su intención de reducir de 262 a 50 el número de municipios. Al reducir ese número, el líder de Nuevas Ideas podría limitar el poder de los municipios en los que no tiene tanta aprobación pública y fusionarlos con distritos en los que su partido tiene más apoyo. La normativa entrará en vigor el 1 de mayo de 2024, tres meses de las próximas elecciones presidenciales, legislativas y municipales.

La manera en que lograría llegar de nuevo al poder deja alertas por la erosión de la democracia. Aunque la Constitución salvadoreña establece un veto a la reelección, en noviembre Nayib Bukele obtuvo una licencia del Congreso para dejar formalmente su cargo en los últimos seis meses de su Gobierno y así dedicarse a la campaña.

El subdirector de HRW para las Américas también evoca el escenario en donde Bukele, reelecto, pierda popularidad: “Es posible un recrudecimiento en los ataques contra la sociedad civil y el periodismo independiente, que será el último pilar denunciando lo que ocurre en el país”.

Así, el balance de los cinco años de Nayib Bukele como presidente de El Salvador está marcado por profundos claroscuros. Su hábil estrategia de comunicación logró hasta ahora mantenerlo a flote, pero si la población decide reelegirlo, su mayor reto será demostrar que el respiro que sus políticas de seguridad han logrado dar a los salvadoreños es sostenible.

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