Kast busca mantener el control de la oposición chilena tras el plebiscito
La disputa de las derechas por la hegemonía del sector arranca un segundo tiempo con las elecciones municipales en el horizonte
La resaca del plebiscito constitucional chileno, en el que un 55% rechazó la propuesta impulsada por las derechas, ha abierto una disputa sobre la hegemonía de la oposición al presidente Gabriel Boric. El Partido Republicano se convirtió en la principal fuerza política el pasado mayo en las elecciones de los consejeros, por lo que la derrota en el referéndum los convierte en sus principales responsables y Chile Vamos, la formación de la derecha tradicional, buscará recuperar el espacio de su electorado que los republicanos han mordido desde el extremo. Mientras la coalición se debate en la interna sobre cómo y cuándo marcar la diferencia, José Antonio Kast, líder de los republicanos, confirmó sus intenciones de ser candidato presidencial por tercera vez en 2025. En una entrevista con TVN agregó que, si dependiera de él, no competiría en unas primarias con Chile Vamos.
La estrategia de Kast tras los resultados ha sido reconocer la derrota, remarcando que el Gobierno de Gabriel Boric tampoco tiene nada que celebrar, empatando la cancha de los perdedores. A la vez, al hacerse responsable del 45% de la opción a favor busca apropiárselo, una visión que choca con la de Chile Vamos, que agrupa a los partidos Unión Demócrata Independiente (UDI), Renovación Nacional (RN) y Evópoli. Ellos creen que el 45% es de todo el sector y que de no haber sido por “los gustitos” que se dieron los republicanos en el proceso, como la exención de las contribuciones a la primera vivienda o modificar la norma vinculada a los derechos reproductivos, habrían ganado el plebiscito. El excandidato presidencial de la derecha tradicional, Sebastián Sichel, los acusó de espantar a los moderados y de intentar poner su identidad en el texto. “Liderar es convocar, no espantar o imponer”, afirmó Sichel.
Las primeras reacciones en la derecha tras el resultado del plebiscito avecinaban una guerra intestina. El exconsejero republicano Luis Silva, líder de la bancada durante el proceso, sostuvo que la alcaldesa Evelyn Matthei, la principal carta presidencial de la UDI, de la derecha tradicional, “entró tarde” a la campaña. Matthei aseguró a finales de septiembre que la propuesta iba “derechito al fracaso”, lo que supuso un temblor para su sector considerando que se trata de la política mejor valorada de Chile, según la encuesta Cadem. Finalmente Matthei desechó la idea de votar en contra y acabó alineándose con sus filas y convirtiéndose en uno de los pilares de la campaña del a favor. Su opción perdió en la gran mayoría de los municipios de Chile, incluido el que administra.
Chile Vamos ha intentando esta semana tener una postura más dialogante con el Gobierno de Boric que los republicanos, aunque no ha sido suficiente como para que la ciudadanía vea una diferencia clara. Consultado por la reforma previsional que la Administración de izquierdas ha intentado reimpulsar tras el plebiscito y que lleva 20 años discutiéndose en el Congreso, Kast dijo en TVN que “queda poquito” para que se lleve a cabo. “En dos años más vamos a ganar el Parlamento y la Presidencia y vamos a demostrar cómo avanzar en las urgencias sociales”, sostuvo, dando un portazo a las negociaciones para resolver una de las principales preocupaciones de la ciudadanía.
La duda es si Chile Vamos tomará distancia a corto plazo del Partido Republicano o buscará mantenerse lo suficientemente cerca como para formar una alianza estratégica. Varias voces dentro de la formación creen que es el momento de separar aguas y no desconocer que el protagonismo republicano les costó el proceso. Un 23% de quienes votaron por candidatos de derecha en la elección de consejeros constitucionales marcaron en contra, según DecideChile.
Está previsto que Kast no enfrente solo el fuego amigo de Chile Vamos, sino también de un sector a la derecha de republicanos que se desmarcó del proceso constitucional. Un par de semanas atrás, el senador Rojo Edwards renunció al Partido Republicano por considerar que el liderazgo dejó de enfocarse en las urgencias sociales y tras conocer el resultado del plebiscito, afirmó: “Hay un 20% de la oposición que ha apoyado la libertad (…) En dos años más habrá un Gobierno que defienda la libertad”, añadió, dejando entrever sus ambiciones políticas.
La primera prueba electoral que definirá por dónde irán las aguas son los comicios municipales y de gobernadores en octubre de 2024, para lo cual –de haber primarias- deben haber resoluciones en mayo. Hasta ahora, Renovación Nacional ha mostrado su interés en que toda la oposición al Gobierno de Boric lleve un solo candidato en cada municipio y región del país. Gloria Hutt, presidenta del partido de derecha liberal Evópoli, sin embargo, descartó esta semana pactar con los republicanos. Los analistas consideran que Evópoli, el partido más moderado de la derecha, es el que se está desmarcado con más claridad del extremo, pero que los otros partidos, en particular la UDI, lo tienen más difícil porque Kast viene de esa formación y ha conquistado parte de sus bases.
Chile Vamos todavía no quiere meterse al barro de las presidenciales aunque, forzosamente, Kast ya los está obligando a ello. Los analistas ven que se avecina un panorama complejo en 2025, cuando los chilenos votarán por un nuevo mandatario y al mismo tiempo por un nuevo Congreso. Si Kast no quiere ir en unas primarias con Chile Vamos sería raro que sí lo hicieran en las parlamentarias. Y aunque acordaran eso, hay voces dentro de la derecha tradicional que se van a resistir porque quieren ir por la reelección y no están dispuestos a dejar una vacante para que la obtenga un republicano.
Por ahora, el Partido Republicanos volvió a ser lo que era antes del plebiscito: una formación de 12 diputados y un senador. El Congreso es su cancha y desde ahí están impulsando una acusación constitucional contra el ministro de Vivienda, Carlos Montes, por su responsabilidad política en el caso Convenios, la trama de corrupción que investiga la Fiscalía sobre el traspaso de fondos del estado a fundaciones privadas, especialmente afines al oficialismo. Es una muestra más de que Kast y su partido buscan mantener el control de la oposición chilena tras el plebiscito.