La UE, la OTAN y EE UU ven con escepticismo la llamada de Xi a Zelenski. Los próximos pasos en el campo de batalla marcarán las bases para definir una estrategia que busque poner fin a la guerra lanzada por Rusi
El mundo está pendiente de la gran contraofensiva ucrania que se prevé para el mes de mayo o el de junio. De los resultados en el campo de batalla, del territorio que Kiev sea capaz de reconquistar y de la situación en la que quede el ocupante ruso, dependerá que la guerra lanzada por el Kremlin hace 14 meses pueda tener una salida negociada a medio plazo. Mientras Occidente se vuelca en ayudar militarmente al país agredido, China ha entrado en la escena diplomática para no quedarse fuera de la partida política internacional que dirimirá el futuro del conflicto. El presidente chino, Xi Jinping, se unió al baile el miércoles al entrevistarse por teléfono con su homólogo ucranio, Volodímir Zelenski. Su llamada, la primera desde el inicio de la invasión, duró cerca de una hora y se produjo por “invitación” de Zelenski, según la lectura oficial publicada por Pekín, que suele dar importancia a estos detalles de quién teclea el número y quién descuelga el auricular. “El diálogo y la negociación son la única salida viable”, le confió Xi a su homólogo. También advirtió de los riesgos del conflicto, presentó a China como un país imparcial y pidió mesura. “No hay vencedores en las guerras nucleares”.
En la conversación, el mandatario chino dejó clara una cosa: “El respeto mutuo a la soberanía y la integridad territorial constituye la base política de los lazos sino-ucranios”, una frase que parece teledirigida a calmar la polvareda diplomática provocada la semana anterior por el embajador de China en Francia, que puso en duda en una entrevista televisiva la soberanía de las antiguas repúblicas soviéticas, incluidos los países bálticos y Ucrania, así como la pertenencia de Crimea a este país. Crimea fue anexionada ilegalmente por Rusia en 2014.
Aumentan las voces internacionales que sugieren que la pérdida de Crimea es una condición inevitable para que Rusia acepte sentarse a negociar. El presidente brasileño, Lula da Silva, que está moviendo la idea de una alianza de países para lograr una salida negociada a la guerra en la que Pekín tendría un papel clave, afirmó el jueves en una entrevista en EL PAÍS que el fin de la contienda pasa por que Ucrania recupere su integridad territorial y Rusia conserve su territorio. “Rusia está en Crimea hace mucho tiempo, Rusia ha invadido otros territorios. No sé qué va a aceptar Zelenski para un acuerdo, ni Vladímir Putin [presidente ruso]. Putin no va a querer que la OTAN se instale en sus fronteras. Zelenski no va a querer que otros se queden dentro de Ucrania. Solo los que están fuera pueden ayudar a construir una ingeniería capaz de parar esta guerra”, dijo.
En Bruselas se ve con escepticismo la llamada de Xi a Zelenski. La Comisión Europea lo ha definido como un “primer paso importante” aunque “demorado” de Pekín. Mientras, todos los ojos están más bien puestos en la esperada contraofensiva ucrania, o en una reforzada ofensiva rusa, que marcarán las bases sobre lo que sucederá después y la fortaleza de cada bando. Hasta que esto suceda, no habrá ninguna iniciativa de diálogo, vaticinan diversas fuentes aliadas. El presidente francés, Emmanuel Macron, y la jefa del Ejecutivo comunitario, Ursula von der Leyen, pusieron esa conversación con Zelenski como condición a Xi para marcar el futuro vínculo europeo con el gigante asiático, en un momento en el que la UE está repensando si en la relación deben cambiar los términos con los que define a China (socio, competidor y rival sistémico) o, al menos, el orden de esa clasificación.
Un grupo de Estados europeos, entre los que está Francia, creen que China sigue siendo un agente clave con el que hacer buenos negocios. Otros, como los países bálticos y Suecia, ven con enorme recelo a Pekín y la dependencia de la UE de sus productos, y son más cercanos a las posiciones de Washington, en plena guerra comercial con el gigante asiático. En el primer grupo, están quienes creen que Xi podría influir sobre Putin, con el que tiene una muy buena relación —cada vez más escorada hacia la dominancia de Pekín, eso sí— y con quien busca avanzar hacia una “nueva era” sin la hegemonía de Occidente. Y que esa influencia propiciase algún movimiento de Moscú que permita desplegar la vía del diálogo, y al mismo tiempo ofrecer a Kiev ciertas garantías de seguridad a cambio de algunas concesiones.
El principal obstáculo es que ninguno de los contendientes en la guerra tiene intención de renunciar a sus metas por las armas: el objetivo básico de Rusia es conquistar la totalidad del territorio de las provincias anexionadas unilateralmente en septiembre —sin el reconocimiento de la comunidad internacional—; el de Ucrania, es que cualquier negociación pasa antes por la salida inmediata de los ocupantes de su territorio.
Representante de Pekín
Xi le expresó a Zelenski su intención de enviar al representante especial del Gobierno chino sobre los Asuntos Euroasiáticos “a visitar Ucrania y otros países, para realizar comunicaciones a fondo con todas las partes sobre la solución política de la crisis de Ucrania”. La persona designada es Li Hui, un diplomático de dilatada carrera, que ejerció entre 2009 y 2019 como embajador chino en Rusia, una década marcada por el acercamiento entre ambas potencias. La prensa estatal de Pekín se ha lanzado en tromba a defender la iniciativa mediadora de China, que llega después de que la potencia asiática haya ido tomando posiciones como un posible facilitador del diálogo: primero, con la presentación en febrero de un documento (que no plan de paz) para la “solución política de la crisis” (Pekín nunca denomina al conflicto “guerra”); segundo, ejerciendo de mediador en el siempre complicado avispero de Oriente Próximo, al posibilitar en marzo el restablecimiento de la relaciones diplomáticas entre Irán y Arabia Saudí.
El gigante asiático busca transmitir que ejerce un rol de creciente importancia en el teatro geopolítico, y también que maneja los tiempos: a principios de abril, durante la visita a Pekín de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, Xi le confió que llamaría a Zelenski “cuando las condiciones y el momento” fueran “los adecuados”. Xi ha descolgado el teléfono solo después de una frenética ofensiva diplomática en la que se ha visto con Putin y con varios dirigentes de la UE.
En la llamada, el presidente chino le habló a su homólogo ucranio de aprovechar una “coyuntura” en la que crecen “las reflexiones y voces racionales” que buscan una “solución política”. Desde la perspectiva china, algo ha cambiado. “Durante mucho tiempo no ha habido condiciones para las conversaciones de paz”, argumenta Xu Poling, director de la Oficina Económica Rusa del Instituto de Estudios de Europa Oriental, Rusia y Asia Central, dependiente de la Academia China de Ciencias Sociales. En su opinión, el desarrollo de la contienda ha estado “controlado por Estados Unidos” y su apoyo a Ucrania para seguir luchando.
Desconfianza en la UE y en la OTAN
Con las lecciones aprendidas a raíz la guerra de Rusia en Ucrania, tras años de pragmatismo europeo hacia el Kremlin, la desconfianza hacia los movimientos de Xi es grande en la UE y enorme en la OTAN. China, señalan fuentes comunitarias, tiene además sus propios intereses geopolíticos, de imagen e incluso de cara a la reconstrucción de Ucrania tras la guerra. “No olvidemos que Pekín no ha condenado la invasión”, señala un diplomático occidental, que remarca que China no ha alejado la idea de que su postura —y su documento de posición sobre la guerra— es mucho más cercana a Rusia. Kiev no ha perdido apoyos en la UE, ni siquiera la crisis del grano ucranio que llega al bloque sin aranceles y que causó las primeras fisuras por las protestas de los países del Este por el efecto comercial en sus mercados, ha logrado fracturar la unidad. Pero movilizar sanciones contra Rusia es cada vez más difícil, se están acumulando retrasos para enviar la munición prometida a Kiev y la Unión ha perdido impulso para seguir tomando decisiones de calado.
“Occidente ha empezado a cuestionarse si continuar o no la guerra y apoyar a Ucrania”, argumenta Xu. La iniciativa de Xi coincide además con una China que ha emergido del letargo de la pandemia y la política de covid cero con aspiraciones globales. “Con la creciente fuerza y escala de China y la transformación del mundo en una dinámica multipolar, [Pekín] ha incrementado sus esfuerzos por mantener el orden mundial y resolver las cuestiones geopolíticas regionales con mayor participación y responsabilidad”, concluye Xu.
Fuentes próximas al gabinete de Valeri Zaluzhni, comandante en jefe de las Fuerzas Armadas Ucranias, comentaban en marzo a este diario que desde el pasado verano detectan un progresivo desinterés por la guerra entre la opinión pública europea. Esta situación, indicaban las mismas fuentes, puede provocar que los gobiernos de la UE empiecen a presionar para que se abra la vía diplomática. El problema puede ser incluso mayor porque la desconexión respecto al conflicto también se empieza a identificar entre la población ucrania alejada del frente. Así lo ha advertido en varias alocuciones el propio Zelenski, pero también lo constató el día 21 durante las Jornadas de Seguridad de Járkov Denys Ganzha, politólogo y fundador de la Plataforma de Diplomacia Pública de Ucrania.
Rebajar expectativas
Pese al progresivo agotamiento de la ciudadanía, no habrá movimientos diplomáticos significativos en los países aliados de Kiev hasta que no se active la contraofensiva de primavera. Las Fuerzas Armadas Ucranias están preparando desde enero la que tiene que ser su mayor acción ofensiva de la guerra. Para esta operación están reservándose el mejor armamento recibido desde las filas de los países de la OTAN y también a sus mejores tropas.
Pero los socios de Kiev tienen dudas de la magnitud de los éxitos que se consigan en esta ofensiva porque las defensas rusas son ahora mucho más sólidas. Así lo atestiguaban los documentos secretos del Pentágono filtrados este mes, que confirmaban que en Estados Unidos hay temor a que los avances “se queden muy cortos” respecto a las expectativas. El medio estadounidense POLITICO informó la semana pasada de que cada vez hay más voces en la Casa Blanca que abogan por preparar ya un plan de negociación si la contraofensiva no prospera.
El Departamento de Estado de EE UU ha evitado oficialmente comentar las revelaciones de esos documentos y ha insistido en la tesis oficial: “Estados Unidos va a seguir apoyando a nuestros socios ucranios y ayudándoles a defender su integridad territorial y su soberanía durante el tiempo que sea necesario”.
Con respecto a la posibilidad de negociaciones, la diplomacia estadounidense indica que “el propio presidente Zelenski ha sido claro sobre el hecho de que esto, en última instancia, tendrá que terminar a través de una solución negociada, pero que tiene que ser en los términos de los ucranios”. “Es irresponsable poner a estos dos países, Rusia y Ucrania, al mismo nivel. Uno está tratando de borrar las fronteras del otro, y el otro está tratando de defender su vida”, según Vedant Patel, portavoz del Departamento de Estado.
El Gobierno estadounidense recibió con escepticismo el plan de paz que esbozó China el mes pasado y la postura oficial la ha expresado de nuevo el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, John Kirby: “El único acuerdo que creemos que merece la pena es el que el presidente Zelenski considere que merece la pena”.
El Gobierno ucranio es consciente de que el crédito de sus socios puede acabarse. Su ministro de Exteriores, Dmitro Kuleba, ya advirtió en marzo en The Financial Times que era necesario rebajar las expectativas sobre la contraofensiva porque podía transmitir el mensaje a la comunidad internacional de que tras esta operación, poco más podía conseguirse por la vía militar. El titular de Defensa, Oleksii Reznikov, redundó el jueves en la misma idea: “Hay demasiado entusiasmo en cuanto a las expectativas sobre la contraofensiva”.
El poder en Kiev no quiere dar ahora un paso atrás ante una agresión contra su población y su territorio, condenada por Naciones Unidas y por la gran mayoría de la comunidad internacional. No hay voces en Ucrania que aboguen por negociar nada con Rusia que no implique antes la salida de sus tropas de los territorios invadidos. Pero el propio Kuleba señaló que hay otras opciones sobre la mesa en una entrevista con EL PAÍS de julio de 2022. En esta, el titular de Exteriores aseguró que es factible que Ucrania acceda un día a la UE con Rusia todavía en parte de su territorio, como sucede con Chipre, país miembro del club europeo pese a que se disputa militarmente su soberanía territorial con Turquía.