El 2 de mayo de 2002 un cilindro bomba lanzado por la extinta guerrilla de las FARC impactó sobre la iglesia del municipio de Bojayá, al este del país. Un centenar de personas que se refugiaban en su interior fueron asesinadas. Dos décadas después, los sobrevivientes y familiares de las víctimas conmemoran uno de los episodios más dolorosos del conflicto armado colombiano.
El cristo viaja dentro de una caja de madera por el río Atrato. Y acompaña la procesión de Bellavista Nuevo, el centro municipal que se construyó después de la masacre, hasta Bellavista Viejo, donde el 2 de mayo del 2002 murieron cerca de un centenar de personas.
Los escombros de la iglesia narran la tragedia de ese día, cuando un cilindro bomba lanzado por la extinta guerrilla de las FARC impactó el recinto. Su interior se había convertido en un refugio ante de los enfrentamientos entre dicho grupo armado y los paramilitares.
Más de un centenar de muertos y 1.700 desplazados tras la masacre
El impacto cambió el rumbo de la historia de Bojayá y se convirtió en uno de los hechos más impactantes del conflicto armado Colombiano.
“En la masacre de Bojayá (Chocó) fueron asesinadas más de un centenar de personas; 70 quedaron heridas y, tras los ataques, al menos 1.700 personas se desplazaron forzosamente de este territorio”, asegura la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP).
Dos décadas después, las víctimas recuerdan a sus familiares vestidos de blanco.
“Yo perdí a mi papá y a mi hermanito, unos primos y perdí muchos familiares. Para mí es muy duro y doloroso llegar acá porque me invade la nostalgia, me da mucha tristeza venir acá porque son muchos recuerdos”, narra para EFE, Faustino Flores Palacios.
Tenía apenas 12 años cuando ocurrió la masacre. Una que, según asegura, le cambió la vida para siempre. Palacios también afirma que aún en la actualidad los habitantes de Bojayá viven en el abandono y que la región del Chocó sigue siendo una de las más olvidadas del país.
Tal como él, son muchos los familiares de las víctimas que se desplazaron al antiguo pueblo para asistir a una misa en la que múltiples mujeres cantaron los tradicionales “alabaos” del Pacífico colombiano.
Una ceremonia precedida por un conversatorio denominado como “Bojayá y Chocó conmemorando 20 años entre la guerra y el olvido”. Uno al que asistieron, según reporta el diario colombiano ‘El Tiempo‘, “representantes del Comité por los Derechos de las Víctimas, autoridades etnicoterritoriales, el Sistema Integral para la Paz, la ONU DDHH, miembros de la Iglesia, comunidad internacional y representantes de la sociedad civil”.
“Nunca debió suceder”: el mensaje del partido de los Comunes
La fecha conmemorativa estuvo marcada por múltiples llamados a la reconciliación, a la construcción de memoria y a la no repetición.
El partido de los Comunes, surgido de la desmovilización de la extinta guerrilla de las FARC, se disculpó con la comunidad y con todo el país.
“Queremos pedir el perdón de Bojayá y toda Colombia por los hechos sucedidos hace 20 años. La guerra significa un espiral de dolor, debemos ponerle fin con perdón, reparación y no repetición”, decía un comunicado del partido en su cuenta de Twitter.
El exlíder de las FARC, Rodrigo Londoño, también se sumó a la conmemoración. “Han pasado 20 años de la terrible masacre que cometimos las desaparecidas FARC-EP en Bojayá. Sobre estos atroces hechos sentimos vergüenza y un dolor profundo por haber martirizado a nuestro pueblo”, escribió en su cuenta de Twitter.
Londoño agregó que: “Guardamos la esperanza de algún día sanar sus heridas y recibir su perdón”.
20 años después: ¿cuáles son las demandas pendientes de la comunidad?
La violencia no ha desaparecido en Bojayá. La Defensoría del Pueblo colombiana ha emitido tres alertas en los últimos años. En estas advierte del riesgo de vulneraciones de los derechos humanos de las comunidades negras y pueblos indígenas de ese municipio.
En la actualidad, la subregión del Medio Atrato está siendo atravesada por los intereses expansivos de la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC).
Al panorama de la zona se le suma la presencia de minas antipersonales y municiones sin explotar que afectan a territorios afros e indígenas, según muestra el medio colombiano Canal 1.
Unas amenazas que han derivado en ocho eventos de confinamiento desde enero del año pasado que, según el Comité por los Derechos de las Víctimas de Bojayá, han afectado a más de 7.800 personas.
La JEP también pidió la protección de la vida de los habitantes de la zona a través de un comunicado. Al mismo tiempo en que recalcó algunas de las demandas pendientes como “la garantía de los derechos económicos, sociales y culturales de la población; la búsqueda de las personas desaparecidas en razón del conflicto armado” y “el desmantelamiento de los grupos armados no estatales”.
El temor a la repetición
En el marco de la conmemoración, las víctimas mostraron su consternación frente al recrudecimiento del conflicto en algunos de los municipios vecinos.
Así lo hizo Máxima Asprilla, alabaora y vocera de las víctimas, para el periódico ‘El Espectador’: “Hoy resistimos con nuestras voces. No queremos que haya más episodios como el que nos tocó ese horroroso día de mayo. En Nóvita, Napipí (Chocó) y otros sitios vecinos está pasando lo mismo que padecimos nosotros y nadie los escucha”.
El temor a una repetición de lo ocurrido hace dos años se expande por la región y afecta notablemente a la juventud. Leyner Palacios, que perdió a 32 familiares y amigos en la matanza y hace parte de la Comisión de la Verdad, aseguró para EFE que “más de 50 jóvenes después de la masacre han decidido ahorcarse para no ser reclutados”.
La reparación de los afectados es otro pendiente. 38.024 es el número de víctimas registradas según un reporte entregado por la Unidad para las Víctimas. Un poco más de 8.000 son sujetos de atención y reparación.
Con EFE y medios locales