En Moscú, unas placas metálicas han aparecido en las fachadas de los edificios.
Cada una exhibe el nombre de una víctima de las purgas del exlíder soviético José Stalin.
Son la acción de un grupo de activistas que quieren recordar a los rusos el lado oscuro del líder soviético, responsable de la muerte de millones de personas.
El gesto pretende contrarrestar un fenómeno que reflejan las encuestas: los rusos tienen una opinión cada vez más favorable, o menos negativa, sobre Stalin.
Un 20% de los rusos piensan que Stalin fue un “líder sabio, que lideró la Unión Soviética hacia la grandeza y la prosperidad”, según la última encuesta del centro ruso Levada, publicada en enero de este año.
Y un 34% opina que, a pesar de los defectos y fracasos que se le atribuyen, lo más importante es que bajo su liderazgo Rusia resultó victoriosa en la Segunda Guerra Mundial, conocida como la “Gran Guerra Patriótica”.
La opinión pública muestra un “pensamiento doble”: los encuestados dicen que Stalin fue un “tirano cruel”, pero también un “líder sabio”.
Aunque solo un 3% piensa que el estalinismo fue “únicamente bueno” para Rusia, los que opinan que Stalin hizo “más bien que mal” al país ha aumentado seis puntos porcentuales desde diciembre de 1999, pasando del 19% al 25% actual.
La percepción del líder soviético en Rusia es menos negativa en la actualidad que cuando cayó la Unión Soviética.
“No se trata de que los rusos aprueben el autoritarismo”, le dice a BBC Mundo Elena Shestopol, directora de la cátedra de Sociología y Psicología Política de la Universidad Estatal de Moscú.
“La mayoría no querría vivir bajo el mando de Stalin y está en contra de su exaltación”, insiste Adele Ovakimyan, investigador del centro Levada.
Sin embargo, entre una parte de la población su figura sigue siendo popular. ¿Por qué?
Una vida “normal”
“La razón es que se le ve como la figura que devolvió al país el estatus de gran potencia”, explica Shestopol.
Pero no solo son los logros militares y geopolíticos de Stalin lo que valoran los rusos de hoy en día, sino su papel como supuesto precursor del progreso científico, académico, cultural y educativo.
Además, Stalin es percibido como un líder honesto y limpio, alejado de la corrupción, mientras que la mayoría de los políticos actuales son considerados corruptos.
Shestopol, quien ha estudiado las actitudes políticas de los rusos, cree que tras la buena imagen de Stalin late el rechazo a la inestabilidad de los años de Yeltsin, presidente entre 1991 y 1999.
Aunque pueda resultar sorprendente, muchos rusos aprecian los años de Stalin, y el periodo soviético en general, como una etapa de “vida normal”.
De hecho, la mayoría de los que tienen una visión favorable de Stalin son personas de avanzada edad.
Según los datos de Levada, las simpatías por Stalin se han concentrado durante mucho tiempo en la periferia: entre la gente mayor, con menos educación, de entornos rurales y pueblos pequeños.
En opinión de Shestopol, esa idea de “normalidad” se asocia con la existencia de un Estado fuerte sin el cual no se concibe el progreso social.
¿Rehabilitación de Stalin?
El libro “The Stalin Puzzle” (“El rompecabezas de Stalin”) ahonda en las circunstancias de estas ideas.
Una de sus autoras es Maria Lipman, analista política con sede en Moscú afiliada a la Universidad George Washington, de Estados Unidos.
Lipman rechaza la idea de que se haya producido una “rehabilitación” de la figura de Stalin o una “re-estalinización” de Rusia en la época de Vladimir Putin.
Señala que desde 2007, la organización Memorial (que se dedica a promover la memoria histórica y a los derechos humanos) celebra cada año en Moscú un evento en el que activistas leen los nombres de personas ejecutadas durante las purgas de la década de 1930.
El proceso se alarga durante horas y “nadie lo impide”, dice Lipman.
Además, las autoridades abrirán un nuevo museo en Moscú dedicado a las millones de personas perseguidas en los campos de trabajo forzados soviéticos en el llamado sistema del Gulag.
Lipman cree que existe una correlación entre ambas épocas históricas, pero esta tiene que ver con la sensación de que Rusia “vuelve a ser fuerte”.
“En un contexto en el que Rusia vuelve a estar en guerra y negocia de igual a igual en Siria junto con Estados Unidos, la figura de Stalin se alza”, dice Lipman.
Pero se ha tratado más bien de un “proceso natural”, que surge tras el desengaño con las reformas que se produjeron después de la caída de la URSS, que dieron lugar a un período de inestabilidad, hiperinflación y crisis económica.
Esas reformas, entre ellas la transición de una economía planificada a una economía de mercado, produjeron una “profunda decepción” y se asociaron negativamente con la influencia de los países occidentales.
“Muchos rusos piensan que quien se centra en los aspectos negativos del pasado se están alineando con Occidente y no es un patriota”, dice Lipman.
La posición “ambigua” del gobierno
Sergei Bondarenko, investigador de la mencionada organización pro-derechos humanos Memorial, cree sin embargo que la posición del gobierno ruso con respecto al pasado estalinista es “ambigua”.
“Por un lado, se va a construir un monumento a todas las víctimas de la represión política en Rusia, pero el gobierno no ha hecho nada para detener las distintas iniciativas que ha habido en todo el territorio para conmemorar a Stalin con museos o monumentos”, le dice a BBC Mundo Bondarenko.
“No ha habido un verdadero debate en la sociedad rusa sobre sus crímenes”, opina. “Lo hubo durante unos años en la perestroika, pero ya no”, dice el investigador de Memorial.
La razón podría ser, según Bondarenko, que esta postura es “útil” para el gobierno de Putin.
“Quizás usan esta leyenda positiva sobre Stalin para promover sus ideas, aunque no de forma obvia. Se trata más de una idea sutil que de una práctica oficial”, dice.
Bondarenko cree que la opinión favorable sobre Stalin empezó a crecer hace 15 años, conectada con la figura de Putin, su imagen de “líder fuerte” y su pasado en el KGB, entre otras cosas.
Y Adele Ovakimyan, del centro Levada, está de acuerdo con esta idea.
“Hoy, el régimen impone la idea de que los valores colectivos son más importantes que el individuo. Y esto siempre va acompañado de la idea de violencia. Solo los valores proclamados por la autoridad se empiezan a tratar como supremos”, le dice a BBC Mundo.
Aunque la popularidad de Stalin ha sido tradicionalmente una reliquia del periodo soviético, con la llegada de Putin esto ha empezado a cambiar.
“Mientras Rusia siga centrada en su propia agenda política como gran poder y civilización anti-occidental, la figura de Stalin continuará utilizándose para legitimar este discurso”, dice Ovakiman.
“Lo que significa que seguirá siendo popular”.
De 1956 a la actualidad
La aceptación de la figura de Stalin, denunciado solo tres años después de su muerte (1953) por su sucesor Nikita Kurschev, se percibe en Moscú y en otras zonas del territorio ruso.
En mayo, autoridades del Partido Comunista en Lípetsk erigieron un nuevo busto a Stalin.
En julio se abrió un museo sobre sus logros militares en el pueblo de Khoroshevo.
Y en diciembre de 2015 abrió el “Centro Stalin” en la ciudad de Penza para celebrar sus logros.
Cuando un reportero del diario The Guardian habló con uno de los precursores del museo y le preguntó sobre los crímenes de Stalin, su respuesta fue:
“Las condiciones históricas deben tenerse en cuenta. Algunas cosas que antes eran permisibles moralmente ya no lo son”.
Stalin, le dijo al reportero Georgy Kamnev, “es la respuesta a todos los problemas”.
Fuente: BBC Londres