La Unión Europea acepta entrar en la ‘era de la Defensa’ y eso le exige una visión amplia: hablar de Defensa no es solamente hablar de dinero, aunque España ya asume que quiere llegar al 2% del PIB antes de 2029, objetivo que tenía marcado hasta ahora. Pero Europa, si quiere ser autónoma en el tema militar, tiene que ser consciente de sus capacidades más allá del apoyo que ya no quiere dar Estados Unidos. Y sí, tiene despliegues importantes el continente, que van desde la capacidad nuclear de Francia hasta los modernos ejércitos de los países nórdicos o los planteamientos de los Bálticos, que son los que más cerca ven ahora la amenaza rusa.
Francia se destaca como una de las principales potencias militares de Europa, con aproximadamente 203.000 efectivos militares en activo; como nación con capacidad nuclear desde 1960, Francia mantiene una estrategia de disuasión independiente basada en su flota de submarinos de la clase Triomphant, equipados con misiles balísticos y dispone de 290 ojivas nucleares. Además de 1.055 aviones, 406 tanques y 180 buques de guerra, incluyendo un portaaviones de propulsión nuclear, el Charles de Gaulle (solo Francia y Estados Unidos disponen de esta tecnología). Esas capacidades han permitido que Macron hable ya de usar la disuasión nuclear frente a Rusia y haya ofrecido también ese paraguas como “garantía de seguridad” para Ucrania.
Alemania, con alrededor de 184.000 efectivos militares, es otro de los grandes países quiere apostar por la Defensa, con paquetes millonarios y con la idea de que se puedan suspender a largo plazo las reglas fiscales de la UE para que la estrategia pueda darse a varias décadas vista. Su marina incluye una flota de cuatro submarinos y quince fragatas, reflejando su apuesta por la seguridad marítima y la defensa de sus intereses estratégicos. Para los expertos es el paradigma de cómo un país puede ir cambiando su visión estratégica sobre seguridad, después de ir rompiendo desde 2022 sus dependencias energéticas de Rusia.
Varsovia, de hecho, es la voz principal en cuanto al refuerzo de la Defensa europea. El mensaje de su primer ministro, Donald Tusk, fue claro: : “500 millones de europeos le están pidiendo a 300 millones de estadounidenses que les defiendan de 140 millones de rusos“, sostuvo, a modo de reflexión para que Europa entienda que puede cuidar de sí misma sin depender de Estados Unidos.
Los nórdicos también juegan un papel clave. Suecia, con aproximadamente 50.000 efectivos militares, mantiene una fuerza armada bien equipada y moderna. Su marina cuenta con 5 submarinos y 11 corbetas, lo que refuerza su capacidad de defensa en el Mar Báltico. Como país históricamente neutral, Suecia ha fortalecido su preparación militar en los últimos años, especialmente ante el cambiante panorama de seguridad en Europa. Por su parte, Dinamarca y Finlandia también cuentan con fuerzas armadas destacables en la región nórdica, siendo el finlandés el considerado ejército más moderno de Europa. Dinamarca, con 15.000 militares y con una marina que opera seis fragatas y cinco barcos lanzamisiles, garantizando la protección de sus aguas territoriales. Finlandia, aunque tiene solo 19.000 efectivos en tiempos de paz, puede movilizar hasta 280.000 en caso de conflicto, reflejando su fuerte sistema de defensa basado en la reserva. Maneja ocho barcos lanzamisiles y diecinueve cazaminas, lo que le permite mantener la seguridad en sus costas y responder a amenazas en el Báltico.
Precisamente los Bálticos son los que más cerca ven, junto a los nórdicos, la mano de Putin. Así, aseguran que no pueden “hacer mucho más” en cuanto a la inversión en Defensa, por lo que piden una actuación conjunta “y rápida” de la UE. Estonia, con 6.500 militares en activo mantiene una pequeña pero efectiva armada compuesta por una fragata y tres cazaminas, enfocada en la seguridad marítima del Báltico. Su estrategia se basa en la cooperación con aliados de la OTAN y el fortalecimiento de su ciberdefensa, algo que quizá tenga que reenfocar en los próximos años hacia la Unión.
Lituania y Letonia también han desarrollado sus fuerzas armadas con recursos limitados. Lituania cuenta con 20.000 efectivos y dispone de cuatro barcos lanzamisiles y cuatro cazaminas. Letonia, con 5.000 militares, opera cuatro cazaminas y los mismos barcos patrulla para la vigilancia de sus aguas territoriales. Ambos países han incrementado su colaboración con la OTAN para fortalecer su defensa frente a posibles amenazas en la región.
La inversión en Defensa es, por tanto, solo un elemento. Según los datos manejados, solo Polonia superará el 4% (hasta el 4,12%) a finales de este año, mientras que otros países como Estonia, EEUU, Letonia o Grecia podrán superar el 3%. Es decir, estos países estarían de sobra por encima del objetivo del 2%, así que cumplirían con las expectativas, pero aún así seguirían lejos del nuevo órdago lanzado por Trump de buscar el 5%. El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, asume que el 2% se queda corto y ya hace meses se planteó que este fuera “el suelo y no el techo” a la hora de invertir en Defensa. Más recientemente, de hecho, el Reino Unido abogó por situar el objetivo en el 2,5%. “No estamos en guerra, pero tampoco estamos en paz”, avisó Rutte hace solo unos días, llamando a los aliados a “cambiar la mentalidad” y a hacer entender a los ciudadanos la nueva realidad en la que se vive.
Pero una cosa es el mensaje y otra los números. España, de hecho, está a la cola del gasto en Defensa en proporción a su producto interior bruto de los 32 miembros de la OTAN. Así lo dejó claro el último informe de la Alianza Atlántica sobre previsión de gasto para 2024, en la que se estima que el Gobierno español destinará un 1,28% del PIB. En ese vagón rezagado están también Croacia, Portugal, Italia, Canadá, Bélgica, Luxemburgo y Eslovenia. Estos son los países que al final de este año quedarán todavía por debajo del 2%, y por lo tanto lejísimos también de ese 5% que reclama ahora Estados Unidos.
Por encima del 2,5% pero por debajo del 3% estaría solamente Lituania. Por lo tanto las brechas son importantes y en cierto modo tienen que ver con la ‘cercanía’, en muchos casos, de la guerra en Ucrania: Polonia, la propia Lituania o Estonia ven el peligro cerca, y salvo el caso de Grecia, el resto del países del sur están muy rezagados en esta clasificación.
Otro elemento a tener en cuenta para entender las capacidades de la UE es la presencia de bases estadounidenses en terreno europeo. Alemania alberga la mayor cantidad de tropas estadounidenses en el continente, con bases clave como la de Ramstein, un importante centro logístico y de operaciones de la Fuerza Aérea de EEUU, y la base de Wiesbaden, sede del comando del Ejército estadounidense en Europa. Otras instalaciones destacadas incluyen Grafenwöhr, que es el mayor campo de entrenamiento militar estadounidense fuera de su territorio, y la base de Stuttgart, que alberga el Comando Europeo de EEUU (EUCOM) y el Comando de África (AFRICOM).
En Italia pasa lo mismo: Washington mantiene varias bases estratégicas, entre ellas la base aérea de Aviano, que alberga aviones de combate F-16 y es crucial para operaciones en el Mediterráneo y Oriente Medio. Además, la base naval de Nápoles es la sede del Comando de las Fuerzas Navales de EE.UU. en Europa (NAVEUR) y desempeña un papel clave en la seguridad del flanco sur de la OTAN. También en España, la base naval de Rota es un punto estratégico para la Armada estadounidense, ya que facilita el despliegue de destructores con capacidad de defensa antimisiles, mientras que la base aérea de Morón de la Frontera es utilizada para operaciones de transporte y logística.