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El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, dijo que había vivido una agresión durante su visita a Moscú en febrero pasado. Las tendencias demuestran que las relaciones entre la Unión Europea y Rusia ya han tocado el fondo. Sputnik analiza cómo ha cambiado la política hacia Rusia durante la gestión de Borrell.
La reciente entrevista de Borrell con France 24 puso todos los puntos sobre las íes. El alto funcionario diplomático demostró su política hostil hacia Moscú.
Habló de su viaje a Moscú en febrero: entonces Borrell quedó sorprendido por la decisión rusa de declarar personas no gratas a tres diplomáticos de Suecia, Polonia y Alemania por haber asistido el 23 de enero a manifestaciones no autorizadas en apoyo al opositor Alexéi Navalni en Moscú y San Petersburgo.
Por alguna razón, Borrell calificó las acciones de las autoridades rusas de “agresión”. Sin embargo, esta fue una reacción lógica a los intentos de los diplomáticos extranjeros de entrometerse en los asuntos internos de Rusia.
No es difícil imaginar cuál habría sido la reacción de los países europeos si cualquier diplomático ruso hubiera participado en las manifestaciones de protesta antigubernamentales en el territorio de la Unión. Seguramente no lo habrían tolerado.
No obstante, en el territorio ruso los europeos se permiten hacer cosas a las que Moscú evidentemente tiene que reaccionar de manera dura. Entonces no queda claro por qué al jefe de la diplomacia europea le indigna una medida lógica y bastante esperada por parte de Rusia.
Borrell, quien se había enterado de la noticia por las redes sociales, condenó este paso. El canciller ruso, Serguéi Lavrov, señaló que Rusia no tenía previsto declarar a los diplomáticos personas no gratas para que coincidiera con la visita de Borrell. Añadió que fue una decisión que “se tomó una vez que estas personas fueron identificadas en las manifestaciones ilegales”.
Tras el regreso de Borrell, muchos expertos de la UE criticaron al funcionario europeo por su actitud durante su viaje a Moscú. Algunos llegaron a decir que fue “humillado” por el canciller ruso. Incluso hubo quienes exigieron la dimisión del diplomático español. El mismo Borrell explicó a France 24 que cuando un país “se aprovecha de su visita para anunciar la expulsión de diplomáticos no es una humillación, sino una agresión”.
La respuesta categórica de Borrell otra vez confirma su sesgo hacia la agenda política de Rusia y el doble rasero en cuanto a las violaciones de la ley por parte de los diplomáticos extranjeros. Su reciente entrevista a la cadena gala muestra otra cara de la diplomacia europea, así como el constante proceso de deterioro que viven las relaciones entre Bruselas y Moscú.
Bandera de la Unión Europea
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Borrell y su enfoque hacia Moscú
Josep Borrell es un diplomático experimentado que ha trabajado en los organismos de la Unión Europea desde hace dos décadas.
Hizo una gran carrera en las estructuras de esta entidad supranacional y a partir del 1 de diciembre de 2019 ostenta los cargos de alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, y de vicepresidente de la Comisión Europea. En otras palabras, Borrell es una de las personas que hoy en día determinan la política exterior de la Unión.
En varias ocasiones Borrell se permitió hacer declaraciones bastante inamistosas hacia Moscú. El jefe de la diplomacia europea calificó a Rusia de “socio poco fiable” y hasta de “vecino peligroso”. Al mismo tiempo, hay que reconocer que Borrell abogó —como cualquier diplomático experimentado lo haría— por el diálogo con Rusia, si bien admitió que cree que las relaciones entre Bruselas y Moscú pasan por un período muy turbulento.
A Borrell evidentemente le molesta que Rusia selle alianzas con sus vecinos, como Bielorrusia y China. En una de las publicaciones de su blog, Borrell escribió que Moscú y Pekín unen sus fuerzas para contrarrestar “al mundo occidental”. En otras palabras, el jefe de la diplomacia europea cree que solo los países de Occidente tienen el derecho de crear alianzas contra ciertos países.
El diplomático es efectivamente el arquitecto de las sanciones europeas contra Rusia. Borrell acusa a Moscú de violaciones de los derechos humanos y de las libertades de los ciudadanos. El lote más reciente de sanciones fue introducido a finales de febrero de 2021. Es una táctica bastante extraña, teniendo en cuenta que la situación de los DDHH en muchos países de la UE está lejos de ser perfecta.
El problema de Ucrania también es uno de los principales “obstáculos” para el desarrollo de las buenas relaciones entre Bruselas y Moscú, según Borrell. En julio de 2020 el alto representante de la UE para Asuntos Exteriores calificó la situación en el país eslavo de “grave”.
Por alguna razón, él vinculó el estado deplorable de los lazos ruso-europeos con la crisis en Donbás, aunque Moscú no está directamente involucrada en el conflicto armado en esa región ucraniana. Pero la UE tiene una opinión distinta.
El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, y el canciller ruso, Serguéi Lavrov
© Sputnik / Servicio de prensa de la Cancillería de Rusia
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La diplomacia europea vs. la agenda política rusa
El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, puntualizó durante una de sus conversaciones telefónicas con Borrell que “avivar los sentimientos antirrusos en la UE y crear nuevos factores irritantes en las relaciones con Rusia usando pretextos inverosímiles, no cumple con los objetivos de estabilizar la situación en Europa“.
Esto efectivamente afecta incluso la mínima confianza mutua que existe entre las partes.
Cuando el jefe de la diplomacia europea se permite insultar a Rusia al llamarla un “vecino peligroso”, él mismo entierra cualquier posibilidad de mejorar las relaciones entre Bruselas y Moscú. Y, luego, en una entrevista recuerda las supuestas agresiones que sufrió durante su reciente visita a Rusia.
Tras dicha visita que tuvo lugar en febrero, Borrell fue criticado por algunos políticos europeos por su posición demasiado blanda hacia Rusia, pero es difícil acusar al diplomático de tener un enfoque amistoso hacia Moscú.
Las declaraciones de Borrell están determinadas, en gran medida, por la necesidad de ajustarse a la opinión pública de una parte de la población europea que comparte una visión rusófoba. Por lo tanto, no hay que esperar que la retórica de la diplomacia europea hacia Moscú cambie, incluso a largo plazo.
Queda claro que los políticos occidentales estarían contentos con la agenda política de Rusia, solo si Moscú actuara como un lacayo obediente de Bruselas y Washington.
Josep Borrell, alto representante para la Política Exterior de la UE