Las preocupaciones sobre un posible deterioro de la relación bilateral entre Colombia y Estados Unidos durante el gobierno del presidente Gustavo Petro parecen haber quedado disipadas. Tras el encuentro de Petro con el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, quien estuvo de visita en Bogotá el lunes y martes pasado, fue evidente el buen tono entre los dos países

Blinken manifestó el respaldo a la agenda de Petro en asuntos como la propuesta de “paz total”. Estados Unidos, además, parece ahora más alineado con Colombia y dispuesto a abordar de forma distinta la política antidrogas, una postura que Petro sostuvo desde su campaña.

“Compartimos la visión de que tiene que haber una aproximación comprensiva holística a este desafío, eso significa para Estados Unidos lidiar con el problema de la demanda, es una de las cosas que mueven el narcotráfico, es un frente en el que estamos trabajando”, dijo el alto funcionario en entrevista exclusiva con El Espectad

En materia de extradición, sobre lo que el presidente Petro ha propuesto beneficios para narcotraficantes que cooperen y no reincidan, Blinken dijo que Estados Unidos respeta la soberanía de Colombia en la que se enmarcaría una política de ese tipo. Por su parte, Petro accedió a implementar la erradicación forzada en ciertos casos.

En todo caso no se trató del primer acercamiento entre los gobiernos Biden y Petro. La de Blinken fue por lo menos la cuarta visita de alto nivel desde que el entonces candidato por el Pacto Histórico ganó en las urnas. De hecho, el presidente estadounidense llamó a Petro pocos días después de su triunfo en las elecciones.

Por ahora todo apunta a que habrá un cambio histórico, pues la agenda bilateral no seguirá enfocada en las drogas, como sucedió en las últimas décadas. El respaldo manifestado por Blinken a Colombia, tras menos de dos meses de la llegada del nuevo inquilino de la Casa de Nariño, permite proyectar más cercanía que la que hubo en el gobierno anterior.

Durante el gobierno de Donald Trump, Colombia estuvo en riesgo de perder su certificación en la lucha contra el narcotráfico y Trump dijo que Iván Duque “no ha hecho nada por nosotros” en esa lucha contra las drogas. Además, lamentó la estrategia infructuosa de Duque para derrocar a Nicolás Maduro y, en plena crisis, se vio un mensaje indiscreto anotado en una libreta del entonces asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, que mencionaba enviar “5.000 tropas a Colombia”.

Con la llegada de Joe Biden al poder la relación se enfrió más; el primer contacto telefónico entre ambos mandatarios tardó meses. La entonces canciller y vicepresidenta, Marta Lucía Ramírez, tuvo que viajar a Estados Unidos para convencer a ese gobierno de que la relación con Colombia era incondicional e independiente del partido político, pese a que funcionarios del Centro Democrático, el partido de gobierno, entre los que estaba Francisco Santos, el embajador en Washington, apoyaron la reelección de Trump.

Este año, el lazo entre ambos países recibió oxígeno en el marco de la celebración del bicentenario de las relaciones diplomáticas, con el nombramiento de Colombia como aliado principal no miembro de la OTAN, entre otros.

“Petro sabe que Estados Unidos ha sido un aliado estratégico de Colombia desde hace más de 200 años”, afirma la internacionalista y candidata a magíster en comunicación política Laura Segovia. Por eso, “sería inconsecuente para el nuevo presidente, quien ha querido demostrar que es posible una transición al poder de la izquierda que sea pacífica e institucional, echar por la borda todos esos años de trabajo conjunto”.

De otro lado, Segovia también afirma que Estados Unidos sabe del valor geopolítico que representa Colombia como aliado en la región y no tendría interés en simplemente cancelar la relación por cuestiones ideológicas. Este contexto explicaría las relativamente frecuentes reuniones entre los dos Estados como un intento por disminuir las diferencias.

En campaña, Petro había prometido una relación bilateral mucho más horizontal con Estados Unidos. De acuerdo con Segovia, aunque hay un esfuerzo claro de Estados Unidos por lograr buenas condiciones de cooperación, parece difícil que se logre una horizontalidad porque la asimetría entre los dos países es irreconciliable. “Estados Unidos siempre tendrá más que poner sobre la mesa”.

Aun así, a los dos Estados los unen valores progresistas. Para Laura Segovia, el nuevo embajador ante Estados Unidos, Luis Gilberto Murillo, exministro de Ambiente, pone en evidencia la primacía que Petro quiere darle a al ambiente en la agenda bilateral. “La lucha no puede ser entre hermanos colombianos, como tampoco entre quienes habitamos el planeta. La lucha es contra el cambio climático para salvar al mundo”, afirmó el canciller Álvaro Leyva en la Asamblea General de la OEA, que se llevó a cabo esta semana en Lima, Perú.

Al respecto, es claro que esa agenda será privilegiada sobre la resolución de la situación en Venezuela, asunto que ocupó un lugar prioritario en el gobierno anterior. Esto último, si no es un factor de unión, es al menos un elemento común en las agendas de los dos gobiernos: mientras que Petro le ha apostado a restablecer definitivamente la diplomacia con Venezuela, Estados Unidos también se ha acercado al país, aunque con encuentros más sutiles desde marzo de 2022.

Desde entonces, Estados Unidos ha aliviado ciertas sanciones impuestas en materia petrolera (como la prohibición de negociaciones entre Chevron y PDVSA) y altos funcionarios del gobierno Biden han visitado regularmente Venezuela para negociar sobre seguridad energética (de cara a la necesidad de disminuir la participación de Rusia en el suministro global de petróleo en medio de la guerra en Ucrania) y la situación de ciudadanos estadounidenses retenidos arbitrariamente en ese territorio. De hecho, el pasado 1.° de octubre, el presidente Biden anunció la liberación de siete estadounidenses encarcelados en Venezuela, entre los que se encuentran cinco directivos de Citgo, filial de PDVSA, a cambio de dos sobrinos del presidente venezolano que estaban cumpliendo penas por narcotráfico en Estados Unidos.

“Independientemente de lo que suceda con la relación, trabajamos todos los días para traerlos (a los detenidos) con sus familias. Eso no dice nada respecto a la relación (entre ambos países), sino que se enfoca en traer a casa a gente que nunca debió haber sido detenida”, dijo al respecto el secretario Blinken en su entrevista con El Espectador.

Durante su participación en la Asamblea de la OEA, el jefe de la diplomacia estadounidense, quien llevó como bandera también el rechazo a la situación de derechos humanos en Nicaragua y la condena a la invasión rusa en Ucrania, dejó claro que la política de su país sobre Venezuela “no ha cambiado” e insistió en su mensaje al presidente venezolano para que dé “pasos constructivos” hacia “elecciones libres” en 2024.

En lo que a Colombia concierne, al igual que con el asunto de extradición, Blinken le dijo a este diario que respeta la decisión soberana de Colombia de restablecer los lazos diplomáticos con el país vecino. Señaló incluso que si el lazo binacional puede estimular la transición democrática allí, el restablecimiento es “bueno”.

Las diferencias en las posturas, no obstante, se reafirmaron durante el encuentro regional en el que, por ejemplo, se puso a consideración la posibilidad de debatir revocar la aceptación de un representante del opositor venezolano Juan Guaidó. En la votación, países como Canadá acompañaron a Estados Unidos en su voto negativo, mientras que Chile, Bolivia, Colombia, entre otros, votaron a favor. El asunto no prosperó por no llegar al umbral necesario para la votación.