En este episodio de ‘Keiser Report’, Max y Stacy hablan del creciente déficit comercial estadounidense con China y de cómo la élite trata ahora de negociar con la realidad que pusieron en marcha allá por el 2001, para acabar aprendiendo que quien mendiga no está en condiciones de elegir. En la segunda parte, Max conversa con Chris Fenton, autor de ‘Feeding the Dragon’, sobre cómo Hollywood se ha vendido a China y si EE.UU. puede permitirse cambiar el curso que le han impuesto sus élites
EE.UU. “es una economía de consumo, no de producción” como lo demuestra el reciente informe del Departamento de Comercio estadounidense, comentan los presentadores del programa. El documento indica que el desequilibrio en términos de bienes y servicios con el resto del mundo se ha incrementado hasta los 74.400 millones de dólares, el nivel más alto jamás registrado desde enero de 1992.
Stacy cita información de la prensa local que señala que las ayudas de 1.400 dólares que reciben muchos estadounidenses debido a la pandemia del covid-19 y los demás estímulos económicos implementados en EE.UU. han propiciado un ‘boom’ en China, aumentando aún más dicho déficit.
El déficit comercial del país norteamericano con el gigante asiático “lleva tiempo descontrolado“, agrega Max. Al respecto, citan al escritor Charles Hugh Smith, para quien “es muy fácil echarle la culpa a China por aumentar su déficit comercial, pero no es menos cierto que nadie obligó a las empresas estadounidenses a trasladar la cadena de suministro al país asiático, una decisión que solo buscaba el beneficio económico” de esas compañías.
La receta aplicada por Pekín contra Washington
Por su parte, el invitado de este capítulo, Chris Fenton, sostiene que cuando Washington decidió “abrir sus bienes y servicios” al mercado chino, “pensaba que ayudaría a extender la democracia por el gigante asiático, además de generar ingresos para las grandes empresas y puestos de trabajo en territorio estadounidense”. Sin embargo, esas “aspiraciones democráticas han caído en saco roto“, añade.
Asimismo, opina que “la receta que ha aplicado” China contra EE.UU. es la misma que aplicó Washington contra Europa a principios del siglo XIX, cuando el país norteamericano “empezaba su propia revolución industrial, con robos de tecnología y de propiedad intelectual, aranceles, políticas proteccionistas; todo aquello que le sirviera a Estados Unidos para cambiar por completo su industria”.