Kiev, Varsovia, Bruselas, Berlín, París y, de vuelta a casa, breve parada en Moscú. Esa fue la completa gira del “enviado de paz” de China que había elegido el presidente Xi Jinping para tocar todas las puertas alrededor de la guerra en Ucrania. Li Hui, un veterano diplomático de 70 años que fue embajador en Rusia, regresó en silencio de su viaje a finales de la semana pasada. Ha habido que esperar hasta este viernes para escuchar a Li exponer las conclusiones que sacó tras dos intensas semanas de reuniones por Europa.
Lo primero que hizo al comenzar la rueda de prensa fue negar que Pekín hubiera pedido a Kiev que permita a Rusia mantener el territorio ocupado para lograr un rápido acuerdo de paz. Eso fue lo que aseguraba a principios de esta semana un artículo en ‘The Wall Street Journal’. “Esas afirmaciones son un movimiento para sembrar la discordia entre China y Ucrania”, señaló Li. Tras salir publicada esa nota, el propio ministro de Exteriores ucraniano, Dmytro Kuleba, publicó un mensaje de vídeo en el que decía que, después de preguntar también a sus colegas europeos, no le constaba que Li hubiera puesto sobre la mesa durante su viaje la posibilidad de reconocer los territorios actualmente controlados por Rusia.
“La guerra ahora mismo está en un punto muerto y el riesgo de escalada sigue siendo muy alto. Puede ser difícil para todas las partes reunirse para conversaciones fructíferas. Pero ni Kiev ni Moscú han cerrado la puerta a la posibilidad de que se produzcan esas conversaciones”, continuó Li durante una comparecencia en la que aseguró que su país está haciendo todo lo posible para prevenir una crisis nuclear y de seguridad alimentaria.
“La situación es difícil y compleja, pero alguien debe seguir intentándolo y Pekín está dispuesto a ser ese alguien”, añadió. Li no se olvidó de lanzar uno de los habituales dardos que acostumbran los portavoces chinos dirigidos a Occidente cada que vez que abordan la “crisis” -así lo siguen llamando- de Ucrania. “Dejar de echar combustible al fuego es la mejor acción humanitaria”, soltó como crítica a los países que están enviando armas a Kiev.
La primera parada que hizo Li en su viaje fue en Kiev para reunirse con el presidente Volodimir Zelenski y con el ministro Kuleba, quien le dejó claro cara a cara que nunca aceptarán ningún plan de paz que pase por la pérdida de territorio. El Kremlin ha rechazado esos términos y no está claro si Xi, a quien le interesa mantener los fuertes lazos con Moscú, estará dispuesto a presionar a Putin para que ceda a las demandas de Kiev.
El representante chino presentó en la capital del país invadido por Rusia el “plan de paz” de 12 puntos publicado por Pekín a principios de año, que defiende la soberanía de Ucrania y se opone al uso de armas nucleares, pero también respalda las “preocupaciones de seguridad” de Putin. Una ausencia destacada en el documento, y que reprochan al régimen chino los aliados occidentales, es que, aunque aboga por un alto al fuego, en ningún punto pide la retirada de las tropas rusas.
Tras la visita a Kiev, Li, que es el responsable del departamento de Asuntos Euroasiáticos, el que gestiona las relaciones diplomáticas en una amplia área que incluye a Rusia, Europa del Este y Asia Central, viajó a Polonia y después a la sede de la Unión Europea, en Bruselas, donde se reunió con Enrique Mora, secretario general adjunto para asuntos políticos de la UE.
“Esperamos que China juegue un papel constructivo y aproveche cada ocasión para defender y promover la Carta de la ONU y el derecho internacional, y recordar la necesidad de respetar los principios de soberanía, independencia e integridad territorial”, fue la declaración formal de la UE, aunque los funcionarios del grupo que comentaron la visita de Li fueron más contundentes y enfatizaron en la necesidad de que Xi Jinping presione Putin para retirar sus tropas invasoras.
La última parada de Li fue en Moscú, donde el ministro de Relaciones Exteriores, Sergey Lavrov, le dio una cálida bienvenida y elogió la “posición equilibrada” de Pekín en la guerra. Lavrov, además, culpó a Ucrania y a sus aliados occidentales de poner “serios obstáculos” que impiden las conversaciones de paz entre Moscú y Kiev.
Unos pocos días antes de la llegada del enviado chino a Rusia, el primer ministro ruso, Mikhail Mishustin, estuvo de visita en Pekín, convirtiéndose en el funcionario ruso de más alto rango en visitar China desde que comenzó la guerra. Mishustin firmó con el presidente Xi varios acuerdos comerciales que profundizan los lazos entre los dos países.