Cientos de desplazados abandonan el centro médico Al Naser, en Jan Yunis, ante la amenaza de una redada. Netanyahu condiciona el regreso a las negociaciones sobre la tregua a que Hamás entregue una nueva propuesta
Tras cercarlo durante una semana, el ejército israelí ha comenzado este miércoles a evacuar Al Naser, el principal hospital operativo en Gaza, en la ciudad de Jan Yunis. En las imágenes grabadas desde sus alrededores se puede ver a cientos de personas abandonarlo en grupo con sus escasas pertenencias ―algunos, con banderas blancas― después de que las tropas advirtiesen, a través de altavoces y drones, de su determinación de tomarlo.
El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, se ha mostrado “alarmado” por la situación en Al Naser, al que ha definido como la “columna vertebral del sistema de salud en el sur de Gaza”, donde se concentran la gran mayoría de los gazatíes tras su desplazamiento forzoso del norte. En un mensaje en la red social X, Ghebreyesus asegura que ha perdido el contacto con su personal en el centro, que “las hostilidades han destruido instalaciones de almacenamiento de equipo médico y suministros” y que las autoridades militares israelíes les han negado el envío de dos misiones en los últimos cuatro días.
El ejército israelí subraya que “no pretende evacuar a pacientes y personal médico” y que ha abierto una “ruta segura” para los desplazados en dirección a la “zona humanitaria”. El portavoz del Ministerio de Sanidad del Gobierno de Hamás en Gaza, Ashraf Al-Qudra, ha acusado a las Fuerzas Armadas de “obligar a miles de personas desplazadas, familias del personal médico y pacientes que no pueden moverse” a dejar el centro, pese a “verse amenazados por un peligro extremo”.
Como cualquier institución en pie de cierto tamaño, el hospital se ha convertido en refugio improvisado de desplazados. Los miles de personas que se calcula que había en su interior han pasado los últimos días con temor a los tanques y tiradores apostados en los alrededores. Según las autoridades sanitarias de la Franja, han matado a al menos tres civiles. La ONG Médicos Sin Fronteras, que tiene allí personal local, denunciaba a finales de enero que unos 300 pacientes permanecían en el hospital sin poder ser evacuados por falta de ambulancias y por el peligro que conllevaba. Es una situación similar a la que vivió en noviembre el hospital Al Shifa, en la capital, bajo el que Israel situaba un centro de mando y operaciones de Hamás que no encontró.
En las imágenes difundidas en los últimos días por la televisión Al Jazeera se puede ver a un palestino con las manos esposadas que entra al hospital y trata de convencer de la necesidad de evacuarlo. Hay un cadáver tirado en los alrededores y un grupo de palestinos que pasan bidones de agua con un carrito por miedo a atravesar la calle que da al hospital.
“Bombardeos intensos”
La Media Luna Roja Palestina ha dado cuenta además este miércoles de “bombardeos intensos” en los alrededores de otro hospital de Jan Yunis, Al Amal, que ha resultado dañado. Previamente, había denunciado el arresto allí de nueve miembros de su personal y que los soldados rompieron equipos médicos y se llevaron ordenadores portátiles en la redada.
El ejército israelí cree que los centros médicos esconden accesos a la red subterránea de túneles empleada por los milicianos. En la red ―que las tropas están dinamitando o inundando con agua del mar Mediterráneo― las fuerzas israelíes esperan encontrar a alguno de los 134 rehenes (al menos 31 de ellos, muertos) que quedan en Gaza, tras el rescate el lunes de dos de ellos, con doble nacionalidad argentina e israelí. O a Yahia Sinwar, el líder de Hamás en Gaza cuyo asesinato —”es hombre muerto”, dijeron varios dirigentes israelíes tras el ataque masivo del 7 de octubre— daría una simbólica “foto de la victoria” al primer ministro, Benjamín Netanyahu, tras más de cuatro meses de guerra.
El martes, las Fuerzas Armadas de Israel difundieron un vídeo en el que aparece Sinwar. Es el primero desde el inicio de la guerra. Fue grabado en los primeros días y se lo ve de espaldas, desplazándose por un túnel con su esposa e hijos. Ese mismo día, el máximo responsable de los servicios secretos de Israel se reunió en El Cairo con mediadores cataríes, egipcios y estadounidenses para negociar el canje de los rehenes por la excarcelación de presos palestinos y un alto el fuego de al menos seis semanas. De momento, no volverá.
Netanyahu ha ordenado este miércoles a la delegación quedarse en Israel porque no recibió “ninguna propuesta nueva de Hamás” en El Cairo respecto a la de la semana pasada. Hamás planteó entonces negociar un fin definitivo de la guerra durante 135 días de alto el fuego en los que hasta 1.500 presos palestinos recuperasen la libertad a cambio de la entrega escalonada de todos los rehenes. El primer ministro israelí la rechazó de plano y la ha vuelto a calificar este martes de “delirante”. “Un cambio en las posiciones de Hamás permitirá que las negociaciones avancen”, ha señalado en un comunicado.
Mientras, las escaramuzas diarias entre Israel y las milicias en Líbano han subido un grado este miércoles. Por la mañana, una andanada de cohetes lanzada desde Líbano ha matado a una soldada y herido a otros ocho en una base militar. El ataque no es solo inusual porque la mayoría de los proyectiles parecen ir orientados a zonas despobladas, para evitar una escalada, sino también porque impactó en una base militar en la ciudad de Safed, que no ha sido evacuada y está a 14 kilómetros de la frontera. Ningún grupo armado ha reivindicado el ataque. El ejército israelí ha reaccionado con una serie de bombardeos, igualmente menos cerca de la divisoria, en los que ha matado al menos a cuatro personas: dos niños, una mujer y un miliciano de Hezbolá.