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El exiliado presidente de Yemen cede el poder para impulsar una solución con los hutíes

El presidente yemení Abedrabbo Mansour Hadi durante un discurso televisado, en el que anuncia que cede sus poderes a un Consejo de Liderazgo Presidencial, para tratar de impulsar una solución negociada al conflicto de siete años con los rebeldes hutíes. Desde Riad, Arabia Saudita, donde se encuentra exiliado, el 7 de abril de 2022. © Captura de video de Yemen TV/Vía AFP

El presidente yemení reconocido internacionalmente, Abdo Rabu Mansur Hadi, transfirió todos sus poderes a un Consejo de liderazgo presidencial, creado para tratar de acabar con el cruento conflicto que inició en 2014. Además, Hadi relevó al vicepresidente Ali Mohsen al-Ahmar de sus funciones. Los rebeldes hutíes, a los que se enfrentan las tropas gubernamentales y fuerzas aliadas, rechazaron las medidas a las que se refirieron como un intento por “impulsar una mayor escalada bélica”.

El presidente de Yemen se aparta del cargo en medio de los esfuerzos internacionales y regionales para acabar la guerra de siete años, que ha causado la “peor catástrofe humanitaria del mundo”, según Naciones Unidas.

En medio de una tregua de dos meses entre las partes enfrentadas, y auspiciada por la ONU, el mandatario Abdo Rabu Mansur Hadi, exiliado en Arabia Saudita, informó que cede sus poderes a un Consejo de liderazgo presidencial.

“Anuncio la creación de un Consejo de Liderazgo Presidencial para completar las tareas del periodo transitorio y delego irrevocablemente al Consejo todos mis poderes de acuerdo con la Constitución yemení y la iniciativa del Golfo”, afirmó Hadi en un discurso emitido este 7 de abril en la televisión estatal yemení desde Riad, donde se encuentra exiliado.

Las funciones del nuevo Consejo de liderazgo

Según Hadi, el comité se encargará de encabezar las negociaciones con los hutíes, que controlan el norte del país, y liderar “una solución política integral”, que incluye un período de transición y elecciones generales para elegir a un nuevo mandatario.

El Consejo está conformado por ocho miembros. Entre ellos, representantes de las principales facciones leales al Gobierno yemení y el dirigente del equipo, Rashad al-Alimi, quien se ha desempeñado como asesor de Hadi, tiene estrechos vínculos con Arabia Saudita y el poderoso partido Islah, la rama yemení del movimiento islamista transnacional Hermandad Musulmana.

Sin embargo, el órgano también incluye al líder separatista sureño y exgobernador de Aden, Eidarus al Zubeidi, que en los últimos años se ha rebelado contra el Gobierno central para exigir reformas.

Por otra parte, debido a que todo el Consejo también asume los poderes de la Vicepresidencia, Hadi relevó de sus funciones a Ali Mohsen al Ahmar, quien hasta ahora ocupaba ese cargo.

Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, aliados del mandatario reconocido internacionalmente, habrían tenido un papel en la decisión a la que rápidamente le dieron la bienvenida con una promesa de 3.000 millones de dólares en ayuda al Gobierno.

Los nuevos pasos se dan en momentos en que Naciones Unidas presiona por reiniciar las conversaciones de paz, estancadas desde 2018.

Posible intento para unir a las facciones anti-hutíes

Los analistas señalan que esta medida tiene como objetivo unificar las filas anti-hutíes dando lugar a más partidos en la toma de decisiones. Con Hadi efectivamente fuera de la ecuación y su controvertido vicepresidente relevado, la esperanza es que los hutíes también estén más dispuestos a negociar una solución al conflicto.

Riad, que ha tenido problemas para salir de la guerra en Yemen, instó al nuevo Consejo a negociar con los hutíes, respaldados por Irán bajo las mediaciones de la ONU “para una solución final e integral”.

“Este es un intento, quizás un último esfuerzo, de reconstituir algo parecido a la unidad dentro de la alianza anti-hutíes. El problema es que no está claro cómo estos diversos individuos, muchos de los cuales tienen puntos de vista diametralmente opuestos, pueden trabajar juntos”, aseguró Gregory Johnsen, exmiembro del Panel de Expertos de la ONU sobre Yemen.

Hutíes desestiman al nuevo Consejo de liderazgo

Pese a las posibilidades expuestas, los rebeldes hutíes consideraron que la nueva medida es un “intento desesperado (del Gobierno que no reconoce) de reorganizar sus filas para impulsar una mayor escalada bélica”.

“A nuestro pueblo yemení no le interesan medidas ilegales adoptadas fuera de las fronteras de su patria por un partido ilegal”, aseguró en su cuenta de Twitter el portavoz y negociador jefe del movimiento insurgente chií, Mohamed Abdulsalam, tras el anuncio Hadi, hecho desde Riad.

Archivo-Los combatientes pro-hutíes en Yemen visitan la tumba del líder político hutí Saleh Al-Samad, en la plaza Al-Sabeen, en la capital, Sanaa, el 30 de agosto de 2021.
Archivo-Los combatientes pro-hutíes en Yemen visitan la tumba del líder político hutí Saleh Al-Samad, en la plaza Al-Sabeen, en la capital, Sanaa, el 30 de agosto de 2021. © AFP

Abdulsalam afirmó que la única forma de avanzar hacia la paz es “detener la agresión, levantar el asedio y la marcha de las fuerzas extranjeras del país”, en referencia a la alianza militar liderada por Arabia Saudita.

El estallido del conflicto

La guerra civil de Yemen comenzó en 2014 cuando los hutíes se apoderaron de Sanaa, capital del país, y expulsaron al Gobierno, tras lo cual intervino la coalición extranjera.

La alianza que busca derrotar a los hutíes se formó principalmente por Estados árabes sunitas, incluidos Qatar, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Egipto y Jordania. También están Marruecos, Sudán y Senegal.

Pero en el fondo, el conflicto yemení enfrenta a las dos potencias de Medio Oriente: Irán, que respalda a los hutíes, y Arabia Saudita, país que lidera la coalición en apoyo a las fuerzas progubernamentales.

Sin embargo, el bando pro gobierno yemení tiene sus propias divisiones internas que han vuelto aún más complejo el conflicto.

Los prolongados enfrentamientos dejan al menos 380.000 muertos, según estimaciones hechas por la ONU hasta finales de 2021.

Cerca del 60% de los fallecimientos se deben a consecuencias indirectas de la guerra como la falta de agua potable, la hambruna y las enfermedades, según indicó el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

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