La producción de esta fruta típica de la Amazonía se ha disparado, generando millones de dólares para los productores y empleo e ingresos para muchas familias en el estado de Pará, en el norte de Brasil.
Pero toda esa demanda está pasando factura a la Amazonía, según un nuevo estudio dirigido por científicos brasileños.
La investigación señaló que el cultivo de asaí -también conocido por su nombre en portugués, açaí- está provocando una pérdida importante de biodiversidad.
Árboles símbolo de la Amazonía, como el samaúma y el jatobá, están desapareciendo del paisaje y dando paso a campos de monocultivo de la fruta.
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El proceso es tan intenso que incluso ha sido nombrado por científicos del área: es la “asaización” de la Amazonía.
“Durante los últimos 20 años, las áreas del bosque donde se cultivaba asaí junto con otras especies han sido completamente ocupadas por las palmeras frutales”, le dice a BBC News Brasil el biólogo de Pará Madson Freitas, autor principal del estudio.
Las autoridades dicen que han creado reglas para proteger la biodiversidad amazónica, y los productores dicen que siguen las reglas y niegan que dañen el bosque.
Pero los científicos dicen que el cultivo de asaí está provocando profundos cambios en la Amazonía que podrían desestabilizar todo el ecosistema.
El auge del asaí
El asaí siempre ha formado parte de la dieta de la población del norte del Brasil, donde tradicionalmente se consume con harina y pescado.
El pequeño fruto oscuro es rico en antioxidantes y fibra, y tiene un alto valor energético, y hoy se puede encontrar en forma de pulpa congelada o como ingrediente de otros productos en países latinoamericanos, en Estados Unidos y hasta en los Emiratos Árabes Unidos.
Brasil concentra alrededor del 85% de la producción mundial de asaí, con un promedio anual de 1,5 millones de toneladas entre 2015 y 2020.
Solo el estado de Pará es responsable por el 95% del total. Hay alrededor de 212.000 hectáreas dedicadas al cultivo de la fruta en zonas de secano o llanura aluvial, según cifras oficiales.
Según la Federación de Industrias del estado de Pará, entre 2011 y 2020 las exportaciones de asaí en Brasil aumentaron en casi un 15.000%.
De alrededor de 40 toneladas en 2011, Brasil alcanzó 5.363 toneladas exportadas en 2020, un récord.
Aun así, la mayor parte de la fruta producida se queda en el territorio brasileño: menos del 1% de lo cosechado en 2020 se exportó.
Pará fue responsable por el 94% de los envíos, generando cerca de US$13,2 millones. En total, el estado pasó de una producción de 756.400 toneladas en 2010 a 1,3 millones en 2019.
Amenaza a la biodiversidad, dicen los científicos
Por eso, científicos eligieron Pará para analizar el impacto del cultivo de asaí en la Amazonía.
El estudio, publicado en la revista académica Biological Conservation, analizó 47 áreas en la desembocadura del río Amazonas en el estado.
La investigación comenzó en 2013 y abarcó áreas mapeadas en un tramo de 376.000 kilómetros cuadrados en la Amazonía oriental, donde se encuentra el mayor centro de producción y cosecha de asaí de Brasil.
La región está cubierta por bosques de tierras altas, estuarios y manglares a lo largo de las orillas de los ríos Pará, Guamá y Tocantins, y áreas de tierras bajas en la isla de Marajó, cerca de Belén.
La primera señal de que había un problema fue la ausencia registrada por los investigadores de especies arbóreas típicas de la llanura aluvial en áreas donde hay monocultivos de asaí.
Muchas de estas plantas brindan sombra a otras especies y refugio a la fauna local, como aves e insectos, además de ayudar a reciclar los nutrientes del ecosistema amazónico.
El biólogo Madson Freitas, investigador de la Universidad Federal de Pernambuco, dice que muchas de esas especies fueron cortadas por agricultores y ribereños que cultivan asaí.
Se quitan para hacer espacio para plantar árboles de asaí y dejar que el sol brille sobre las bases de la fruta; la sombra puede retardar su crecimiento.
Los investigadores afirman que una mayor producción para satisfacer la demanda del mercado provocó un cambio significativo en el bosque de llanura aluvial.
El estudio destaca que, en áreas donde hay más de 600 matas de asaí por hectárea, la riqueza funcional se redujo en cerca del 50%.
Esta es una medida utilizada en los círculos científicos para calcular la cantidad de espacio que ocupan las especies en una comunidad.
Es decir, este espacio ocupado por las otras especies bajó a la mitad desde que se empezó a explorar esta zona para el cultivo del asaí.
Hay regiones identificadas por la investigación donde teóricamente debería haber alrededor de 70 especies de plantas por hectárea, pero en su lugar los científicos encontraron prácticamente un monocultivo de la fruta, con hasta 1.000 matas por hectárea.
“Árboles grandes y altos como el samaúma, conocido popularmente como la reina de la selva, y otros como el jatobá y el cedro, están desapareciendo en esta región”, dice el biólogo.
Freitas explica que cada especie tiene una función específica en los engranajes del bosque, y la ausencia de alguna puede desestabilizar el sistema.
“Todas las plantas son importantes, tanto en términos de diversidad como de los servicios ecosistémicos que brinda cada una de ellas”, afirma el científico.
Las plantas más altas, como el samaúma, por ejemplo, dan sombra y reciclan los nutrientes del suelo. Sin ellas, el suelo se vuelve más ácido.
“El asaí tolera la acidez, pero otras plantas no. Eso significa que, después de ser cortadas, esas plantas difícilmente podrán volver a crecer en ese lugar”, dice el investigador.
Los árboles altos también albergan colmenas de especies típicas de abejas. Estos insectos polinizan varias especies, incluido el asaí.
“Incluso es contradictorio, porque con las colmenas, el propio asaí se vuelve más productivo”, dice Freitas.
“En las zonas donde hay monocultivo de asaí y casi ninguna otra especie, los racimos dan un 30% menos de fruta que en las zonas donde hay más diversidad”, agrega.
Los científicos dicen que la pérdida de diversidad y los beneficios que genera hace que todo el sistema socioecológico sea más vulnerable, “como ocurre con cualquier economía local sustentada por un monocultivo de un commodityinternacional”.
“Asaización” de la Amazonía
El aumento del cultivo de asaí, especialmente en Pará, para hacer frente al aumento de la demanda en las últimas décadas, fue tal que investigadores y biólogos ya han bautizado el fenómeno de “asaización” en la Amazonía.
La mayor parte de la producción, especialmente en las regiones inundables, está en manos de los ribereños y familias campesinas.
La fruta se vende localmente y se envía al resto de Brasil y al exterior en forma de pulpa, a partir de la cual se elaboran diversos productos.
Actualmente hay 118 industrias en Pará dedicadas al procesamiento de asaí. Algunas tienen su propio cultivo, pero todas siguen dependiendo de la producción de los ribereños para mantener su abastecimiento.
El presidente del Sindicato de las Industrias de Frutas y Derivados del Estado de Pará (Sindfrutas), Reinaldo Mesquita, dice que el asaí cambió la vida de muchos paraenses.
Cada empresa genera directa o indirectamente empleo para unas 5.000 familias, según sus cálculos.
“Además de los empleados y agricultores, hay camioneros, lancheros y cargadores que se benefician de la asociación”.
Inicialmente, la explotación del asaí era exclusivamente extractiva. Sin embargo, desde la década de 1990 se implementó el manejo de plantaciones nativas de asaí y cultivos en llanuras aluviales y tierra firme.
Según Freitas, este cambio en la forma de cultivo cambió el ecosistema local.
Dice que, aunque existen programas para fomentar la producción sostenible de asaí, las reglas no siempre se respetan en la región.
“En algunas islas, no pudimos ver otras plantas además de los árboles de asaí”, dice el biólogo.
“En islas donde hay mayor fiscalización, como la isla de Combú, caracterizada como zona de protección ambiental, hay mayor diversidad de especies”, sostiene.
Productores niegan impacto ambiental
La principal normativa vigente, creada en 2013 por el gobierno de Pará, regula la producción de palmito y asaí por parte de los ribereños, explotaciones familiares y productores comunitarios.
La legislación determina que los productores deben adoptar “técnicas de formación y manejo adecuadas a la sostenibilidad de la especie” y establece la extracción de un máximo de 200 tallos de asaí y el manejo de hasta 400 matas por hectárea.
Los productores dicen que se respetan todas las reglas y niegan cualquier cambio en el ecosistema local o la extracción de especies para el cultivo de asaí.
“Antes se cortaban las plantas nativas de la región para sembrar palmitos, pero desde que el producto principal se convirtió en asaí, eso ya no sucede”, dice Reinaldo Mesquita, de Sindifrutas.
Las industrias, que compran el asaí a los ribereños y lo revenden fuera del estado, también aseguran que el cultivo se realiza de acuerdo con las normas.
Sambazon, la empresa responsable del 50% de las exportaciones brasileñas, le dijo a BBC News Brasil que trabaja para que todo el asaí que utiliza la marca “sea cosechado de forma totalmente salvaje” y “utilizando técnicas de bajo impacto, como la recolección manual y sin insumos”.
La empresa también dijo que ninguna parte del asaí que vende se cultiva en plantaciones o en formato de monocultivo, sino que se cosecha en bosques manejados tradicionalmente en Pará y el estado vecino de Amapá, y que todos los trabajadores involucrados reciben capacitación para mantener “prácticas justas y orgánicas”.
Otras grandes marcas que venden asaí en Brasil y en el exterior, como Frooty y Oakberry, no respondieron a los contactos realizados para este artículo.
Los científicos que han analizado el impacto ambiental del cultivo de la fruta reconocen su importancia para el mantenimiento de los ingresos de los ribereños, así como para la cultura local.
Pero abogan por que se revise la normativa actual, con el fin de reducir aún más la extracción máxima permitida.
Los investigadores también piden que se desarrolle un programa de recuperación forestal con la replantación de especies nativas, para preservar incluso el propio cultivo de asaí.