Las armas nucleares fueron un símbolo de la Guerra Fría y ahora la opinión pública vuelve a tomar conciencia de ellas. ¿Cómo opera la lógica de la disuasión?
Ensayo atómico francés en el atolón de Mururoa, en 1971.
Cuando el presidente ruso, Vladimir Putin, puso sus fuerzas nucleares en estado de “alerta”, a comienzos de la guerra en Ucrania, se produjo gran inquietud en Europa. Tras esa primera advertencia, el jefe del Kremlin envió submarinos con armas atómicas y unidades móviles de misiles a efectuar ejercicios. ¿Amenaza Putin a Occidente con un ataque atómico?
Rusia posee el mayor arsenal nuclear del mundo, con más de 6.300 cabezas atómicas. Estados Unidos tiene aproximadamente 5.800. Se estima que Francia dispone de casi 300 y el Reino Unido de unas 215.
“Paraguas atómico” estadounidense
Aunque se habla de un “paraguas atómico” estadounidense, militarmente no se podría evitar un ataque nuclear contra Europa. Más bien, se parte del supuesto de que un adversario no osaría atacar con armas atómicas a un país de la OTAN, porque tendría que contar con un contragolpe.
Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia disponen de armas nucleares estratégicas que pueden ser operadas, por ejemplo, desde submarinos atómicos, y posibilitarían un contragolpe en cualquier escenario imaginable.
La psicología de la disuasión
Las potencias nucleares de la OTAN manejan diversos conceptos de disuasión. Francia y Gran Bretaña apuestan por una disuasión básica. No prevén un enfrentamiento nuclear de varios días y consideran suficiente tener la capacidad de tomar represalia o de lanzar un “tiro de advertencia final” (Francia) para frenar al adversario.
Estados Unidos, en cambio, concibe una disuasión amplia, que también abarca armas atómicas de potencia reducida. La idea de trasfondo es que los estrategas militares estadounidenses consideran, por lo menos teóricamente, la posibilidad de una “guerra nuclear limitada”.
Desde el punto de vista jurídico, prácticamente cualquier uso de un arma atómica violaría el derecho internacional humanitario, debido a sus enormes consecuencias para la población civil. Entre las excepciones que cabría imaginar, teóricamente, podría contarse un ataque nuclear limitado contra un barco de guerra en altamar.
¿Qué rol juega Alemania en la disuasión?
Alemania toma parte en la estrategia de disuasión europea con los aviones Tornado de la Luftwaffe, la Fuerza Aérea germana. Dado el caso, estos aviones, tripulados por alemanes, llevarían armas atómicas estadounidenses al objetivo. Pilotos alemanes practican por lo menos una vez al año, con proyectiles de utilería, el lanzamiento de bombas estadounidenses.
También los Países Bajos, Bélgica e Italia toman parte en la estrategia de disuasión de la OTAN. Entre 100 y 150 bombas B61 estarían almacenadas actualmente en Europa. “Estas bombas son una reliquia de tiempos pasados y tienen actualmente poca relevancia militar”, indica Peter Rudolf, politólogo de la Fundación Ciencia y Política (SWP) de Berlín. Para poder utilizarlas, habría que neutralizar primero la defensa antiaérea del adversario, lo que resultaría imaginable a lo sumo en una gran guerra.
¿Quién decide sobre el uso de armas nucleares?
La OTAN tiene desde 1966 un Grupo de Planificación Nuclear (NPG), en el que hoy están representados todos los países de la alianza, excepto Francia. El organismo sostiene, al menos una vez al año, una reunión a nivel de ministros de Defensa.
Sobre el uso de las armas atómicas estadounidenses almacenadas en Alemania, Italia, Bélgica y los Países Bajos decide, en primer término, el presidente de Estados Unidos. El país donde se hallan tendría que autorizar el lanzamiento de las bombas con aviones de combate propios. Antes de semejante paso, probablemente se realizarían consultas con otros aliados de la OTAN.
Por otra parte, el presidente francés es el único que decide sobre el uso de las armas atómicas galas. En el caso del Reino Unido, la decisión corresponde al primer ministro británico.