El 26 de septiembre de 2022, tres de las cuatro líneas de los gasoductos Nord Stream 1 y 2 registraron una explosión durante su paso por aguas del mar Báltico, cerca de una isla danesa y frente a las costas de Suecia. Sucedió en medio de la guerra de Ucrania, la invasión rusa de su vecino del oeste.
Según la empresa rusa Gazprom, se escaparon unos 800 millones de metros cúbicos de gas, equivalentes a unos tres meses de suministro de gas danés. El gas tardó varios días en dejar de salir. Las explosiones tuvieron lugar un día antes de que Polonia y Noruega abrieran un nuevo gasoducto de 850 kilómetros, el Baltic Pipe, a través de Dinamarca.
Inicialmente, la comunidad internacional cerró filas respecto al origen de las explosiones y acusó a Rusia de haber perpetrado un ataque de falsa bandera. En respuesta, el Kremlin insistió en que se trataba de un sabotaje por parte de algunos de los países escandinavos.
Como las explosiones se produjeron en las zonas económicas exclusivas de Suecia y Dinamarca, ambos países iniciaron las pesquisas, y también Alemania por ser el país donde desembarcan los tubos de los gasoductos. Suecia encontró restos de explosivos en varios objetos recuperados en el lugar de la explosión. Según Alemania, buzos entrenados podrían haber colocado explosivos en los puntos donde se produjeron los daños en las tuberías, a unos 70 u 80 metros de profundidad.
Qué son los Nord Stream
Estos dos gasoductos eran el cordón umbilical que unía Alemania con Rusia para el suministro de energía barata. Desde 2012, con Nord Stream 1, de 1.200 km, 60.000 millones de metros cúbicos de gas circulaban cada año. Era el 16% del suministro europeo en 2018.
Ese mismo año comenzaron las obras del Nord Stream 2, dos tubos que debían transportar 55.000 millones de metros cúbicos al año. El gasoducto se completó en septiembre de 2021, pero nunca entró en servicio, ya que Alemania suspendió el proceso de autorización a raíz del reconocimiento por Moscú de las autoproclamadas repúblicas separatistas del Donbás.
Los aliados de Ucrania señalaron de inmediato a Putin. La flota rusa del Báltico tiene su cuartel general en el enclave de Kaliningrado, cerca de los lugares de las explosiones, y posee buques capaces de desplegar buzos de la armada.
Según medios de comunicación alemanes, buques militares rusos habían estado operando en la zona antes de las explosiones. La Marina danesa avistó un buque especial de Rusia en la zona próxima donde se produjo el sabotaje cuatro días antes de que fueran volados.
Sin embargo, nunca ha habido pruebas, ni siquiera serios indicios. En diciembre, The Washington Post aseguraba que no habían aparecido pruebas concluyentes de que Rusia estuviera detrás de los atentados y lo hizo citando fuentes de inteligencia. En Alemania, el Fiscal General, Peter Frank, declaró en febrero al diario Die Welt que no había pruebas concluyentes que implicaran a Rusia.
Antes al contrario, Rusia ha llevado repetidamente la cuestión ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en medio de críticas de las potencias occidentales. Estas acusan al Gobierno ruso de buscar con estas reuniones poner en duda la seriedad de las pesquisas nacionales que se están llevando a cabo. La delegación rusa ante la ONU solicitó a principios de septiembre una nueva reunión del Consejo de Seguridad para abordar el caso.