Con el 99% de las mesas escrutadas, el candidato de extrema derecha, José Antonio Kast, obtuvo un 27,91% de los votos, encabezando la primera vuelta presidencial. Irá al balotaje con la centroizquierda de Gabriel Boric que logró 25,83% de los sufragios. Los candidatos de la centroderecha de Piñera, Sichel y la exConcertación, Provoste, salieron derrotados. El fenómeno fue la elección de Franco Parisi que terminó tercero, con 12,80%, un candidato “populista” que se presentó como “outsider”, pero mantiene un programa de derecha. ¿Qué lectura podemos hacer de estos primeros resultados de las elecciones presidenciales?

Las elecciones y la rebelión

José Antonio Kast obtuvo casi el 28% de los votos, pero si se suman sus votos con los del candidato de derecha tradicional auspiciado por Piñera, Sebastián Sichel, ese espacio llega a un 40% de los votos. Si a eso también sumamos los votos de Parisi, se evidencia un escenario a derecha, aunque con contradicciones y límites.

Muchos están conmocionados con el resultado, sobre todo con el voto de Kast y Parisi ¿Cómo sucedió esto después de la rebelión de 2019 en la cual se impugnó toda la herencia económica y social de la dictadura conservada durante treinta años de gobiernos concertacionistas y de derecha? ¿Por qué sucede esto después de que millones nos movilizamos contra el sistema privatizado de pensiones y de salud, contra la miseria neoliberal implementada en dictadura y sostenida por los gobiernos de la Concertación?

Hay un hecho evidente: los grandes grupos económicos, el Gobierno y los grandes medios, se la venían jugando durante las últimas semanas por una “campaña del terror”, tratando de conducir el eje del debate a la contraposición entre “orden” y “violencia” y responsabilizando a los millones trabajadores que han retirado parte de sus fondos previsionales durante la pandemia, de la inflación que vive el país. Con ello quieren preparar las condiciones para un 2022 en el cual se reducirán los gastos fiscales y las condiciones económicas se preanuncian más complejas. Esta campaña es además una respuesta a las tendencias que quedaron abiertas de la rebelión de octubre de 2019 y busca golpear a los sectores que luchan como el pueblo mapuche.

En un primer momento el candidato de los grandes empresarios era Sichel y para debilitar a Boric buscaron desarrollar esa campaña del terror. Pero con esto finalmente jugaron a favor de Kast.
Como parte de esa campaña de terror el gobierno y los medios bombardean con temáticas como el narcotráfico en el sur (sugiriendo que se trata de los mapuche), calando en el “sentido común” de sectores de la población. Hace algunas semanas, 118.000 de las 144.000 personas de la región de la Araucanía, en el sur del país donde se encuentran las principales comunidades mapuche, votaron a favor del estado de emergencia, lo que significa concretamente la presencia de militares. El resultado electoral de este domingo en esa región es congruente con estos hechos: Kast sacó más del 42% y Boric sólo el 16,56%. El discurso antiinmigrante también caló en sectores de la población, como se pudo ver en la ciudad de Iquique, en el norte del país, donde se realizaron marchas en la que sectores de extrema derecha quemaron carpas y ropa de migrantes. En la región norteña de Arica, este domingo Kast obtuvo el 29,69% de los votos y Boric el 17,78%. Es claro que de cierta manera, toda esa campaña jugó a favor de Kast.

El fenómeno Parisi

Lo que llama la atención en regiones del norte como Arica y Parinacota o la región de Antofagasta, es la alta votación del candidato del “Partido de la Gente”, Franco Parisi. En el caso de Antofagasta, directamente ganó, obteniendo el 33,2% de los votos, por sobre Kast que obtuvo un 21,08% y Boric que obtuvo un 20.69%. ¿Qué expresa esta alta votación a Parisi? Expresa derechización, porque el programa de Parisi es neoliberal, aunque para muchos votantes es una manera de mostrar un alejamiento de los partidos tradicionales. Parisi probablemente también canaliza en parte la debacle de la Lista del Pueblo [coalición de organizaciones y candidatos de centroizquierda y de la llamada “izquierda independiente”, que se presentó a las elecciones de la Constituyente obteniendo buenos resultados, pero que luego se vio envuelta en una serie de escándalos políticos y personales, de algunos de sus miembros]. Este candidato que vive en Estados Unidos, no fue a Chile para hacer campaña ni tampoco a votar y ni siquiera participó de los debates presidenciales, también concentró su discurso en propuestas económicas para las familias e hizo eje en perspectivas de ascenso individual.

Muchos se preguntan cómo se pasa de una revuelta a este resultado. Lo que sucede es que la revuelta fue desviada. La rebelión hizo tambalear a Piñera y al régimen, pero no lo derribó. Impugnó una herencia económica y social, el sistema de pensiones y el sistema de salud, pero no formuló un programa de sociedad alternativa y una organización para conquistarlo.

La coalición Apruebo Dignidad [compuesta por el Frente Amplio y el Partido Comunista] tiene la responsabilidad de haber salvado a Piñera y haber dejado a la Convención Constituyente subordinada a los poderes existentes y, por lo tanto, alejada de las urgencias populares, todo lo que ayudó a que avance la decepción y cale la campaña de desmoralización, y así se fortalezca la extrema derecha.

De todas maneras este giro del escenario político no es unilateral. En regiones importantes como Valparaíso, Santiago y Coquimbo, ganó Gabriel Boric. En el caso de Santiago no es irrelevante, pues se trata de la mayor concentración de habitantes del país que estuvo en el centro de la rebelión. En importantes comunas populares como Puente Alto y Maipú, Kast fue derrotado. Esto es expresión distorsionada de que son millones quienes quieren conquistar salud, educación, vivienda, pensiones y salarios, de millones que quieren cambios profundos.