Se cumplen veinte años desde que George W. Bush anunció el inicio del ataque norteamericano en Irak con el pretexto de que Sadam Hussein tenía “armas de destrucción masiva” y de “defender al mundo de un gran peligro”. “No aceptaremos otro resultado que no sea la victoria”, sentenciaba en el discurso que fue retransmitido a los televisores estadounidenses el 19 de marzo del 2003.
Contados días antes, la coalición de apoyo a la guerra sellada en las Azores –formada por George W. Bush, Tony Blair y José María Aznar, y con el portugués Durão Barroso de anfitrión– lanzaba un ultimátum a Hussein y amenazaba con invadir el país de Oriente Medio para “desarmarlo” y “liberar a su población”. Acabada la guerra, la foto del encuentro se convirtió en símbolo de la vergüenza de un conflicto que además de costar miles de vidas humanas, de desplazados, de huérfanos y de vidas truncadas, fracasó en el intento de “exportar la democracia” a Irak y dio rienda suelta a la proliferación de ideologías extremistas en el país.
Desde este gran error político que pretendía exhibir la hegemonía de EE.UU. a través de tanques blindados, tanto el entonces líder de la Casa Blanca, George W. Bush, como el primer ministro británico, Tony Blair, se han visto obligados a presentar excusas y a responder por sus errores delante de sus conciudadanos. Mientras, por su lado, el entonces presidente español, José María Aznar, se enorgullece de las decisiones tomadas, y el ex primer ministro portugués elude su responsabilidad.
El mandatario estadounidense fue el primero en admitir que el pretexto con el que se había invadido Irak, que Sadam Hussein tenía armas de destrucción masiva, era falso. Lo reconoció en una rueda de prensa en la Casa Blanca en agosto del 2006, momentos bajos para Washington, cuando las bajas de soldados estadounidenses empezaron a intensificarse y del lado iraquí había centenares de víctimas diarias en Bagdad. “El motivo principal por el cual fuimos a Irak era que pensábamos que [Sadam Hussein] tenía armas de destrucción masiva. Resultó que no las tenía, pero tenía la capacidad de fabricarlas”. Y añadió: “Imaginen un mundo con Sadam Husein creando todavía más problemas, en una parte del mundo con tanto resentimiento y tanto odio que vinieron a matar a 3.000 de nuestros ciudadanos” en el 11-S.
Dos años más tarde, en el 2008, Bush declaró en una entrevista para el canal ABC que su mayor remordimiento de la presidencia había sido “el error de inteligencia en Irak”. Una expresión que conservó en el libro de memorias que publicó en el 2013, cuando llegó a reconocer que las pruebas habían sido fabricadas y asumió la responsabilidad, a pesar de que siguió excusándose en los informes de inteligencia de los que disponía:
“En la carrera hacia la guerra, mi Administración hizo afirmaciones que resultaron no estar basadas en hechos. Personalmente, creía sinceramente que Sadam Hussein tenía armas de destrucción masiva. Pero cuando no pudimos hallar las pruebas, las fabricamos”, reconoció. Bush incluso admitió que “fue un error exagerar la naturaleza de la amenaza (…), pero en último término (…) acepto toda la responsabilidad”. Igualmente pidió “disculpas al pueblo americano y a nuestros soldados y veteranos”.
Más recientemente, en el 2022, el inconsciente le jugó una mala pasada y acabó por decir “Irak” en lugar de “Ucrania” cuando quiso condenar “una invasión brutal y totalmente injustificada”. El expresidente atribuyó en broma el desliz a sus 75 años, pero estas declaraciones convencerían a cualquier psicoanalista de que el fiasco de las inexistentes armas de destrucción masiva de Irak todavía le tormenta.
En octubre del 2015 el ex primer ministro laborista británico se disculpó durante una entrevista con la CNN de “haber utilizado información de inteligencia errónea”, y reconoció que no se había anticipado al caos y a la violencia que causó el derrocamiento de Sadam Husein.
Pero fue la publicación del informe Chilcot, resultado de una comisión de investigación independiente sobre la participación del Reino Unido en la guerra , publicado en el 2016, lo que puso realmente al mandatario británico contra las cuerdas y le obligó a pedir perdón y a aceptar “plena responsabilidad sin excepción ni excusa” por las consecuencias del conflicto. “Expreso más dolor, arrepentimiento y disculpas de lo que nunca sabrán o podrán creer”, dijo Blair con la voz entrecortada delante de la prensa internacional después de la publicación del informe.
El exhaustivo trabajo, que tuvo un acceso sin precedentes a documentos confidenciales del gobierno, llegó a la conclusión de que el régimen de Sadam Hussein no suponía ninguna amenaza real para los intereses británicos y que la guerra se inició sin haber agotado otras alternativas. Además, determinó que la forma en que se había autorizado la guerra no tenía el respaldo de una base jurídica.
de la población española rechazaba la intervención militar, a José María Aznar no le tembló el pulso en apoyar la estrategia de la “guerra preventiva” en Irak impulsada por los EE.UU. Tampoco ha cambiado de posición ahora, 20 años más tarde, que sigue siendo el único presidente del cuarteto de las Azores que no ha pedido disculpas ni ha tenido que someterse a una comisión de investigación parlamentaria por las consecuencias de la guerra de Irak.
A Aznar le costó hasta febrero del 2007, meses después de la confesión de Bush, reconocer que no había armas de destrucción masiva , y lo admitió en una conferencia en Pozuelo de Alarcón (Madrid) ante unas 500 personas, respondiendo a la pregunta de una estudiante. “Todo el mundo pensaba que en Irak había armas de destrucción masiva –dijo Aznar– y no las había. Yo también lo sé…, ahora. Tengo el problema de no haber sido tan listo de haberlo sabido antes”, y se justificó: “Cuando yo no lo sabía, nadie lo sabía”.
En el 2021, en una entrevista con Jordi Évole, Aznar se cerró en banda cuando el periodista le preguntó si desmentía las afirmaciones del entonces director del CNI, Jorge Dezcallar, que sostiene haberle advertido una semana antes del comienzo de la guerra que no había indicios de la existencia de dicho tipo de armas .
A principios de febrero del 2023, el expresidente español volvió a pronunciarse acerca de la guerra de Irak asegurando que no se iba a disculpar y proclamándose “completamente orgulloso” de haber apoyado a Estados Unidos en la invasión. En declaraciones al podcast One decision , sostuvo que la guerra fue necesaria y que “si hoy tuviera la misma información [sobre el Irak de Sadam Husein] volvería a tomar la misma decisión”.
También se manifestó en relación con las víctimas que causó el conflicto. “Pienso mucho en ellos, pero creo que la responsabilidad de los líderes no cambia con estas circunstancias”. En su opinión, el apoyo a la guerra era una estrategia diplomática para fortalecer la Alianza Atlántica. Como había declarado años antes, para Aznar su foto en las Azores junto a Bush y Blair fue “el momento histórico más importante que ha tenido España en 200 años”.
El miembro más discreto del encuentro de las Azores es sin duda José Manuel Durão Barroso, primer ministro de Portugal cuando empezó el conflicto y anfitrión de la reunión. Una vez presidente de la Comisión Europea, en noviembre del 2007, Barroso afirmó que lo habían engañado para que apoyara la guerra en Irak en el 2003, cuando le presentaron unos documentos según los cuales Sadam Husein poseía armas de destrucción masiva. “Se me dio información a mí y a otros que no correspondía con la verdad”, dijo.
En una entrevista con Diário de Notícias de Portugal, Barroso alegó que recibió información falsa en la conferencia de las Azores y se justificó alegando que había accedido a celebrar el encuentro “porque nos lo pidieron nuestros aliados y amigos” y, entre ellos, el expresidente español, José María Aznar, se mostraba especialmente entusiasmado en celebrarlo.