El grupo yihadista Estado Islámico aseguró este domingo 3 de diciembre que es el autor del ataque del sábado durante una ceremonia católica en el gimnasio de la Universidad Mindanao, en Marawi, en el sur de Filipinas, que causó cuatro muertos y al menos 50 heridos. El atentado llega en medio de largos combates entre las fuerzas estatales y grupos yihadistas.
Primera modificación:
“Los soldados del Califato detonaron un artefacto explosivo contra una gran reunión de cristianos infieles en la ciudad de Marawi mientras realizaban rituales politeístas”, escribieron los representantes del Estado Islámico (EI) a través de su canal de Telegram, en donde también confirmaron que el ataque “mato a varios cristianos”, subrayando el componente religioso que motivó el atentado.
Antes de que el grupo yihadista asumiera la responsabilidad del atentado, el Gobierno filipino ya alertaba sobre el origen de la explosión. El presidente del país, Ferdinand Marcos Jr, condenó enérgicamente el ataque y agregó que se habían encontrado restos de munición de mortero en los alrededores del lugar, lo que, a su juicio, apuntaba a que un “grupo terrorista extranjero” estaba detrás del atentado mortal.
Las autoridades locales mencionan que el ataque dejó al menos 50 heridos, seis de ellos de gravedad.
ataques terroristas a instituciones educativas también deben ser condenados porque son lugares que promueven la cultura de paz y moldean a nuestros jóvenes para que sean los futuros formadores de este país”, comentó Mamintal Adiong, gobernador de Lanao del Sur, que tiene a Marawi como capital, a través de un video en Facebook momentos antes de entrar a un centro médico a visitar a los heridos.
El Vaticano lamenta el ataque
En su misa dominical, el papa Francisco ofreció unas palabras para la comunidad católica en Filipinas, sostuvo que ha “rezado por las víctimas del atentado” y que “se encuentra cerca” de ellas. El pontífice también escribió un comunicado en rechazo a la violencia en el país asiático.
“Cristo, príncipe de la paz, conceda a todos la fuerza para apartarse de la violencia y vencer todo mal con el bien”, plasmó Francisco en su comunicado oficial sobre el ataque en Marawi.
Aunque la causa exacta es aún desconocida, desde el Ejército filipino señalan la posibilidad de que se haya tratado de un “ataque de represalia” ante la operación militar del pasado 1 de diciembre, que dejó 11 supuestos militantes islámicos fallecidos en la provincia sureña de Maguindanao.
Auge del yihadismo en el sur de Filipinas
Marawi ha sido el epicentro de una confrontación constante entre los nacientes grupos extremistas islámicos en la isla y las fuerzas del orden del Estado. En 2017, el grupo yihadista Maute tomó el control, parcialmente, de la ciudad, buscando instaurar un ‘welayat’, un gobierno del Estado Islámico, en el sureste asiático.
Fueron cinco meses de sangrientos combates entre ambos bandos, en los que murieron más de 1.200 personas, incluyendo alrededor de 86 civiles, a consecuencia de los enfrentamientos bélicos del Estado contra el yihadismo. Al final, el Ejército filipino, con el respaldo bélico de Estados Unidos y Australia, logró retomar el control de Marawi, pero las hostilidades siguieron latentes.
En una región donde poco más del 20% de la población es musulmana, uno de los retos más grandes de Filipinas es encarar el atractivo de nuevos grupos yihadistas ligados directamente al Estado Islámico, además de asegurar la unidad del país. Una cuestión que ya tuvo un avance significativo con la firma de un tratado de paz con el Frente Islámico de Liberación Mora, el movimiento islámico separatista más influyente de la región, en 2014.
Con AP, EFE y Reuters
