Mijaíl Gorbachov, el que un día fue el todopoderoso líder de la Unión Soviética (1985-1991), ha fallecido este martes tras una larga enfermedad a la edad de 92 años. Fue el secretario general del Partido Comunista que más se acercó a Occidente y ha pasado a la Historia como el gran reformador de la Rusia comunista. La destensión con el Oeste le valió el Premio Nobel de la Paz en 1990. Celebrado en el extranjero por impulsar la no proliferación de armas nucleares, se ganó el desprecio de sus compatriotas. Gorbachov trató de implantar un socialismo de “rostro humano” a través de reformas políticas y económicas, pero el resultado de sus ambiciones se tradujo en la disolución de la Unión Soviética, el gran antagonista de Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial. También impulsó la retirada de las tropas soviéticas de Afganistán y tuvo que hacer frente al desastre nuclear de Chernóbil.

Su programa de reformas tuvo un eco en todo el mundo, ya que el final de la Unión Soviética marcó el final de medio siglo de antagonismo entre el Este y Oeste. “Si quiero cambiar algo, debo aceptar el cargo. Así no se puede seguir viviendo”, dijo Gorbachov a su esposa Raísa el 10 de marzo de 1985, un día antes de asumir la secretaría general del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS).

Gorbachov, junto a Reagan firmando el Tratado INF, en la Casa Blanca, 1987

En los últimos años se había convertido en una figura asilada en Rusia, con la mayor parte de sus contemporáneos ya fallecidos. A pesar de ello, se manifestó contrario a la deriva autoritaria de la Rusia actual y pronunció algunas leves críticas hacia el actual presidente, Vladímir Putin. Los nostálgicos de los tiempos de la URSS nunca le perdonaron haber sido el responsable de disolver el imperio soviético y arriar la bandera comunista del Kremlin.

En sus últimos años ha experimentado problemas de salud, vivía solo en Moscú, su hija, dos nietas y sus dos bisnietos viven fuera del país. Su rasgo físico más icónico, la marca de nacimiento en la frente, se había ido borrando en los últimos años de su vida.

Gorbachov había nacido el 2 de marzo de 1931 en la región meridional de Stávropol en el seno de una familia campesina ruso-ucraniana que vivió la hambruna de los años 30 provocada por la colectivización forzosa de la tierra ordenada por Stalin. Pese a que dos de sus abuelos fueron represaliados políticos, Gorbachov pudo licenciarse en Derecho por la prestigiosa Universidad Estatal de Moscú (1955), donde conoció a su esposa, Raísa.

Desde que ingresó en el partido en la universidad, Gorbachov fue ascendiendo en el escalafón hasta convertirse en 1970 en jefe del partido de su Stávropol natal con menos de 40 años. Su especialización en economía agrícola permitió a este “apparatchik” protagonizar una meteórica carrera y ser nombrado en 1978 secretario de Agricultura en el Comité Central del PCUS, su trampolín para alcanzar la secretaría general.

Gorbachov visitando una granja en Alemania Oriental en 1966

Relevo de la gerontocracia comunista

Una vez nombrado miembro del todopoderoso Politburó (1980), Gorbachov dirigió la regeneración del partido, que sufría claros achaques de gerontocracia, junto al jefe del KGB, Yuri Andrópov, quien sería su padrino político. Una vez fue nombrado secretario general, Andrópov ya tenía en mente a su delfín como su sustituto, aunque hubo que esperar a que Konstantín Chernenko falleciera el 10 de marzo de 1985 tras apenas un año al frente del partido.

“Tú no te limites a los asuntos agrícolas. Debes dedicarte a todos los asuntos de la política interior y exterior. En cualquier momento, puede ser que mañana mismo, en ti recaiga toda la responsabilidad”, le comentó en una ocasión.

Su edad, acababa de cumplir 54 años, fue sin duda un factor decisivo para su nombramiento después de que los tres últimos líderes de la URSS fallecieran en un plazo de tres años -Brezhnev, Andrópov y Chernenko-, lo que amenazaba la estabilidad del Estado.

La llegada de Gorbachov al poder despertó grandes expectativas, ya que el nuevo líder soviético era extrovertido, tenía don de gentes y sonreía con fruición, algo a lo que no estaban acostumbrados sus conciudadanos. Pero Gorbachov no se limitó a las formas, ya que poco después de llegar al poder lanzó la Perestroika (reforma política) y poco después la Glasnost (transparencia informativa), lo que dio paso a lo que se dio en llamar “Comunismo con rostro humano”.

Se sirvió de una nueva generación de tecnócratas que deseaban reformar el sistema comunista para hacerlo más efectivo, pero la vieja nomenclatura soviética no dejó de ponerle obstáculos en el camino. “El pueblo quiere cambios. Ha llegado la hora. No se pueden aplazar por más tiempo”, le dijo entonces Gorbachov al histórico “Mr. Niet”, Andréi Gromiko.

Introducción de la propiedad privada

Aun así siguió adelante con la introducción de la propiedad privada, aunque sin renunciar a la economía centralizada; la celebración de elecciones democráticas; la libertad de expresión y de credo; la creación de un nuevo legislativo y la liberación de presos políticos.

En el plano exterior, mejoró las relaciones con Occidente, redujo notablemente el presupuesto de defensa, abrió negociaciones de reducción de armamento nuclear con Estados Unidos y ordenó la retirada de las tropas soviéticas de Afganistán.

Además, renunció a la doctrina de soberanía limitada en relación con los miembros del Pacto de Varsovia, lo que dio inicio a un proceso revolucionario que culminó con la caída del muro de Berlín, el derrocamiento de los regímenes comunistas de Europa del Este y posteriormente la reunificación de Alemania.

Premio Nobel de la Paz

El aperturismo político y el deshielo con Occidente le granjearon el premio Nobel de la Paz en 1990, pero decepcionaría a sus partidarios occidentales al enviar tropas a Letonia y Lituania para reprimir los movimientos secesionistas. En medio de la impopularidad de las autoridades debido a la escasez de productos básicos, algunas de las repúblicas soviéticas aprovecharon la pérdida de monopolio del poder del PCUS para proclamar su independencia de Moscú.

El enfrentamiento con su antiguo aliado, Boris Yeltsin, el primer presidente ruso elegido por sufragio universal, abrió una brecha insalvable que acabó por precipitar la desaparición de la Unión Soviética. La puntilla fue el golpe de estado protagonizado por un grupo de dirigentes soviéticos, asonada que fue desarmada por un imparable Yeltsin, mientras Gorbachov regresaba de su encierro en el sur del país como un cadáver político.

Meses después, Gorbachov confirmaba la defunción de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas en un histórico discurso el 25 de diciembre de 1991.

“Gorbi”, como era conocido en Occidente, era recibido como una estrella de rock en Occidente, pero sus compatriotas nunca le perdonaron la desaparición del Estado Soviético y hasta el día de su muerte muchos aún le acusaron de traición.