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Guterres se reafirma en su mensaje sobre la ocupación de Gaza pese a la petición de Israel de que renuncie

Israel bloquea el visado al jefe humanitario y a otros cargos de la ONU tras acusar al secretario general de justificar a Hamás por afirmar que los ataques del día 7 “no vienen de la nada”, sino tras “56 años de ocupación asfixiante”

El conflicto en Gaza amenaza con incendiar las relaciones entre Naciones Unidas e Israel. Las autoridades del país han anunciado este miércoles que denegarán la entrega de visados a representantes del organismo en represalia por las palabras pronunciadas el día anterior por el secretario general de la ONU, António Guterres. El embajador de Israel ante la ONU, Gilad Erdan, y el ministro de Exteriores israelí, Eli Cohen, pidieron la dimisión de Guterres después de que este proclamase el martes que los ataques de Hamás no vienen “de la nada”, sino después de que los palestinos hayan estado “sometidos a 56 años de ocupación asfixiante”.

Lejos de desdecirse o matizar sus declaraciones, Guterres se ha reafirmado mediante un comunicado y a continuación ante el Consejo de Seguridad. El máximo representante de la ONU ha denunciado las “claras violaciones del derecho internacional constatadas” en Gaza y ha reiterado su petición de “un alto el fuego humanitario inmediato para remediar un sufrimiento épico”. El representante permanente de Israel ante el organismo anunció este miércoles la revocación de visados: “Debido a sus palabras, no daremos visados a los representantes de la ONU”. Erdan ha confirmado que la denegación de visados ya se ha puesto en práctica con el secretario general adjunto de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas, Martin Griffiths. “Ha llegado el momento de enseñarles una lección”, ha recalcado el diplomático israelí.

Guterres repitió este miércoles, palabra por palabra, el mensaje pronunciado la víspera en la sesión del Consejo de Seguridad consagrada a la situación en Oriente Próximo, con un discurso en el que condenaba los atentados de Hamás, pero también aludía a las raíces del conflicto. El responsable de la ONU dijo el martes: “[Los palestinos] han visto cómo su tierra era constantemente devorada por los asentamientos y asolada por la violencia; su economía, asfixiada; su población, desplazada, y sus hogares, demolidos. Sus esperanzas de una solución política a su difícil situación se han ido desvaneciendo”. Tras la crisis diplomática abierta por la petición israelí de que dimita, Guterres se ha reafirmado en lo dicho: “Los ataques de Hamás no han salido de la nada. Los palestinos viven una ocupación sofocante desde hace 56 años, su tierra ha sido devorada poco a poco por asentamientos, y sus esperanzas de una solución política se han desvanecido, pero sus reivindicaciones no pueden justificar los ataques de Hamás ni el castigo colectivo a la población palestina [como respuesta israelí]”, ha insistido este miércoles.

“Interpretaciones erróneas”

En el comunicado emitido minutos antes de la reunión del Consejo, en el que Guterres no menciona ni la petición de dimisión ni la revocación de visados al personal de la ONU, el secretario general ha mostrado su extrañeza por la reacción israelí: “Me sorprenden las interpretaciones erróneas que algunos han hecho de mi declaración de ayer [por el martes] en el Consejo de Seguridad, como si estuviera justificando los actos de terror de Hamás. Esto es falso. Fue todo lo contrario. Al principio de mi intervención de ayer, afirmé claramente —y cito textualmente—: ‘He condenado inequívocamente los horribles actos de terror sin precedentes perpetrados por Hamás el 7 de octubre en Israel. Nada puede justificar el asesinato, las heridas y el secuestro deliberados de civiles, ni el lanzamiento de cohetes contra objetivos civiles’. Efectivamente, hablé de los agravios del pueblo palestino y, al hacerlo, también afirmé claramente, y cito textualmente: ‘Pero los agravios del pueblo palestino no pueden justificar los atroces ataques de Hamás’. Y luego proseguí mi intervención refiriéndome a todas mis posiciones sobre todos los aspectos de la crisis de Oriente Próximo. Creo que era necesario dejar las cosas claras, sobre todo por respeto a las víctimas y a sus familias”.

En su discurso este miércoles ante el Consejo, convertido involuntariamente en protagonista, Guterres elevó la apuesta política —y probablemente la crisis diplomática con Israel, que ha vuelto a pedir su renuncia— al defender la solución de dos Estados como una salida posible a la guerra. “Para terminar con este sufrimiento épico, reitero mi llamada a un alto el fuego humanitario inmediato. Y la solución de dos Estados como única alternativa posible, que garantice la seguridad de Israel y dé a los palestinos un Estado en conformidad con las resoluciones de la ONU”. Lejos de ceder a las presiones, el portugués insistió en el derecho internacional como salvaguarda y recordó que la primera regla de todo conflicto, la protección de los civiles, “no puede significar usarlos como escudos humanos o que más de un millón de personas sean evacuadas hacia el sur, y luego seguir bombardeando el sur”, dijo en referencia a Israel.

El embajador de Israel pidió otra vez la dimisión de Guterres, afirmando que es una “vergüenza” que no se retracte de sus palabras ni se disculpe. El rifirrafe diplomático puede acabar de minar la endeble credibilidad del organismo como árbitro de conflictos y garante de la legalidad internacional, pues desde el 7 de octubre no ha sido capaz de responder de manera unitaria a la guerra. La presentación frustrada de varias resoluciones —entre ellas una de Rusia y otra de Brasil, derrotadas en la votación— estaba produciendo una sensación de déjà vu similar a los intentos reiterados del Consejo de ponerse de acuerdo sobre la guerra de Ucrania: todos ellos frustrados por el derecho de veto de cualquiera de sus cinco miembros permanentes, entre ellos Rusia y EE UU. EE UU vetó la semana pasada una propuesta de resolución brasileña sobre el establecimiento de “pausas humanitarias”, insuficientes a juicio de los responsables humanitarios de la ONU, y este miércoles se esperaba la presentación de otras dos propuestas, una de EE UU y otra de Rusia, antes de que el foco de la actualidad se desviara a la pugna entre Guterres e Israel.

La petición israelí de dimisión a Guterres, el martes, agarró a todos por sorpresa. El embajador israelí en la ONU difundió un mensaje en la red social X, antes conocida como Twitter: “Pido que dimita inmediatamente. No tiene justificación ni sentido hablar con quienes muestran comprensión por los actos más terribles cometidos contra los ciudadanos de Israel, y menos por una organización terrorista declarada (…). Es verdaderamente triste que el jefe de una organización que surgió tras el Holocausto manifieste opiniones tan horribles”. El propio ministro de Exteriores, Eli Cohen, se negó a reunirse con Guterres y confirmó la exigencia de su renuncia.

Israel, nacido como Estado precisamente de una decisión de Naciones Unidas —la partición de la Palestina bajo mandato británico en 1947—, rara vez acata las resoluciones que le afectan emanadas desde el Consejo de Seguridad, donde el veto de Estados Unidos le suele amparar ante las consecuencias de condenas internacionales casi unánimes. La fulminante reacción de Israel, reclamando la dimisión del secretario general portugués y limitando la concesión de visados a los responsables de la ONU, ha incendiado como un reguero de pólvora a la clase política israelí, habituada a señalar a Naciones Unidas cuando se trata de buscar un culpable exterior.

El representante israelí ante la ONU, Gilad Erdan, uno de los dirigentes más extremistas del partido Likud del primer ministro Benjamín Netanyahu, se ha enfrentado a menudo con maneras poco diplomáticas a las decisiones de la ONU, y en particular a las de su secretario general. Además de Erdan, el ministro israelí de Exteriores se negó a reunirse con él y con familias de rehenes capturados por Hamás. Desde Jerusalén, el exministro de Defensa Benny Gantz, que desde la oposición se ha sumado al Gobierno de unidad nacional surgido durante la guerra, calificó sus palabras de “apología del terrorismo”.

En su intervención, Guterres vino a recordar la presencia del elefante de la “asfixiante ocupación, desde hace 56 años”, en la habitación del centenario conflicto entre israelíes palestinos. Horas más tarde, ante la creciente cascada de invectivas que llegaban desde Israel, el máximo representante de la ONU recalcó a través de la red social X el elemento de condena al ataque de Hamás que ya estaba presente en su primer discurso: “Los agravios del pueblo palestino no pueden justificar el atroz ataque de Hamás, un ataque que tampoco puede justificar el castigo colectivo del pueblo palestino (con el bloqueo absoluto y los bombardeos de la franja de Gaza)”.

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