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Hezbolá no desparecerá tras el alto el fuego: el frágil acuerdo con Israel no acaba con el conflicto y amenaza con un rearme del grupo

Calma no significa paz. Y por eso las palabras de este jueves del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, alertando de “una guerra intensiva” si Hezbolá viola el acuerdo de alto el fuego no ha sido ninguna sorpresa en Líbano. La firma de la tregua se ha vendido a ambos lados de la frontera como una victoria propia. Israel asegura haber descabezado a la milicia del partido chií libanés; mientras que esta afirma que sus ataques contra el territorio israelí han forzado la capitulación del Estado hebreo. Aunque ambos llevan parte de razón, lo cierto es que con este acuerdo ninguno de los dos pierde del todo. Y que la fragilidad de las condiciones del alto el fuego amenazan con reventar en cualquier momento una tranquilidad que se vive con cautela.

El 8 de octubre de 2023 Hezbolá comenzó las hostilidades con Israel en respuesta a la ofensiva israelí sobre Gaza tras los atentados de Hamás del día anterior. Esto supuso el inicio de un cruce de ataques cuya idea era abrir un nuevo frente a Israel para torpedear sus ataques contra la Franja. El entonces secretario general de Hezbolá, Hasán Nasarlla, aseguró que no pararían hasta que terminara la guerra en Gaza. Una serie de bombardeos que han acabado con gran parte de la cúpula del grupo libanés (incluido Nasarlla) y la ocupación del Ejército israelí del sur del Líbano han forzado que esa promesa no pudiera cumplirse. Hezbola ha quedado debilitado, no solo por la perdida de liderazgos en su estructura, sino porque su infraestructura y su seguridad interna ha quedado muy dañada.

“Han decapitado una parte de su dirección política, sobre todo como la conocíamos antes de 2014, pero el que era vicesecretario general y actualmente es el secretario general, Naim Qassem, ha conseguido rehacer la cúpula“, afirma a 20minutos Ignacio Gutiérrez de Terán, profesor del Departamento de Estudios Árabes e Islámicos en la Universidad Autónoma de Madrid. El también autor del libro Hezbolá, El laberinto de Oriente Medio asegura que aunque Qassem “no tiene el mismo peso político dentro del partido” sí ha conseguido cierta reorganización, lo que lleva a preguntarse por qué si estaban frenando en gran medida el avance israelí y lanzando más cohetes que nunca sobre Israel finalmente han aceptado los términos del acuerdo sin conseguir su objetivo en Gaza.

Para Gutiérrez de Terán un factor importante ha sido la tensión interna, en especial la que se estaba empezando a sentir con un millón de desplazados que estaban creando un presión enorme dentro de la sociedad libanesa. “También de las fuerzas políticas, incluidos sus socios del movimiento Amal del presidente del Parlamento, Nabih Berri, que ve como buena parte del territorio, incluidos sus feudos, estaban sufriendo bombardeos. Toda esta situación estaba aumentando la impopularidad de Hezbolá en un país que mayoritariamente no quería la guerra“, añade. Además, el profesor apunta que otro factor externo importante ha sido Irán, que puede haber visto con buenos ojos este acuerdo y pensado que es una forma de rehacer o reconfigurar sus relaciones con Estados Unidos; incluso tras la llegada de Trump, que “a pesar de las apariencias y de lo que están diciendo, podría no aterrizar en la Casa Blanca con esa intención marcadamente negativa hacia Irán”. Y por tanto estar abierto a una negociación del acuerdo nuclear a cambio de retirar algunas sanciones.

Israel y Hezbolá han accedido a cesar los ataques cruzados a cambio de un desarme del sur de Líbano en una fase inicial de tregua que durará 60 días. En este tiempo las tropas israelíes deben retirarse del territorio ocupado y el grupo chií replegarse al norte del río Litani, cumpliendo así con la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU en vigor desde 2006. Ese espacio que dejan ambos será ocupado por 5.000 soldados del Ejército de Líbano. Un movimiento que tiene un gran significado en una zona que Hezbolá controla casi como un Estado paralelo aprovechando la situación de desgobierno y el importante apoyo que recibe de parte de la población y de la República Islámica de Irán.

“Es un caso similar a la guerra de 2006 y esos acuerdos se han incumplido con los años”, recuerda a este medio David Hernández, profesor y doctor en Relaciones Internacionales por la UCM experto en temas de Oriente y seguridad internacional. “Lo importante no es solo que vuelva el Ejército libanés al sur, lo importante es si existe el interés de tener un Ejercito que sea funcional y competente“, dice el profesor de la UCM, que reconoce ser muy escéptico con la duración de un acuerdo que califica como “muy frágil”.

Por su parte, Gutiérrez de Terán apunta a que la retirada de los milicianos de Hezbolá no será sencilla, ya que “nadie sabe dónde están”, porque hay “desde ciudadanos de a pie que se agrupan y se dedican a hostigar a las fuerzas de ocupación” hasta miembros que “viven en los famosos túneles que tampoco Israel ha sido capaz de desactivar”. “La presencia de Hezbolá es patente y notoria en esa zona porque muchos ciudadanos o son simpatizantes del grupo o colaboran directamente”, afirma.

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