No se han registrado víctimas en ninguno de los dos territorios. Egipto, Qatar y la ONU tratan de evitar una escalada
La redada israelí de este jueves en el campo de refugiados de Yenín ―una de las más letales de los últimos años en Cisjordania, con nueve muertos, dos de ellos civiles― ha extendido la violencia a Gaza. Esta madrugada, milicianos palestinos lanzaron desde la franja dos cohetes, que fueron interceptados por el escudo antimisiles Cúpula de Hierro. Las Fuerzas Armadas israelíes, que ya estaban en estado de alerta por el riesgo de que la tensión no se limitase a Cisjordania, anunciaron poco después el bombardeo desde el aire de un centro subterráneo de fabricación de cohetes. “Este ataque frenará significativamente los esfuerzos de intensificación y armamento de Hamás”, señaló el ejército en un comunicado en el que recuerda que considera a Hamás “responsable” y quien “sufrirá las consecuencias” de cualquier ataque contra Israel que emane de la franja, que el movimiento islamista gobierna desde 2007.
Otros cinco cohetes fueron lanzados posteriormente contra territorio israelí y el ejército informó de un segundo ataque aéreo sobre Gaza. Según testigos palestinos citados por la agencia Reuters, tuvo como objetivo un campamento de entrenamiento de Hamás. En total, la aviación israelí lanzó unos 15 misiles contra la franja. En las localidades israelíes cercanas, sonaron las sirenas que indican a la población la necesidad de buscar refugio. De momento, no se ha informado de víctimas en ninguno de los dos territorios.
Hasta ahora, tanto el número de proyectiles lanzados desde Gaza como los bombardeos israelíes parecen limitados. No obstante, una incursión en Yenín degeneró el agosto pasado en Gaza en tres jornadas de hostilidades entre Israel y la Yihad Islámica, en las que los bombardeos israelíes mataron a 45 palestinos (entre ellos 15 niños) y la milicia lanzó un millar de cohetes. Los mediadores habituales ―Egipto, Qatar y la ONU― están tratando de evitar que se repita.
Los enfrentamientos se producen el día después de que el ejército israelí matase a 10 palestinos, nueve de ellos (incluido una mujer de 60 años) en una inusual incursión en el campo de refugiados de Yenín ―por el balance de víctimas y por efectuarse a plena luz del día―, bastión de las milicias palestinas. La décima víctima pereció en una protesta por la redada, en Al Ram, cerca de Jerusalén.
Horas después de la incursión en Yenín, el presidente palestino, Mahmud Abbas, declaró el fin de la coordinación de seguridad con Israel derivada de los Acuerdos de Oslo (1993), si bien ya ha anunciado la medida en anteriores ocasiones sin aplicarla. Ese mismo día, el Departamento de Estado de Estados Unidos anunció que el secretario de Estado, Antony Blinken, se desplazará este fin de semana a Oriente Próximo. La visita, que incluye Egipto, Israel y Cisjordania, estaba prevista desde hace semanas, pero ahora estará previsiblemente marcada por la escalada de tensión.
El año ha empezado con más de un muerto palestino de media al día: 30. Es un balance notablemente superior al del año pasado, que ya fue el más sangriento en años, tanto para palestinos como para israelíes. Desde hace casi un mes, gobierna en Israel una coalición entre el Likud y partidos ultraderechistas y ultraortodoxos, con Benjamín Netanyahu al frente.